Una canción antigua decía: “Hay amor ya no me
quieras tanto…”. Me parece que el Sr. Undargarin debe estar pensando algo
semejante al ver la defensa de su esposa, que básicamente se reduce a: “Yo no
sabía nada”, “confiaba en lo que hacía mi marido”, “en las cuestiones de los
negocios me mantenía al margen” y un largo rosario de frases de ese estilo.
¿Qué consigue con ello? Pues aparte de mantener el listón de
inteligencia de los Borbones en su record histórico, de intentar presentar a
las mujeres, empezando por ella misma como a menores de edad intelectual. La
consecuencia más inmediata es dejar como único responsable de los supuestos
delitos económicos a su marido, ese al que dice amar tanto.
Si leemos entre líneas el mensaje que da la Sra.
Borbón y Grecia es: Yo no sabía que las actuaciones de mi marido no eran
legales, al fin y al cabo es lo que he visto siempre en mi casa, y desde luego
si se ha cometido cualquier ilegalidad, el único responsable es mi marido, que
al fin y al cabo no es un noble de cuna. Yo solo me dedicaba a darle amor y a
vivir lo mejor posible, importándome una higa la procedencia del dinero. ¿Cómo
le va a importar a una Infanta de España algo tan prosaico como el origen de lo
que gasta y su patrimonio?
Por otra parte, afortunadamente el juez ha dejado claro que va a declarar como
imputada, ya que parecía que se dignaba a declarar como una concesión a los
plebeyos por un gesto de condescendencia. Aunque en esta misión se ha quedado
solo, ya que la cadena jerárquica
fiscal, ha actuado siempre en este caso, como simple cadena de
transmisión de los deseos y caprichos de la ahora imputada.
Con la jurisprudencia del caso Botín, me temo mucho,
que si llega a juicio la imputada, se
pueda llegar a una sentencia condenatoria.
Publicado en El Periscopi el 17 01 2014