viernes, 24 de abril de 2020

Definiciones (crónicas de encierro 6)



No quiero pecar de inmodesto, o mucho menos de pedante, sin embargo creo que tengo un manejo del idioma castellano suficiente para poder definir casi todas las situaciones o actuaciones. Bueno, eso era lo que pensaba antes de ver algunas intervenciones en Facebook, de diferentes, llamémosles, personas.
No me refiero a faltas de ortografía, tampoco a errores al teclear, que no pueden extrañarme ya que cometo muchos errores de este tipo, ni a la confusión en la redacción, que pueden ser achacables a la inmediatez de la contestación que, en muchas ocasiones, no te dan tiempo a releer tranquilamente para rectificar la mencionada redacción.
Mucho menos me refiero a diferencias de opinión con respecto a mis interpretaciones, e incluso, en este apartado podría incluir a las distintas sensibilidades políticas o religiosas, en las que todas las posturas que no vayan contra la libertad de opinión del resto de la sociedad, son muy respetables.
No citaré el machismo rampante, pues sí que tengo calificativos para definirles, y que son los que aprovechan la más mínima ocasión, no dudando en culpar a la manifestación del 8M de todas las calamidades sucedidas en este país a causa de la pandemia, “olvidándose” de que en la misma fecha se celebró el aquelarre franquista, actos electorales de las campañas gallegas y vascas, partidos de futbol, sesiones de cine y teatro, misas, y otros eventos varios.
Me refiero a auténticas barbaridades, que no pueden ser achacables a una ideología razonable, y están fuera de toda realidad
Ahí es donde me falta la definición adecuada, y no sé si es fanatismo, falta de capacidad intelectual, o simplemente que son imbéciles. A continuación pongo dos ejemplos.
En uno, al hablar del fin del confinamiento progresivo escriben: “Se les va a ir de las manos, ya verás”. Y digo yo: “¿A quién se puede culpar?, ¿Al Gobierno o a los que no respetan las normas?, ¿Se puede mantener indefinidamente el confinamiento, o solo como política de choque?, ¿Somos tan irresponsables como conjunto e individualmente que si no está la “Estaca” detrás, no sabemos cómo actuar?, ¿Franco tenía razón con su política de represión? Aún siendo esta una intervención de las que no sé calificar, resulta hasta comprensible, ya que puede ir motivada por un miedo que  hace perder el sentido de la realidad.
La siguiente, al menos en mi opinión, no tiene ninguna justificación, a no ser un odio atávico a cualquier decisión que no venga “bendecida” por los servidores del fascismo más despiadado. Es la siguiente: A raíz de hablarse de que los niños podrían salir a la calle, esa, llamémosle, persona vomitó: “Están acabando con los ancianos, y ahora quieren acabar con los niños”.
¿Alguien en su sano juicio podría avalar esa frase?, ¿Alguien puede creer que un gobierno, a no ser uno de la cuerda política de esa persona (como ha demostrado la historia) pueda estar programando ese genocidio? No voy a hablar de un análisis lógico de su afirmación, ya que escapa de toda lógica, en cuyo caso se le tendría que preguntar: ¿Cree que el Gobierno de España no tiene autoridad de alguna clase sobre el resto de países, donde un porcentaje muy grande de fallecidos han sido ancianos, especialmente los que estaban en centros geriátricos?
Por otra parte, en casi todos los países del mundo, a los primeros a los que han permitido salir (excepto al personal adscritos a los servicios esenciales) han sido a los niños ¿Acaso la orden la ha dado al resto del mundo el gobierno “social-comunista” del Malvado Sr. Sánchez?
Las redes sociales pueden, y de hecho lo hacen, enriquecer los conocimientos y ayudadar a estar informado. Pero también te encuentras energúmenos como la del segundo ejemplo.

viernes, 17 de abril de 2020

Los expertos (crónicas de encierro 5)



Tenemos la enorme suerte de vivir en un país lleno de genios renacentistas, que igual tienen la solución a los problemas económicos mundiales, a los errores de cualquier entrenador o seleccionador de futbol, o también cómo afrontar una pandemia.
Quizás el único problema en el desaprovechamiento de esos potenciales venga derivado de la falta de ambición de esos genios. Podrían ser consultores de la ONU, de la NATO, de las grandes potencias, de las más afamadas multinacionales, o, incluso, en vez de poner sus conocimientos a disposición de terceros, los podrían utilizar para actividades por cuenta propia.
Pero no, ellos, con una modestia encomiable, renuncian a la fama, a los honores, y, como no,  a los pingües beneficios que su sabiduría podría reportarles.
No pretenden reconocimiento público. Su única pretensión es iluminar las mentes de sus semejantes más próximos. Por esta razón, sueltan sus píldoras ilustrativas en el bar, o, actualmente, han ampliado un poco más su esfera de influencia a las redes sociales. Curiosamente, nunca coinciden con las resoluciones o actuaciones del gobierno de España, especialmente si este tiene un tinte progresista. Veamos algunos ejemplos en torno al Covid 19.
El gobierno no prohíbe la manifestación del 8 de marzo. Y, lógicamente, esos expertos cargados de razón tildan al gobierno de incongruente, o, directamente, de asesino por poner en riesgo la salud y la vida de los ciudadanos. Está demostrado que los espectáculos recreativos, tanto en espacios abiertos como cerrados, no afectan a la expansión de la pandemia, ni las misas, ni el fútbol, ni las campañas electorales, ni los aquelarres de cierta ideología. Debe ser que el feminismo es un vector para la propagación del coronavirus.
Con las primeras infecciones, el Gobierno no toma drásticas medidas, son, por tanto, unos irresponsables. No importa que poco antes de la promulgación del estado de Emergencia, y cuando ya se anunciaba que se tomarían medidas restrictivas, las mentes privilegiadas clamaban por el alarmismo impresentable del Sr. Sánchez, que lo único que buscaba era hundir a los empresarios para congraciarse con el Sr. Iglesias.
Cuando, por fin, se decreta la alarma con restricciones a los ciudadanos, y a algunas actividades económicas, todo son imprecaciones por haberla promulgado tarde, y por qué no abarque toda la actividad económica. Como estoy hablando de mentes incomparables sigo con mi negativa  a hablar de esa ideología (suponiendo que al fanatismo y al odio se le pueda llamar ideología)   nefasta e indeseable que negaba alguna restricción en la dinámica económica.
En vista del incremento de la mortandad, el Gobierno para toda la actividad económica. Eso levanta dos corrientes de opinión distintas, una de ellas opina que lo hace tarde, la otra que el país se colapsará.
Ahora ha permitido ciertas actividades, y vuelven a surgir  dos tendencias, la una sentencia que no se debía haber suspendido nunca, la otra que la permisividad es precipitada y que los muertos nos desbordarán.
Tienen la solución para que al inútil del Sr. Sánchez no le hubiesen vendido pruebas de diagnostico defectuosas, y de que por su culpa las adquirieran también Alemania, Francia, y Gran Bretaña.
Si les hubiesen escuchado a ellos, que están en posesión de todos los recursos intelectuales, no se hubiese producido la eutanasia criminal en las residencias geriátricas de España, y, de paso, del resto del mundo de las que también tiene la culpa el pérfido Sr. Sánchez.
Podría seguir durante páginas y páginas sobre las tragedias que se hubiesen podido evitar si se les hubiese hecho caso a ellos, y en vez de dejar actuar al gobierno socialista comunista.
Solo hay un pequeño detalle que, por su escasa importancia, no sé si merece la pena reseñar, pero ya que hemos llegado hasta aquí…
Todas las brillantes y geniales soluciones las anuncian cuando los hechos ya no tienen remedio, o, como dicen los castizos, “a toro pas

jueves, 9 de abril de 2020

¿No hay nadie? (crónicas de encierro 4)









Llevo bastantes, quizás demasiadas, semanas siendo muy moderado en mis críticas. He querido ser consecuente con el “tenemos que remar todos en la misma dirección”, e, incluso, la única crítica que he hecho por los errores cometidos ha sido hacia mí mismo.
Se acabó. Contra unos desaprensivos, vividores, y ansiosos de poder, no me puedo aguantar, y tengo que saltar. No es de personas, y mucho menos de animales, tratar de conseguir beneficios de una tragedia general.
¿Qué me ha hecho cambiar de actitud? Su falsedad, su traición a todo un pueblo, su desfachatez, su posicionamiento en  el que, por razones personales o partidistas, anteponen sus incalificables objetivos, al bien común que, como representantes del pueblo, deberían defender con honestidad.
Todos, absolutamente todos, menos algunos miserables y envilecidos seres, sabemos que tras la catástrofe sanitaria que está representando la pandemia, para vidas y economías de todos, se deben tomar medidas excepcionales, políticas valientes, pero consensuadas por todas las fuerzas democráticas (de ahí que no incluya a otros) para salir lo más rápidamente posible del cuadro devastador.
Pero qué hace el principal partido de la oposición, negarse en redondo a establecer unos segundos Pactos de la Moncloa. No se trata de hacer lo que determine el Gobierno y respaldarlo, como han hecho otros partidos responsables que están actualmente en la oposición, como por ejemplo en Portugal. No, se trata de unas conversaciones para llegar a un pacto para salir de la debacle económicas con la que nos vamos a encontrar cuando acabe esta situación.
¿Qué hacen esos dos individuos y una parte de sus secuaces? Negarse en banda, con excusas de fulleros, a iniciar contactos. Si fuesen personas honradas y dignas, asistirían y, en el caso de que el Gobierno quisiera meter todas sus medidas, y que el PP les hiciese de palmero, entonces, y solo entonces, denunciarlo con datos reales, y no esparciendo bulos
No les quiero motejar de chacales o buitres carroñeros, ya que estos animales cumplen una función digna: eliminar despojos que podrían contaminar el medio ambiente. Pero ¿qué función cumplen el flamante Máster por Harvard (Estado de Aravaca), y su fiel (por ahora) escudero el lanzador de huesos de aceitunas?
Por su actitud parece que quieran volver a los tiempos gloriosos de la Púnica, la Gúrtel, la Lezo, el Velódromo, el aeropuerto de Castellón, o el Metro de Valencia, y muchos otros casos que no cito por no querer hacer la lista interminable
¿Esos patriotas de banderita en relojes y camisas no se han enterado, o no quieren enterarse de que la patria no es solo una enseña, con o sin aguilucho? La Nación no son los símbolos inanimados, son sus gentes, son sus mayores, que han sido diezmados en residencias poco adecuadas, son sus pueblos y ciudades arrasados con bajas de personas, de autónomos, de pequeñas industrias. Pero esa realidad no la quieren reconocer, es mejor adorar a un trapo que no les contradiga, y a una Constitución a la que su mismo mentor ideológico votó en contra.
No quiero que se tome este escrito como un panegírico al gobierno del Sr. Sánchez, el cual ha cometido errores y ha improvisado. Pero ¿Qué gobierno mundial no se ha equivocado en alguna faceta de su actuación a este respecto?, ¿Cómo no se va a improvisar ante una situación nueva, que no tiene ni protocolos ni antecedentes?, ¿Cómo no va a haber carencias después de los bestiales recortes en sanidad de Administraciones anteriores, y teniendo en cuenta que se está funcionando con unos presupuestos generales realizados por el anterior gobierno (el de los recortes a la sanidad) que habían tenido que ser prorrogados?
Por ello mis preguntas son: ¿No hay nadie en el PP honesto?, ¿No hay nadie en el PP con sentido de Estado?, ¿No hay nadie en el PP que, si no puede revertir la situación a la que le están llevando esos indeseables, tenga la dignidad de dimitir para no ser cómplice?

viernes, 3 de abril de 2020

Analizando conductas propias (crónicas de encierro 3)




El confinamiento, las largas horas en casa, el tiempo que hay que llenar te permite reflexionar sobre actitudes, actos, o hechos pasados.

Parece como si hiciese muchísimo tiempo, dada la vertiginosa sucesión de los acontecimientos en estas últimas semanas. Uno de estos actos fue cuando en Facebook mostré un cartel en él que le resté importancia al tema del Covid-19. Evidentemente, me equivoqué, como, desgraciadamente, se ha empeñado en demostrar la realidad.

Cuando hice el comentario, la enfermedad prácticamente aún no tenía incidencia en nuestro país, y en Italia, donde comenzó el contagio en Europa, el índice de mortalidad estaba rondando el 5%, prácticamente la mitad que en la actualidad.

Cometí la ligereza de restarle importancia, en comparación con el sufrimiento de los refugiados que huían de la guerra, tildando a la infección, que se ha convertido en pandemia, de ser una afección comparable a una simple gripe.

¡Qué equivocado estaba!

Un amigo, que es médico y trabaja en uno de los grandes hospitales de Madrid, me advirtió que estaba equivocado, ya que la ocupación de las UCIs, cuando recién comenzaban los casos de contagio en nuestro país, demostraba que nos encontrábamos en el inicio de un gravísimo problema sanitario. Como tengo mucho respeto por sus opiniones profesionales (obviamente por las personales también), comencé a mirar la situación desde otra óptica mostrando cada vez más preocupación.

El tenía toda la razón, y el resultado es verdaderamente nefasto. La economía mundial se resentirá en todos los aspectos: en algunos casos por la paralización de la mayoría del proceso productivo; en otros, por plegarse a los dictados del gran capital y no pararlo, con lo que la pandemia, en su aspecto más global tendrá una duración mayor, teniéndose que plegar en mayor medida a los dictados de las ciencias de la salud, como en los casos de Gran Bretaña y Estados Unidos.

Siendo de capital importancia el tema económico, lo peor es el tema humano, con miles de muertos contabilizados en todo el mundo, y los que no se podrán contabilizar por cuestiones de recursos e infraestructuras en el tercer y el cuarto mundo.

Para continuar siendo coherente conmigo mismo, como dije la semana pasada, no quiero buscar culpables. Nadie estaba preparado para una crisis sanitaria de esta envergadura. Todos tenemos la solución cuando ha pasado el problema. Dejemos trabajar a los técnicos, y a la ciencia, y aprendamos de nuestros errores. Hagamos, dentro de la responsabilidad personal y colectiva, lo que esté en nuestras manos para acabar con esta situación.

No obstante mi grave error de apreciación, no podemos olvidar a los refugiados, que continúan huyendo de la guerra, una guerra que no conoce de pandemias y de dramas, que solo se alimenta de odio y de ansias de poder. Guerra, que no olvidemos fomenta el mundo occidental surtiendo de armas y escatimando alimentos a la población ¿Se estarán contabilizando en los campamentos de refugiados los afectados y los muertos por el coronavirus?

A los que me leen o me han leído alguna vez, le extrañará, posiblemente, el tema elegido para ilustrar este escrito. Me salgo de lo habitual, pero en estos tiempos tan duros que estamos viviendo un poco de belleza ayuda a pasarlo un poco mejor ¿Y, qué es más bello que una rosa?