viernes, 21 de septiembre de 2018

Coincidencias parciales

 


Se colocan implantes de pecho, de nalgas, o de cabello. Se realizan  liposucciones, rinoplastias, y diversas operaciones más. Unas veces se realizan para compensar alguna cuestión genética, otras para evitar inseguridades, no olvidando que algunas vienen dadas por cuestiones laborales, y, por último, por razones puramente estéticas.

¿Entonces, la cirugía plástica o reparadora la podemos considerar una frivolidad o una necesidad? Aquí es cuando aparece el problema, pues tendemos a juzgar, sin meternos en los zapatos de quién se realiza la intervención, y obviamos sus razones íntimas y personales.

Pero, no piensen que me he equivocado, y transformo mis escritos, tras las dudas que me surgieron sobre su continuidad, en una crónica rosa donde vaya a justificar las operaciones de los famosos, famosillos, o de los que lo intentan. Este inicio simplemente era para establecer un precedente sobre la mejora de la apariencia, tanto en el plano del físico como en el formativo.

Al igual que los senos se aumentan con silicona, los currículos se  aumentan con una Carrera, un Máster, o un Doctorado. En ambos casos, el valor es el mismo, simple cuestión de imagen, sin valor orgánico, pero que sirve para dar una apariencia más atractiva a la persona que utiliza estos añadidos.

También en ambos casos, si el “aumentado” se percata de que se ha excedido, siempre puede volverse atrás, sustituyendo el implante por uno menor, o haciendo desaparecer de su currículum algún Máster o Doctorado que se había puesto de más.

Pero siguen las coincidencias, en muchas peluquerías o centros de belleza algunas personas inyectan botox, o realizan algún tipo de actuación sin tener la titulación, o sin disponer de las instalaciones adecuada para hacerlo. Con los Másters ocurre exactamente lo mismo: existen los Universitarios, regulados y amparados por la Universidad, que, realizados correctamente, tienen valor legal; y existen otros que, a efectos prácticos y legales, no valen ni el papel en el que están expedidos, pero que pueden engañar a quienes precisamente se busca engañar.

Pero no todo son similitudes, mientras la falsa apariencia después de una intervención, a pesar de que pueda engañar a un espectador, no es ningún delito; la falsificación de un currículum en un documento público sí que puede ser un delito según las circunstancias que concurran.

.Aún ya fuera de las similitudes, no deja de llamarme la atención que todo el mundo habla de doctorados, doctorandos, tesis, tesinas, y trabajos de fin de máster, cuando creo que son muy pocos los que conocen el significado de esas palabras, y cuáles son las diferencias entre ellas. Por ende, mucho menos cómo incidió el Plan Bolonia en las titulaciones. Y no hablemos de las diferencias entre plagio y citas.

También me llama la atención, y mucho, que personas teóricamente expertas en leyes quieran hacer recaer el peso de la prueba en el acusado, cuando la buena praxis es que el peso de la prueba lo tiene que aportar el acusador. Esto es lo que está sucediendo con el doctorado del Sr. Sánchez, a quien han acusado de diferentes actos relacionados con su tesis, desde que no la había realizado y defendido, hasta que es un plagio, o ha sido escrita por un “negro”, sin presentar ninguna prueba, y exigiendo que él demostrará su inocencia. Se tiene que ser muy ignorante, o tener muy mala fe para posicionarse en esa actitud.

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