martes, 21 de diciembre de 2021

Felices fiestas


 

Todas las religiones que han prosperado a lo largo de la historia de la humanidad han tenido, al menos, dos claves en común:

En primer lugar, una fructífera relación simbiótica con el poder temporal. En la actualidad es clara y directa esta relación en muchos países islámicos, y, aunque de manera menos visible, también en países de tradición cristiana, pues se forman lobbies capaces de influir en las elecciones presidenciales, o la aprobación de las leyes.

La otra característica es el afán de cubrir y solapar los nichos que ocupaba la religión a la que sustituyen, no solo en el marco de espacios materiales, también de los espirituales, y celebraciones.

Los templos etruscos fueron reconvertidos en romanos, y estos, a su vez, en cristianos, y, por no ser menos, muchos de estos en mezquitas.

Vayamos ahora al tema de creencias y celebraciones. No creo que pueda caber duda de que el cristianismo sea una religión de origen semita continua, hasta el punto que algunos autores consideran al cristianismo como una secta herética del judaísmo; en tanto que otros consideran que el cristianismo es el camino verdadero al ser Jesús el Mesías anunciado. No voy en ese camino. La Madre de Jesús ¿Cuándo alcanza la relevancia dentro de las creencias cristianas?, ¿Cuándo se populariza esta religión entre los pueblos no semíticos acostumbrado a adorar a diosas? La incidencia en los Evangelios de la madre de Jesús es prácticamente nula. De los cuatro evangelistas, solo, y de pasada, la cita Juan en el momento de la crucifixión. Los otros tres la ignoran.

Estamos en tiempos navideños, y aquí tenemos un ejemplo de superposición. En la zona de Belén, coincidiendo con el solsticio de invierno, las noches son frías. Por lo tanto, no resulta pausible que los pastores durmieran al raso con sus rebaños, por lo que se puede descartar que Jesús naciera en estas fechas. El solsticio de invierno se celebraba desde los albores de la humanidad, Hacía frío y se recogían en comunidad. Además, sabían, y les llenaba de gozo, que las tinieblas nocturnas no avanzaban más, y que la luz del sol se iría prolongando. Y este motivo de celebración de origen pagano se prolongó a lo largo de los siglos. Al no poderse suprimir la fiesta, el cristianismo la cubrió con la conmemoración del Nacimiento de Jesús.

Seas creyente o no. Celebres la Navidad, el solsticio de invierno, o el hecho de estar vivo, te deseo a ti y a los tuyos unas felices fiestas.

 


viernes, 10 de diciembre de 2021

¿Qué menos?


Hace ya bastante tiempo comenté que una de las ventajas de no tener ningún tipo de ligaduras era la libertad  al elegir el tema, y darle el tratamiento que, según mi parecer, era el más adecuado para el ese tema.

Hoy es una de las veces que voy a usar de esa libertad, y a algunos de los lectores puede parecerles que me salto el guion, que, en contra de la línea argumental que he ido siguiendo, esta semana no hablo de política.

Por una parte, tienen  razón pues no hablaré de los temas políticos que son habituales en mis escritos. Pero también se equivocan: si consideramos la política en su el más amplio sentido de la palabra, la Cultura es una parte de la política, ya que es una parte de la relación de los seres humanos, o, al menos, yo lo considero así.

En otros lugares del planeta no se menosprecia a los artistas que se expresan con vehículos menos convencionales. En nuestro país, no tiene el mismo reconocimiento oficial un cineasta, que un dramaturgo o un fotógrafo, o que un pintor, y podría citar infinidad de ejemplos más.

Me he referido a otros lugares ya que Bob Dylan recibió de forma muy merecida el reconocimiento de la Academia sueca, que le concedió el Premio Nobel de Literatura por su poesía, poesía que mostró en canciones en vez de en las formas tradicionales.

En estos días Joan Manel Serrat ha anunciado su despedida musical, y sólo ha encontrado eco en sus seguidores. La Cultura oficial y los intelectuales orgánicos no han hecho ningún movimiento ni declaración.

Muchos, especialmente si desconocen el panorama cultural español, pueden pensar: “Todos los días se retira o retiran un cantante y no pasa nada”.

Joan Manel Serrat no solo es un cantante: Es un poeta y amante de la poesía. Fue la voz que hizo escuchar en el plúmbeo yermo del tardo franquismo a poetas perseguidos, forzados a marchar al destierro, e, incluso, asesinados por la tiránica dictadura que esclavizó a la ciudadanía ¿Quién, aun sin saber quién era el autor de la letra, no ha tarareado “Caminante no hay camino…” o “Para la Libertad traigo…”?

Siendo importante esta faceta divulgadora de esa riqueza literaria que nos tenían secuestrada, no podemos obviar  que Serrat era (y es) un extraordinario poeta que ha elegido la música como vía para acercar la poesía al gran público.

Aprovecha, además, su bilingüismo para escribir en sus dos leguas, en ambas con igual fluidez y sentimiento.

“Cançó de bressol” es una bella canción de cuna que sigue la tradición de aunar un texto inquietante y trágico propio de las nanas tradicionales.

Su poesía abarca multitud de géneros, desde costumbristas, como “Fiesta” o “La tieta”, o el bello poema de amor y melancolía “Paraules d’amor”, o la pujanza y fuerza de “Ara que tinc vint anys”. Pero, quizás, donde más se puede ver la calidad de su poesía es en sus cantos a las cosas pequeñas, y aparentemente inanes como “Cada loco con su tema”, o “No hago otra cosa que pensar en ti”.

Por su puesto, no se puede olvidar “Mediterráneo”, compendio de la idiosincrasia de los pueblos ribereños de este mar.

Sin embargo, no se le ha reconocido de forma oficial. Todo lo contrario.

Los nacionalistas catalanes no le han perdonado que escriba en castellano. Los nacionalistas centralistas que empezara cantando y escribiendo en catalán. La derecha sus críticas al franquismo, y las izquierdas su apoyo crítico al socialismo catalán.

¿A qué se espera para reconocer oficialmente su extraordinaria obra? ¿A que se muera?

Como dije en mis escritos de las últimas semanas, estoy cansado. Por ese motivo me tomo unas vacaciones hasta pasadas las fiestas. 

viernes, 3 de diciembre de 2021

Sigo cansado y harto


No, no se me han pasado ni el cansancio ni el hartazgo. No ha habido ninguna causa que mitigara ninguno de ambos sentimientos. Antes bien al contrario, hay motivos para acrecentarlos.

La semana pasada expuse los principales motivos que me producen el cansancio. Ahora debo sobreponerme a él, para justificar, o, mejor dicho, explicar de forma racional y no visceral las causas que me hacen estar harto.

La razón es el creciente incremento del fascismo y el filo fascismo que se va percibiendo en la sociedad, y que se manifiestan a través de diferentes comentarios y actuaciones. Sin embargo, esta afirmación es muy general, y podría venir motivada por mi sensibilidad política.

Para evitar esa sensación, intentaré dar algunos ejemplos que corroboran mi afirmación.

Por una parte, el partido que oficialmente representa la más extrema derecha está sembrando dudas sobre la eficacia de las vacunas contra el COVID 19, para, de una forma sibilina, socavar la credibilidad de la sanidad pública. Fomentan y arropan de forma solapada todas las posiciones fruto de la incultura de negacionistas, anti vacunas, y todas las teorías conspiranoicas que circulan al respecto. No obstante, se conoce que sus principales dirigentes se han vacunado, y así lo han reconocido todos.

¿Todos? No, su portaestandarte, siguiendo su acendrada costumbre, dice una cosa que no se corresponde con sus acciones. En el tema de la vacuna, defiende el “derecho personal” a no vacunarse y a ocultar en qué situación de inmunidad contra la COVID 19 se encuentra cada individuo. Se puede llegar a intuir por sus actitudes que él no se ha vacunado. Cosa totalmente falsa, ya que se tiene constancia de que sí lo hizo. Claro que una actitud de ese tipo está en consonancia con su trayectoria personal. Sirvan como ejemplo estos tres casos: Defiende los valores castrenses, y, por su edad, le hubiese correspondido realizar el servicio militar obligatorio, pero fue pidiendo sucesivas prorrogas hasta quedar exento de la obligación de realizarlo. Es un ferviente defensor de la “familia tradicional”, pero tiene tras de sí un matrimonio roto. Y, como postrer ejemplo, clama en contra de los “chiringuitos políticos” y a favor de la empresa privada, pero él no ha trabajado ni un solo día de su vida en una labor relacionada con la producción, y siempre ha cobrado como cargos públicos, o a sueldo de partidos políticos. En relación con los “chiringuitos", él estuvo dirigiendo (es un decir) uno que, en el poco más de un año en el que se mantuvo al frente de la fundación, no realizó labor alguna.

“Casualmente”, cuando se le acabó esta bicoca abandonó el PP, partido que le había proporcionado la subsistencia desde su juventud, para pasar a dirigir, al menos como relumbrón, y continuar cobrando con cargo a los presupuestos del Estado.

Por otra parte, estoy convencido de que, a día de hoy, el único sistema que puede garantizar un régimen de libertades donde converjan las públicas y las privadas es una democracia parlamentaria representativa, donde puedan hacer oír sus voces todas las sensibilidades políticas, y con capacidad de gobernar en función de la fuerza que les hayan cedido los ciudadanos en las urnas. Sin embargo, creo deshonesto que un partido que se auto define como de centro derecha, por la ambición de dos de sus líderes, esté compitiendo para situarse más a la derecha que el propio partido que oficialmente representa la ultra derecha.

En sus intentos de desgastar al Gobierno, y al más puro estilo fascista, no dudan en mentir con burdas patrañas en temas como la pandemia, los datos del paro, o las tendencias del PIB. Se niegan a resarcir, al menos moralmente, a los cientos de miles asesinados o represaliados por la dictadura franquista, en tanto se obstinan en airear el espectro de ETA, que está o ha estado pagando en prisiones los crímenes y desmanes que cometieron,  y que ha reconocido sus errores pidiendo perdón.

Por desgracia, la extrema derecha, actualmente no hay otra derecha, está instalada en la bronca y el insulto. Actitud que produce un estado de crispación que contagia a los otros grupos, convirtiendo la más alta cámara de debates en un cotarro

La crispación y las actitudes ofensivas no se limitan a los representantes del pueblo. Contagia a este hasta alcanzar unas situaciones deplorables de enfrentamientos, donde el raciocinio se troca en insultos y descalificaciones.

No acaban aquí las actuaciones movidas por el ansia desmedidas de alcanzar el Gobierno. Han roto las más elementales nociones del sentido de Estado, incumpliendo la práctica de defender, o, al menos, no vituperar las acciones gubernamentales en foros extranjeros, no dudando en aliarse con países partidarios de restringir las ayudas a España para salir de la crisis provocada por la pandemia, y en hacer propaganda para que no aprobasen en el Parlamento Europeo las líneas que hacían viables los Presupuestos Generables del Estado.

No hace falta hablar del chalaneo para renovar algunos órganos fundamentales para la buena marcha de la nación, y del boicot a la renovación del Tribunal Supremo en total oposición a la letra y al espíritu de la Constitución.

Además de todo esto, se nos muere Almudena Grandes ¿Comprenden que esté harto?