viernes, 30 de julio de 2021

Un país feliz (o así) y 6


 

PSOE

Para comprender la historia de la historia de la Izquierda española, y, por ende, la propia historia de España de este último siglo, es necesario conocer las relaciones entre el PSOE, partido hegemónico de la mayoría de votantes, y el resto de formaciones que se ubican en este espacio político.

La desconfianza, los enfrentamientos, el resquemor, cuando no odio, entre  los dirigentes, y también entre buena parte de los militantes y seguidores socialistas y comunistas (o afines) han sido y son constantes. Sus reproches y acusaciones se suceden sin tregua, y cuando en algunos momentos ha habido algo semejante a una tregua en pro de un objetivo común, no han cesado los intentos por parte de ambos de poner trabas y obstáculos para lograr romper y hacer imposible un proyecto común y a largo plazo, para llegar a un fin común.

Estas circunstancias, unidas al tradicional cainismo de la izquierda, empiezan a  vislumbrarse en la situación actual.

Dejaré de elucubrar teorías para volver al objetivo que me marqué al comenzar a escribir esta serie de artículos: relatar la situación a la muerte del genocida general y en los primeros años posteriores al suceso, siempre desde mi punto de vista.

El PSOE es el gran beneficiado de la transición, en parte por méritos propios, que son innegables, y, en parte, por las circunstancias que le favorecieron.

Algunas de las principales causas que forjaron su éxito, pero que no indicaré si fueron endógenas o exógenas para no pecar en exceso de tendencioso, fueron:

a)    No estaba contaminado por el franquismo. El cual, por su parte, pasados los primeros tiempos de la dictadura no los persiguió encarnizadamente para no enemistarse con los países europeos con gobiernos o partidos muy influyentes que coincidían en la misma ideología.

b)    Al haber “roto” con la dirección histórica, que se encontraba en el exilio, se presentaba como un partido joven y europeísta con vínculos con los partidos modernos social demócratas.

c)     La decidida apuesta del SPD alemán en su pugna contra la dirección del exilio, así como en su aparato propagandístico.

d)    Elegir a un líder con carisma personal, y un extraordinario comunicador, con la osadía de poner al partido al borde del cisma al renunciar al Marxismo para tranquilizar a gobiernos de países que pudieran temer un radicalismo que pudieran llevar a España al borde de otro 1936.

e)    La dirección del PCE desmovilizó sus bases, que habían constituido la única oposición organizada y no violenta al franquismo, en pro de una reconciliación nacional, pero no supo trasmitir su mensaje a la sociedad civil.

f)      Tanto Franco como el aluvión de propaganda a escala mundial, no olvidemos que llevábamos años en la era de la guerra fría, donde la esencia de todo mal estaba representada por la URSS, y se demonizaba al comunismo sin hacer distinciones entre ellos. Críticas que según a qué partidos comunistas estaban justificadas, pero a otros no.

g)    Por su parte, el PSOE supo transmitir a la sociedad que era la única formación política capaz de liderar el cambio que el país necesitaba.

Es indudable que consiguió convencer a los españoles. Lo consiguió de tal manera que ellos mismos se vieron sorprendidos por el éxito cuando ganaron las elecciones en 1982 y se encontraron en la situación de no tener cuadros preparados para el aluvión de cargos que tenían que cubrir. Entró gente en avalancha, unos a trabajar por un país mejor, otros…

De esta situación vienen muchos de los males de la izquierda española. Mientras que las bases son de izquierdas ¿Podemos decir lo mismo de algunos de sus dirigentes, incluido su carismático líder (hoy componente de los más selectos Consejos de Administración)?

¿Continuará? Como una continuación de esta serie estructurada en torno a los primeros años después de la muerte del genocida, decididamente no.

No descarto, sin embargo, que pueda intentar analizar la situación presente, resultado de la deriva de cómo se abordó este proceso histórico.

En todo caso, será después de un par de semanas de vacaciones que voy a tomarme durante el mes de agosto. Con esperanza  de que me sigan leyendo tras esta pausa. Deseo que todos aprovechemos estos días de asueto para recargar las pilas

¡Felices vacaciones!


viernes, 23 de julio de 2021

Un país feliz (o así) 5

 



En el primer capítulo de esta serie, advertí que no pretendía ser imparcial y mucho menos equidistante. Dije y creo necesario recordarlo, que pasaría los hechos por mi tamiz ideológico, aunque evitando en lo posible caer en lo tendencioso.

Tras este preámbulo relataré los orígenes de AP, o lo que es lo mismo los avatares de D. Manuel Fraga en la etapa que estoy abordando

Formó parte del primer gobierno de España tras la muerte del genocida en el que desempeñó  el cargo de Ministro de Gobernación. Su labor, fue, por ser benevolente, con más sombras que luces. La extrema derecha campaba incontrolada mientras la represión policial contra las emergentes fuerzas democráticas no tenía nada que envidiar a la de los años más duros del franquismo. De este periodo cabe destacar la frase atribuida a él: “¡La calle es mía!” También y esto no es una frase más o menos desafortunada, los llamados “sucesos de Montejurra” donde la “posesión” de la calle llevó a una feroz represión   que ocasiono varios muertos entre los obreros manifestantes.

La situación no podía perpetuarse y cesó el Gobierno de Arias Navarro. Dando paso al primero de Adolfo Suarez y último no proveniente de los resultados electorales. Fraga tuvo que irse a su casa, pero no por mucho tiempo. Al deshacer el equipaje, que había acumulado durante su etapa como Embajador en el Reino Unido de Gran Bretaña, encontró un carnet de “Demócrata de toda la vida” que venía como regalo en un bombín que había adquirido en la capital inglesa.

Feliz con su hallazgo y aprovechando los nuevos vientos políticos que soplaban en España, junto con seis ex ministros franquistas fundó Alianza Popular (AP) con la esperanza de recoger a todo el franquismo descarriado y huérfano que andaba desperdigado tras la muerte del dictador.

El fracaso fue total, no obstante cosecharon unos resultados que les permitieron formar parte de la comisión que elaboro la Constitución. Eran otros tiempos y se pretendía que el grupo reformista ocupase el espectro político más amplio posible, ya que el peligro de una involución era real.

No obstante que el líder de AP D. Manuel Fraga era uno de los redactores del texto que regiría la vida de los españoles. Esos grandes defensores de la Sacrosanta Constitución  española, esa misma que  la consideran inviolable y el compendio de todo bien, se abstuvieron o votaron en contrade su promulgación.

El Sr. Fraga fue lo suficientemente sagaz para desprenderse sin causar demasiada sangre, de los apellidos más ligados al franquismo, al tiempo que contribuyó al debacle electoral de UCD captando a casi todos los nombres más sobresalientes de dicha formación. De hecho sólo hubo una única de las primeras figuras que pasó al PSOE. El resto, prácticamente en bloque, termino en AP

En estos momentos es cuando Fraga muestra su valía como animal política: Aglutina en torno a su formación desde los restos no asilvestrados del franquismo hasta el centro derecha moderada proveniente de UCD, al tiempo que condena al ostracismo a las figuras demasiado relacionadas con el régimen dictatorial y a algunos de los Barones de UCD que formaron el fermento de su disolución.

AP era el partido que lideraba la Derecha española, Fraga era su cabeza indiscutible sin embargo el PSOE obtenía mayorías absolutas en el Parlamento y en casi todas las administraciones locales y autonómicas ¿Cuál era el problema? El problema era el propio Fraga que tenía su techo electoral. Si bien es cierto que tenía seguidores incondicionales, no es menos cierto que su pasado franquista y sus modos autoritarios le creaban una serie de detractores, que aún coincidiendo en el mismo espacio político se negaban a  otorgarle su voto.

El Sr. Fraga fue consciente de esta situación y con una visión de estadista. A pesar de su desmesurada ansia de poder, supo apartarse de la carrera para acceder a la Presidencia del Gobierno y tras una elección errónea de sucesor, volvió a elegir un nuevo heredero político. El cual llevo a la formación ya rebautizada como Partido Popular a gobernar la nación.

El elegido fue D. José María Aznar López que por su pasado en el Frente de Estudiantes sindicalista de ideología falangista y por el cariz de sus escritos en contra de la Constitución, no hacían augurar que, de ser un oscuro funcionario, Inspector de Finanzas del Estado,  iría escalando peldaños en el refundado PP que le llevarían sucesivamente a la Presidencia de la Comunidad, de Castilla León, a la presidencia de su partido a Jefe de la Oposición y por fin a la Presidencia del Gobierno de la Nación.

En su primera legislatura, que gobernó en minoría, su mandato fue correcto y ponderado, encabezando una tímida lucha contra la corrupción. En su segunda Legislatura la situación varió.

 Aparte de que su elección de ministros fue bastante discutible, ya que la inmensa mayoría de ellos, están inmersos en litigios judiciales por supuestos delitos económicos, cuando no ya condenados en firme. Él por su parte sufrió La Iluminación. Se convirtió en una divinidad del Liberalismo económico y adquirió el don de la infalibilidad.

De sus sucesores y la deriva política del partido, he escrito de forma reiterada y creo que sus futuras actuaciones me den ocasión de seguir haciéndolo

Continuará…

 


viernes, 16 de julio de 2021

Un país feliz (o así) 4


 


A modo de prólogo, y antes de entrar en materia, y por si alguien no lo recuerda, o lo desconoce, debo aclarar que el PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya) es el partido de los comunistas de Catalunya, y, aunque gozaban de completa autonomía con respecto al PCE, siempre han ido muy ligados, especialmente durante la clandestinidad. Por agilidad en la narración, y para evitar repeticiones, quiero aclarar que, prácticamente todo lo que narro refiriéndome al PCE, se puede hacer extensivo al PSUC.

Estoy convencido de que estas opiniones personales pueden generar fuertes discrepancias, y, posiblemente, tengan algo de razón, y yo peque de subjetivo, pero no hay que olvidar que son mis impresiones las que describo.

La actuación  durante la Transición de las dos formaciones comunistas existentes en España (enfatizo lo de comunistas de España, y no pretendo hacerlo extensivo a otros partidos comunistas del resto del mundo) fue lo que n marcó que el proceso se desarrollase sin violencia (excepto la generada por la extrema derecha, y  por el nacionalismo periférico violento y cerril), demostrando un sentido de Estado, y una responsabilidad ciudadana que resultaron ejemplares, pues renunciaron, en pro de la gobernabilidad, a muchas, quizás demasiadas, cuestiones que desembocaron en su pérdida de influencia.

El PCE fue la autentica locomotora de la oposición al régimen dictatorial del General Franco: las cárceles se nutrían con los ingresos de sus militantes; los procesos judiciales se sucedían en contra de ellos; y los torturadores se cebaban con aquellos de los que se sospechaba que podían ser simples simpatizantes. Hay demasiados asesinados bajo unos procedimientos jurídicos sin fundamentos de justicia,  cuyos descendientes aún esperan  su exoneración de los supuestos delitos por los que fueron condenados. Si examinamos la causa de esas condenas, en su inmensa mayoría fueron consecuencia de su militancia en el PCE.

A pesar del panorama existente, y de la contumaz persecución que sufrían, el Comité Central del Partido Comunista de España, reunido en Praga (¡cualquiera lo hacía en España!), aprobó la Política de Reconciliación Nacional, renunciando a la lucha armada, o a cualquier tipo de violencia política. Directriz que se cumplió estrictamente, tanto en vida del Sátrapa como después de su muerte.

Siempre, incluso en los momentos más duros de la represión, en todos los lugares, también en los penales y campos de concentración más inhumanos,  hubo pequeñas células comunistas oponiéndose a la tiranía, pero lo que no  hubo fueron episodios de violencia política perpetrados por comunistas.

Sus miembros estaban dentro de todas las fuerzas sociales, que, más o menos proscritas o toleradas, se movían en el país, como podían ser: movimientos vecinales, agrupaciones de consumidores, sindicatos (ilegales y verticales), y cualquier otro de carácter social. En una palabra, era la única fuerza en el interior con una organización y estructura consolidada y fuerte, con la excepción, claro está, de las organizaciones franquistas, o las de la extrema derecha, que eran toleradas, cuando no fomentadas, desde las áreas del poder.

La dirección del Partido fue consciente de que una ruptura brusca y total con las estructuras del régimen dictatorial, que estaban intactas, y con unas fuerzas armadas, que en esos momentos en su mayoría eran seguidoras de las directrices del dictador, podría degenerar en un enfrentamiento de consecuencias insospechadas. Para evitarlo, y favorecer el cambio de modelo de forma pactada, y en pro de la reconciliación que preconizó, el PCE aceptó algunas de las más polémicas condiciones que exigía la derecha, tales como: la Monarquía instituida por el Dictador, la bandera bicolor, y la impunidad para las atrocidades y quienes las cometieron en los años de terror y represión. Medidas que, a pesar de ser acatadas por las bases, nunca fueron asumidas por gran parte de ellas.

El cansancio, la desilusión, la frustración de ver a los torturadores disfrutando de prebendas, y el cainismo imperante, explican, en gran medida, el ocaso que ha sufrido y sufre el PCE.

¿Qué hicieron otras fuerzas políticas durante la dictadura? Es algo que siempre se pasa por alto. No sé si por mala conciencia, flaqueza de memoria, o intento de que los desmemoriados no recuerden que unos  pasaron esos años en el exilio, sin pasar por cárceles ni represiones; en tanto que alguna otra formación que intenta dar lecciones de democracia fue fundada por ex Ministros de la dictadura, y no únicamente por uno de ellos. Fueron un total de siete.

Sin embargo, estos casos serán objeto de otros escritos.

Continuará…


viernes, 9 de julio de 2021

Un país feliz (o así) 3


 

UCD

Es prácticamente imposible citar a la UCD sin mencionar, al mismo tiempo, a Adolfo Suarez ya que es difícil discernir quien hizo a quien, y separar la finalidad y los objetivos de ambos. Uno nació para darle contenido al otro, y el fin de uno marcó la desaparición del otro.

¿Quién era Adolfo Suarez? Hasta un momento determinado, un miembro de las estructuras franquistas que había desempeñado, entre otros, los cargos de Director general de RTVE, Gobernador Civil, y Jefe provincial del Movimiento de Segovia. Todo cambió para él en 1975 cuando es nombrado vicesecretario general del Movimiento, puesto que ocuparía hasta la muerte del Secretario ese mismo año al que sustituyó. El 11 de diciembre de 1975 entró en el primer gabinete de Arias Navarro, formado tras la muerte de Franco.

En julio de 1976 el rey Juan Carlos I le encargó la formación del segundo gobierno, y aquí es cuando encuentra la ocasión de desarrollar su capacidad extraordinaria, por la cual ha pasado a la Historia (con mayúsculas) por méritos propios: su increíble destreza para deshacer estructuras creadas (al menos en teoría) para perdurar en el tiempo como eran, los principios fundamentales del Movimiento, y la UCD.

Los Principios eran el cuerpo doctrinal, y las “disposiciones legales” de la dictadura que tenían instituidas para permanecer inalterables en el tiempo en un franquismo sin Franco.

Con una habilidad de “mago de teatro”, o, quizás, de “tahúr del Misisipi”, logró que los mismos que tenían que guardar las esencias franquistas votaran su auto inmolación, y todo dentro de esa “legalidad” que llevó a un proceso constituyente del que ya he hablado. Con la aprobación de la Constitución se disolvieron las Cortes, y se convocaron elecciones, las primeras libres desde la II República a las que se presentó, y que ganó al frente de la UCD.

Hasta ahora he mencionado reiteradamente a la UCD, ¿Pero qué había detrás de estas siglas? Empecemos, antes de definir su contenido, fines y pretensiones, por citar el nombre de la formación: Unión de Centro Democrático.

Pretendía ser un partido político homologable con el resto partidos existentes en los países democráticos de nuestro entorno. Sin embargo, jamás dejó de ser una amalgama de intereses personales en busca de perpetuarse en el poder, y con una escasa, dispar, y, en muchos casos, nula ideología. Su mensaje iba dirigido a esa masa amorfa, y con inculta política creada por el terror generado por los órganos de represión de la dictadura franquista. Con la prostitución sistemática del lenguaje lo denominaron Centro.

Ni que decir tiene que esa denominación hizo fortuna. De manera que, desde entonces, toda formación política que, de manera vergonzante, quiere ocultar su ideología se auto denomina como centrista, ignorando, o fingiendo ignorar, que, tanto en geometría como en política, el centro es un punto inmaterial, que carece de longitud, superficie, o volumen. Por tanto, carece de aforo para albergar a nadie.

Volviendo a la UCD, analicemos someramente la causa por las que, un ente creado para perdurar, desapareció de la vida pública en tan corto espacio de tiempo. A pesar de no haber una causa única para su voladura incontrolada, el origen hay que buscarlo en su nacimiento y composición.

Como dije anteriormente, estaba formado por un buen puñado diferente de intereses de partida, pero con un fin común: ser parte del poder. Viendo que empezaba a hundirse el terreno bajo sus pies, y/o no habían alcanzado las prerrogativas buscadas, empezaron a ponerse nerviosos, y buscaron nuevos acomodos, aprovechando que los partidos actuales no respondían, al igual que la Roma clásica, ante traiciones.

Sin embargo, pecaría contra la verdad si no citara que la gran destreza para deshacer que demostró Adolfo Suarez, la contrarrestaba con su nula capacidad para construir.

Si unimos estas circunstancias, es fácilmente explicable el final de la UCD.

Continuará…


viernes, 2 de julio de 2021

Un país feliz (o así) 2


 


Un país feliz (o así)  2

LA MONARQUÍA

Mi pretensión es hacer r una crónica de las vicisitudes, hechos y personas más relevantes, en mi opinión,  en la historia de nuestro país, desde el fin de la guerra incivil, dándole mayor or protagonismo al periodo comprendido entre la muerte del desalmado dictador hasta nuestros días.

Ya advertí en el primer capítulo de esta serie, que intentaré ser ecuánime, que no equidistante. Tengo una ideología que no oculto. Mis exposiciones en consecuencia están filtradas por este prisma ideológico.

Tengo muy pocas convicciones viscerales, sin embargo debo reconocer que el tema de las monarquías es una de ellas. De ahí que este es el punto en el que me resulta más difícil ser o al menos intentarlo, lo menos tendencioso posible. De forma que mis comentarios se aproximen fielmente a los hechos.

Uno, quizás el principal, de los “trágalas de la Transición y que fue condición ineludible para la aprobación  de la Constitución, fue que la Jefatura del Estado recayera en la cabeza de la nueva monarquía instaurada por el Dictador. La Monarquía representada por Juan Carlos I. No fie la restauración de la que fue rechazada por los españoles el 14 de abril de 1931. Fue la iniciación de una nueva, impuesta por el tirano en contra del viento de la sociedad, con el megalómano deseo de perpetuar el franquismo tras de su nuerte.

Como consecuencia de la cerrada censura en todos los medios ante cualquier tipo de críticas a la figura del Rey, este vivió un plácido idilio con gran parte de una sociedad acrítica, que sólo se vio interrumpido en parte, ante un hecho de su vida privada, suponiendo que un Rey pueda y deba tener vida privada.

a)    Vida privada,- Si fuera un cargo electo, jamás  creo que se debería tener en consideración esta vertiente, pero no lo es. La “legitimidad” de la monarquía se basa en el ejemplo de vida, a su honestidad y transparencia de sus actos. Especialmente cuando como en el caso español, su figura es inimputable, No se le puede legalmente  investigar y mucho menos condenar por alguno de sus actos tanto si los realiza en cumplimiento de sus obligaciones constitucionales, como en los actos que pudiese cometer en su más completa intimidad. Los diferentes episodios que van surgiendo con harta regularidad, no apuntan a una vida intachable ni en el seno de la familia ni cómo contribuyente.

b)    Vida pública.- He resaltado, que el Rey es el Jefe de Estado heredero de Franco. La disculpa argüida por parte de algunos sectores políticos de que su figura se vio legalizada por  la Constitución aprobada en referéndum por el pueblo español, es un argumento falaz, ya que o se aprobaba el texto integro y sin posibles alternativas, o seguían vigentes las leyes de la dictadura. No cabe duda, al menos para mí, que el Rey en los primeros momentos y posiblemente hasta l 23 F, ejerció de pararrayos beneficioso para la incipiente democracia. No podemos olvidar, como ya dije, que una parte importante de los integrantes de las FF.AA.  continuaban siendo  franquistas  y por tanto dispuestos a acatar sus órdenes incluso aunque fuese ya un cadáver. Si “su Caudillo” había designado A Juan Carlos como su sucesor para perpetuar su Régimen, estaban obligados a acatar sus órdenes. Esta doble circunstancia: La imposición de su figura y el acallar a los más levantiscos le permitió mantener un prestigio durante muchos años. Cada vez se fueron filtrando más actuaciones y con el conocimiento de ellas, ellas fue menguando su apoyo popular, a pesar de que aún queda algunos colectivos que dicen que salvó la democracia y por esa razón le debemos gratitud eterna. No estoy en absoluto de acurdo con esa opinión, pero pienso que sin su figura la transición hubiese sido diferente

c)    23 F

Las medidas democratizadoras, el desmontaje hasta cierto punto de algunas estructuras franquistas, la relativa pérdida de poder de influencia en la sociedad cibi, el relevo, en su mayoría por edad de los militares proclives a la dictadura por otros más receptivos a la necesidad de adaptarse a los tiempos. Creó un intenso malestar entre los partidarios de la dictadura que culminó en la tragicomedia, o más bien esperpento Valleinclanesco del 23 F

Nunca se ha llegado a demostrar o al menos conocer todo el entramado de3l fallido golpe. Nunca se ha llegado a saber cuáles fueron los apoyos exteriores e interiores con los que contaban. Hubo y  hay demasiados interesados en borrar las huellas, per se habla, por parte de conocedores del tema, que habían tres tramas golpistas: La civil, que nunca ha aflorado, la de una cúpula militar cuya cabeza parece ser que era Alfonso Armada, a la sazón General del Ejercito y una tercera liderada por el Guardia Civil de opereta bufa Tejero. Se dice que no hubo coordinación entre las tres tramas y que Tejero se adelantó y afortunadamente  fracasó

La resolución estuvo y continua estando plena de interrogantes tales como ¿Por qué no se contempló el delito de secuestro Por qué se exoneró a participantes en el ataque a los representantes se la soberanía nacional? ¿Por qué no se investigo la implicación de la trama civil?

Cual fue el papel de Juan Carlos I? A primera vista impecable, se vistió con el uniforme de Capitán General de los Ejército y ordenó que cesaran los golpistas en sus acciones Lo hizo a través de un comunicado institucional emitido  TVE y que fue seguido por una inmensa mayoría de los espales.

 La única duda que puede surgir de su actuación es. ¿Por qué tardo más de cuatro horas en hacerlo?

Lo que sí que resulta cierto es que el ruido de sables desapareció y que Juan Carlos tuvo un reinado largo y tranquilo y que sólo tuvo que dimitir tras un escándalo de su vida personal

Continuara…