viernes, 26 de mayo de 2017

Esos son sus poderes



Vaya por delante que, durante la campaña para elegir Secretario General del P(SO)E, siempre he dicho, y lo mantengo aún, que, de las tres personas que optaban al puesto, yo elegiría a la cuarta.

Como ya no tiene sentido analizar a los derrotados, voy a exponer mi opinión personal sobre el Sr. Sánchez. Quiero repetir que es mi opinión personal, que no pretendo que sea compartida, ni, mucho menos, convencer a nadie.

Como primera providencia, creo que el ya citado Sr. Sánchez tuvo una enorme virtud, suerte, o conjunción cósmica: saber estar ahí, en el lugar idóneo, en el momento adecuado.

¿Cómo llegó hasta ahí? Pues tendremos que hacer un pequeño recorrido por la historia reciente: Tras la desastrosa gestión de la crisis por parte del  Sr. Zapatero, que se quedó sin capacidad de reacción y con un agudo colapso mental ante la situación que se encontró como consecuencia del descalabro financiero mundial, y ante la imposibilidad real de que se pudiese presentar a las inminentes elecciones, el partido echó mano para presentarse a los comicios, no para ganarlos, pero, al menos, para hacer un papel digno al que creían incombustible, el Sr. Rubalcaba. Este, a la postre, no resultó tan ignífugo como se pensaba. La formación política necesitaba a alguien que no espantara a los votantes que aún les eran fieles, pero que tuviera un bajo perfil político, para que mantuviese el partido en custodia, en tanto escampase y pudiesen sacar a un auténtico peso pesado. Encontraron a Pedro Sánchez, que, aparentemente, podría cumplir la labor de guardar el trono vacante,  que, como todo el mundo sabe,  pertenece al Clan del Sur, en estado impoluto, y custodiado en tanto no cambiase la marea.

Estos planes, tan elaborados, y, al tiempo, tan evidentes hubiesen resultado efectivos, si no hubiese sido porque al pergeñarlos no tuvieron en cuenta un par de puntos que resultaron fundamentales: La irrupción de Podemos y C’s en el plácido, hasta entonces, panorama político, y el inesperado gusto por el sillón del Secretario General, aparentemente interino.

La irrupción de Podemos y C’s, por una parte, trastocaba la matemática electoral que hubiese sido normal en ocasiones anteriores, dando la posibilidad para que, de una forma inesperada, pudiese gobernar el PSOE si llegaba a unos acuerdos, muy difíciles pero teóricamente posibles. Esta situación no  satisfizo a las mentes pensantes del P(SO)E por la desconfianza que les inspiraba PODEMOS como rival en el nicho electoral, y también por  temor a que el cabeza natural de la propia formación no supiese gestionar las relaciones de los hipotéticos aliados y las propias del gobierno. Para alejar toda posibilidad de acuerdo, pretendieron imponer unas condiciones imposibles de asumir por ningún partido con dignidad democrática. Ante esas condiciones, y como es natural, Podemos y el resto de  partidos inmersos en un posible pacto no pudieron aceptar el doble rasero usado con C’s y el que  se pretendía usar con ellos y se retiraron de las negociaciones. En esa tesitura, se repiten las elecciones y las condiciones para un posible pacto de gobierno resultan, de facto, imposibles. A pesar de que el Sr. Sánchez lo intentó a la desesperada, y se aferró a su ya conocido mantra de: “No es no”. Ante la situación de no salida viable, se vislumbran unas nuevas elecciones, pero la Plana Mayor del Partido desautoriza la postura de su Secretario General que se ve obligado a dimitir de su cargo.

Una vez defenestrado el sr. Sánchez, una Gestora entrega graciosamente, y libre de cargas, la Presidencia del Gobierno al Sr. Rajoy, con el consiguiente “cabreo” (perdón por la expresión, pero disgusto me parece demasiado suave) de todos los esperanzados por el No, de los que están hartos de recortes,  de las arbitrariedades del Sr. Montoro,  de las financiaciones ilegales,  de las corrupciones y corruptelas en todas las comunidades gobernadas por el PP,  de las “Cajas B”,  de los desplantes y salidas de tonos del Sr. Rajoy, de los rapapolvos, acompañados de multas, que impone la CE por mala gestión, y que no pagarán los gestores sino los ciudadanos,  de tantas y tantas cosas que nos ha “proporcionado” los gobiernos del PP.

 Ante esta situación, se convocan una primarias en el PSOE, presentándose como postulantes: la Sra. Díaz, la favorita de las mentes pensantes, líder aparente del Clan Sur,  y a la que cubren con su manto los dioses socialistas; y, por otra parte, el Sr. Sánchez, estigmatizado y repudiado por todos (bueno, por casi todos) los que en el partido son alguien. Amparándose en esta circunstancia, sabe rodearse de los que en el partido (como en todos los partidos) se sienten ninguneados, los que no pudieron digerir que su partido de toda la vida regalara el gobierno al PP, los que, por sistema, van contra los que mandan, y algunos otros que pasaban por ahí, para abreviar, de los que llaman las bases.  ¡Ah! Se me olvidaba. También estaba, o decía que estaba, en la carrera electoral el Sr. López.

En estas circunstancias, se extraña alguien de los resultados, y de que el Sr. Sánchez se asomase desde la sede de la calle Ferraz y, de forma simbólica, y señalando a las bases de toda España y dijese o pensase al igual que hizo el Cardenal Cisneros:”Estos son mis poderes”.

Publicado en El Periscopi el 26 05 2017

viernes, 19 de mayo de 2017

Eppaña va bien


Se suele decir que hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas. La frase, como todas las frases hechas, tiene una parte verdadera y otra falsa. No es cierto que las estadísticas, como parte de las matemáticas, mientan, ya que son una ciencia exacta. Pero la estadística, como casi todo en esta vida, es manipulable. Puedes introducir parámetros, y luego obtener infinidad de datos, todos ciertos, pero siempre se tienen que tener en cuenta los diferentes resultados, y no, sesgadamente, buscar unos que, si no lo relacionas dentro de un contexto, pueden resultar engañosos.

Esta introducción me viene dada por los datos del empleo que manejan el Gobierno y las Comunidades Autónomas para mostrar su satisfacción con los resultados de su política de empleo, que, aparentemente, crea puestos de trabajo de una forma continuada, pero cuyos resultados triunfalistas no se ven correspondidos con la situación de la España real.

Por una parte, se asevera que se firman cada mes miles de nuevos contratos. Pero estos no se corresponden con la disminución del paro ¿Qué puede pasar?, ¿Qué llegan nuevos emigrantes?, ¿Qué se incorporan más jóvenes al mundo del trabajo? Ambas hipótesis son erróneas, ya que ha descendido el número de emigrantes en el país, y el paro juvenil no baja.

La causa es  muy sencilla: la diferencia entre el número de contratos y la bajada del paro viene marcada por la precariedad laboral, donde un mismo trabajador puede, y de hecho lo hace, firmar varios contratos en un mes, lógicamente, con sus correspondientes ceses de actividad.

Pero el problema de la precariedad, con ser muy grave, no es el único, pues viene agravado por las jornadas laborables contratadas: contratos de horas o de días. Y aquí no voy a entrar en lo que todo el mundo  comenta sobre el fraude de las jornadas laborales  con contratos de cuatro horas diarias, que se convierten en la práctica en jornadas de 8, e, incluso, 12 horas diarias, y sin cotizaciones ni  horas extras remuneradas, ya que esto es una cuestión para la inspección del trabajo. Ante la situación del mercado laboral, y las dudas (aunque más bien son certezas) de la situación real, la solución para comparar la situación pre crisis con la actual es muy sencilla y resultaría muy clarificadora: consistiría en publicar al tiempo de los datos sobre el paro, las horas cotizadas a la seguridad social.

¿Por qué no lo hace ninguna de las administraciones que tienen acceso a esos datos? Siendo mal pensado, es porqué se les caerían los palos del sombrajo a todos los que alardean de los miles de contratos firmados en el ámbito de su jurisdicción, y tendrían que dejar de auto alabar su gestión en materia de empleo.

Siguiendo en esa dirección, también se podrían mostrar los datos estadísticos, no solo de las horas cotizadas, sino del importe de las mismas, lo que daría la explicación matemática de la razón por la que, encontrar un empleo, no significa salir del estado de pobreza.

Pero bueno, todo esto son elucubraciones de un pensionista (al que le suben su pensión el 0,25%) y que tiene mucho tiempo libre. A la mayoría de la gente de este país le interesan los temas importantes como pueden ser: si Ronaldo es el mejor del mundo, o si es Messi el mejor; si los árbitros harán descender al Mallorca; o si España es el campeón de gallos en Eurovisión.

En conclusión, Eppaña va bien, los españoles…
Publicado en El Periscopi el 19 05 2017

viernes, 12 de mayo de 2017

Pensamientos al filo del 1º de mayo (2)



La semana pasada mostraba mi extrañeza, y mi, llamémosla, indignación por la desmovilización de la ciudanía, a pesar de todo lo que nos han quitado y continúan quitándonos.

Sin embargo, el 1º de mayo como día del trabajador tiene, o debería tener, un elemento aglutinador que dinamice a estos. El elemento no es otro que la fuerza sindical, por eso creo que muchos de nosotros nos preguntamos ¿Qué hacen los sindicatos?

Los sindicatos (y hablo de los sindicatos de clase, ya que los otros no son sindicatos sino otra cosa a pesar del nombre) se dedican a existir, a intentar hacer lo máximo que pueden y a esperar que escampe.

Es verdad que, a pesar de la importancia teórica que da la Constitución a los sindicatos, ya que los cita en el Título preliminar, artículo 7, su creación viene viciada por unas normas dictadas por el miedo a la fuerza que pudiese alcanzar con su desarrollo. Para evitar  una posible gran influencia, se toman medidas, algunas con mucho calado, que merman  su implantación: Por una parte, se fomentan las agrupaciones gremiales con el nombre de sindicatos, como el de conductores de tren o de controladores aéreos, los de empresa;  se establece una ley  con efectos perversos de las elecciones sindicales,  que se deja fuera a las empresas de menos de 5 trabajadores;  además de la continua campaña de desprestigio a los que son sometido por las grandes patronales y a los medios afines (casi la totalidad) a ellos.

Con todo lo adverso que  supone para los trabajadores y por ende a sus representantes naturales lo anteriormente citado, aún resulta peor  que cualquier logro obtenido por los sindicatos, bien sea por presiones, conversaciones, o convenios, tiene que revertir en todos los trabajadores, estén o no afiliados al sindicato que gestionó la medida. En estas condiciones ¿Quién se afilia a un sindicato?, ¿Quién paga una cuota?, ¿Quién secunda una huelga?, ¿Quién se arriesga a ser mal visto por sus jefes?

Ante esta situación ¿Qué fuerza puede tener un sindicato si carece de afiliados?, ¿A quién representan?, ¿Qué cartas pueden exponer a la patronal para exigir mejoras laborales?

Hasta aquí, los sindicatos parecen ser los héroes de la situación, y los grandes sacrificados por el estado, la patronal y los obreros ¿Pero acaso esta institución está libre de toda crítica, y lo han hecho todo bien?

Ni mucho menos. Han sido, son, y me temo que serán acomodaticios. Han demostrado tener una nula visión de futuro. Y muestran su absoluta incapacidad para amoldarse a la realidad vigente.

Han sido acomodaticios al no luchar para ligar sus logros a los afiliados, buscando de ese modo una financiación en función de la afiliación;  al conformarse con las subvenciones en función del número de delegados obtenidos en las elecciones sindicales, lo que   les llevaba a competir con  sus aliados naturales, en vez de dedicar  sus esfuerzos en obtener beneficios laborales para los trabajadores; y teniendo, además, que convertirse en sindicatos de servicios para poder afrontar sus gastos generales de funcionamiento.

No han tenido visión de futuro para adecuar sus objetivos  a afrontar de la manera menos lesiva para los trabajadores la situación de crisis que nos asola.

No han sido capaces de dotarse de una organización y estructura ágil y eficiente ante la situación de precariedad laboral, tanto en cuanto al tiempo de contrato como  al tipo de trabajo, ya que, pongamos como ejemplo, si un joven empieza a trabajar durante quince días repartiendo pizzas, una semana de ayudante de electricista, un mes de peón de albañil, con la estructura sindical actual por federaciones ¿En cuál se afilia?

Como, a pesar de todo, tengo algunos instantes (pocos) optimistas, esperemos que  la romería laica del próximo 1º de mayo me de de para otros pensamientos más gratos que los del año actual.

Publicado en El Periscopi el 12 06 2017

viernes, 5 de mayo de 2017

Pensamientos al filo del 1º de mayo (1)




En la manifestación del pasado 1º de mayo me llamó la atención (como cada año) la insignificante cantidad de manifestantes (como cada año), y la repetición de los manifestantes (como cada año).

No puedo menos que preguntarme ¿Cómo es posible que, con más de cuatro millones de parados, con los recortes que hemos sufrido, con la falta de perspectivas laborales, con la precariedad, con la cantidad de jóvenes que tienen que emigrar por falta de horizontes, solo acudamos en Palma un pequeño número de personas a manifestarnos por la dignidad en el trabajo?

Esa indiferencia quizás pudiese entenderse en tiempos de “vacas gordas”, cuando muchos trabajadores podían creer, erróneamente, que se había alcanzado el bienestar, pero ¿Ahora?

Nos han recortado en  sanidad pública, en enseñanza de calidad, en prestaciones sociales, en pensiones. Para resumir: en todo lo relativo a acercarnos al “estado de bienestar” del que disfrutaban nuestros vecinos europeos.

La excusa para esquilmarnos fue la crisis, crisis que incluso se achacó a la clase trabajadora; que, según el partido en el gobierno, fue causada por un anterior ejecutivo; y que, cuando se ahondó durante su mandato,  fue atribuida a circunstancias externas a nuestro país. Según nuestros mandatarios, la culpa fue de trabajadores y exteriores a su gestión, no teniendo ninguna responsabilidad las entidades financieras con sus “subprime” que llevaron a la bancarrota a Lehman Brothers Holding Inc. Donde, casualmente, el Sr. De Guindos, D. Luís, era consejero para Europa y Presidente en España.

El Gobierno de España, donde, miren por donde,  el Ministro de Economía es D. Luis de Guindos, dijo que, para afrontar la salida de la crisis, eran necesarios sacrificios, los recortes expuestos en un párrafo anterior. Sin embargo, y debe ser por imperativo del destino, los ricos se han hecho más ricos, y los pobres han aumentado en número, hasta el punto de que somos el tercer país de la UE con mayor pobreza infantil, con la particularidad  de que también aquí el bache económico se ha aumentado, pues la pobreza infantil se ha cebado  donde dicha pobreza infantil ya existía antes de empezar la crisis.

Pero aún podíamos darlo todo por bueno si, verdaderamente, estos recortes hubiesen servido para sacar a flote a los trabajadores y a la clase más desfavorecida. Pero, no. Vemos que estos  el déficit público está por encima de la media europea, que la deuda exterior ha crecido de una manera alarmante, hasta el punto que es en la práctica impagable. Entonces la pregunta es ¿A dónde ha ido el dinero que nos han descontado a los trabajadores? Entre otros sitios, al rescate bancario, ese rescate que, según el Sr. Rajoy, no iba a costar ni un euro al bolsillo de los españoles; a esas autopistas faraónicas e innecesarias, que se han nacionalizado para asumir todas las perdidas y sus deudas, y después volver entregarlas al sector privado; a sufragar aeropuertos sin aviones; a pagar las deudas de  los proyectos de unos gobernantes megalómanos; y también, y eso no lo deberíamos olvidar, a financiar los latrocinios de unos delincuentes que, con el aval de las urnas, han robado el presente y el futuro de muchas generaciones.

Sin embargo, no se protesta. No se lucha por cambiar la situación. Hay un conformismo, e, incluso, agradecimiento por conseguir un contrato basura, por lograr un  contrato precario, por horas o por días, por hacer horas extraordinarias no cobradas, por las subidas vergonzantes de las pensiones, por el aumento de la desigualdad.

Mientras tanto, el primero de mayo solo desfilan unos pocos nostálgicos que, posiblemente, en muchos  casos solo vayan a rememorar tiempos pasados, y verse con los antiguos compañeros.

¿No se han preguntado muchas veces si tenemos la sociedad y los gobernantes que nos merecemos?
Publicado en El Periscopi el 05 05 2017