viernes, 25 de agosto de 2017

Más dudas




O lo estamos haciendo mal, muy mal, rematadamente mal, o aceptamos que la Teoría de la Evolución de las Especies nos la tenemos que replantear ya que, en caso contrario, no acaba de entenderse el caso de los sucesos de Barcelona y Cambrils. Y no me refiero solo a la actuación de los islamistas radicales.

Algo tenemos que estar haciendo mal, muy mal, rematadamente mal, para que jóvenes, que han estudiado en nuestras escuelas, que han vivido en una sociedad permisiva y supuestamente tolerante, con independencia de lo que vieran en sus casas,  decidan en un momento  determinado radicalizar sus creencias religiosas, olvidar todo lo referente al respeto a las vidas humanas,  considerar que en nombre de unas creencias sea imprescindible asesinar a cuantas más personas mejor, perdiendo la objetividad y la perspectiva del modelo de convivencia en el que crecieron.

Es cierto que algunos han estado en prisión por delitos comunes, para nada relacionados con sus creencias, y que, ante estas circunstancias, pudieron generar un odio a la sociedad que pudo abocar en una radicalización posterior. Pero no todos han estado en prisión, mayoritariamente no han tenido una infancia desestructurada. Es más, todos o casi todos ellos, han vivido en familias convencionales, con un padre, una madre y hermanos, ese tipo de familias que, según las creencias más conservadoras, es la ideal para la educación y formación de los hijos.

Aunque tampoco podamos descartar que la evolución no tenga porqué ser un vector, y que se quiebre su trayectoria, realizando retrocesos y cambios de sentido de forma aleatoria.

A pesar de que escribo este comentario a raíz de los recientes atentados de Barcelona y Cambrils, el análisis podría servir para todos y cada uno de los atentados yihadistas ocurridos hasta ahora, pues los perfiles de los autores van un tanto en paralelo en los atentados ocurridos a lo largo de toda Europa, no citando los ocurridos en otros países, generalmente de mayoría islámica, por no haberse difundido los perfiles de los terroristas.

Aunque no se pueda afirmar que tengan un origen en el que sea consecuencia el uno del otro, lo que es cierto es que el radicalismo religioso y la xenofobia discurren en cauces paralelos, pero con numerosos puntos de encuentro, hasta el punto que ambas conductas se retroalimentan ¿Qué duda cabe de que mucha parte de la radicalización es debida al rechazo que perciben ante su religión, etnia y costumbres?, ¿Qué duda cabe de que la xenofobia crece a raíz de hechos como los atentados? Pero también cabe preguntarse ¿Acaso la xenofobia no existe o ha existido en periodos en los cuales no había terrorismo?  Esta pregunta cabe hacérsela a la inversa, y llegaríamos al mismo resultado. De ahí mi afirmación de que una conducta no es consecuencia de la otra.

Por otra parte, viendo las reacciones que aparecen en las redes sociales sobre el uso del catalán en Catalunya (no lo olvidemos) por parte de algunas autoridades políticas y de los Mossos d’Esquadra, la teoría de la dirección errática de la evolución del género humano cada vez se me hace más atractiva y plausible.


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