Creo no equivocarme
si afirmo que todo el mundo conoce y reconoce el Bolero de Maurice Ravel.
También que un gran número de personas a las que no les gusta la música mal
llamada clásica encuentra agradable, e, incluso, manifiesta que le gusta esta
obra.
¿Cuál es el secreto
de esta aceptación generalizada? Su estructura, consistente en un tema corto,
sencillo, brillante, y fácilmente identificable, que, con variaciones de
instrumentación, se repite hasta la saciedad.
Sin pretender
compararme en cuanto a sus cualidades con el celebérrimo Bolero, encuentro que en mis escritos, amparado en un estilo más o
menos logrado, un vocabulario escogido con sumo cuidado, y una cuidada
gramática, he estado durante mucho tiempo diciendo lo mismo. Cambiando la
“orquestación”, pero interpretando siempre el mismo tema.
Con anterioridad a
estos días festivos, me encontraba cansado. Ahora, y tras esta interrupción y
al releer alguno de mis escritos, he visto la razón: mi contumaz repetición del
mismo tema.
No cierro el blog
con estos casi 500 artículos que he publicado. Creo que alguna vez he tenido
razón, que algunos han gustado, que otros han hecho pensar sobre lo expuesto,
otros han podido indignar, otros, los más en los últimos tiempos, aburrir o, lo
que es peor para mi ego, no interesar y ser ignorados.
Simplemente lo dejo
en suspenso por tiempo ilimitado. Si un día siento que puedo aportar algo nuevo,
o noto la necesidad de compartir de nuevo mis reflexiones, volvería a retomar
el blog.
Muchas gracias a todos, especialmente a los que me han leído en alguna ocasión.