sábado, 20 de abril de 2013

La cacería



La derecha, más bien la ultra derecha, han salido de caza. La pieza a cobrar, como es notorio, es el juez Castro. Las acusaciones son muchas y variadas, pero básicamente se basan en tratar de desacreditarle, acusándole como hicieron con Garzón de querer ser un “juez estrella”. Con esto no pretendo equiparlos, ni en métodos ni en personalidad, solo que ambos cuando se enfrentaron con el poder se encontraron con una campaña de desprestigio, jaleada por personajes, de esos que dicen: “Respeto las decisiones judiciales” para a continuación poner a bajar de un burro al que ha osado cuestionar sus intereses o los de sus amos.

Cuando alguien tiene que defender por encima de todo lo que cree que es justo, no tiene en principio muchos problemas. Estos comienzan cuando en la defensa de su obligación choca de frente con el poder establecido, y no me refiero exclusivamente a los del Poder Ejecutivo, sino más bien a los Poderes Facticos.

Nadie ha cuestionado al Juez Castro cuando ha intervenido contra Matas, Undargarin o Torres, que al fin y al cabo son unos advenedizos que intentaban infiltrarse entre esos poderes.

Pero el Juez Castro, ha llamado a declarar como imputada a la “hijísima” y ¡Hasta ahí podíamos llegar! Las críticas se imponen, con argumentos tan jurídicos como: que si tiene  afán de protagonismo, que tiene abandonados otros caso, que si no imputo a la Sra. Estaràs  y mil comentarios más. Tendrá suerte si no le acusan de prevaricación.

Creo que el citado juez, ni era un héroe cuando buscaba la imputación de Matas, Undargarin y compañía, ni es un villano cuando imputa a la Infanta Cristina. Opino de él que es una persona que intenta cumplir con su deber y busca hacer su trabajo de una forma comedida y ganándose el sueldo que le pagamos entre todos.
Publicado en El Periscopi el 19 03 2013



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