viernes, 17 de agosto de 2018

De acuerdo, pero…




Leo que Unidos Podemos, propone un aumento de impuestos a “los  que más tienen” para apoyar el objetivo del déficit. Nada que objetar, pero los que “más tienen”,  no creo que estén por la labor, ya que si tienen más, es por la sencilla razón, entre otras cosas, que son los que menos contribuyen a la hacienda del país. 

No quiero ser demagógico, pero ¿Algún profesor de E.G.B. o auxiliar administrativo de la Administración ha salido en los llamados “papeles de Panamá”? ¿Cuántos protésicos dentales se aprovecharon de la amnistía fiscal del Sr. Montoro? ¿Cuántas telefonistas tienen cuentas en Suiza? ¿Cuántos bomberos tienen una S.I.C.A.V? Estos métodos y lugares citados, están siendo solo utilizados por los que “más tienen”.  Y a no ser que esté muy equivocado, son para evadirse de la obligación de pagar una parte muy sustancial de sus impuestos.

 En principio, no estoy en desacuerdo con los impuestos, es más los considero indispensables. El Estado al igual que sus ciudadanos, necesitan de unos ingresos para poder subsistir,  para desarrollar sus actividades y para cumplir sus compromisos. Los ingresos del Estado provienen de los impuestos y por esto, vuelvo a decir que en principio no hay nada que objetar.

Pero los impuestos para ser justos deben ser ante todo proporcionales y progresivos en función de las rentas percibidas por el contribuyente, condición que solo pueden cumplir los impuestos directos, entre los más conocidos el I.R.P.F y el Impuesto de Sociedades. La  Hacienda española no parece tener muy claro estos conceptos progresividad y proporcionalidad, pues gracias a las desgravaciones e incentivos, las grandes empresas y las grandes fortunas contribuyen bastante menos que lo que les corresponderían en  proporción  con en el P.I.B.  No hablemos ya, pues otro tema muy largo y espinoso donde tributan esas grandes empresas.

Esa misma razón de progresividad es la causa de que por naturaleza los impuestos indirectos sean injustos. Al ser  su importe  independiente de las rentas quienes tienen que abonarlos. No obstante su injusticia intrínseca,  por su facilidad de recaudación, son los aparentemente preferidos por los gobiernos, no solo del español, si no también  de toda la UE, como el caso más destacado y evidente como es el IVA.

Pero faltan unas cuestiones capitales al referirnos al tema de los impuestos: su distribución y la transparencia en su aplicación.

Para la aceptación de unos impuestos, los ciudadanos tienen que percibir que reciben unas transferencias a cambio. Entre las más sensibles podemos citar las que refieren: : al sistema educativo, a la sanidad pública, a las pensiones,  y en  general en todas las que contribuyen al bienestar de la sociedad. 

Difícilmente aceptarán que sus aportaciones al Tesoro Público,  sirvan para mantener privilegios de casta, como las pensiones a los políticos que cesan en sus cargos, a las auto-retribuciones que se asignan. Tampoco se aceptan tapar los enormes agujeros que dejan los gestores de algunas entidades privadas, por la a veces delictiva gestión de sus directivos, en lo que podríamos definir como: Socializar las pérdidas y privatizar las ganancias.

Con respecto a opacidad y falta de transparencia, baste mirar la Casa Real Española y compararla con la Casa Real Británica. Donde se puede ver claramente que aunque no nos guste la institución como tal, hay Monarquías y Monarquías.

 

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