La derecha,
más bien la ultra derecha, han salido de caza. La pieza a cobrar, como es
notorio, es el juez Castro. Las acusaciones son muchas y variadas, pero
básicamente se basan en tratar de desacreditarle, acusándole como hicieron con
Garzón de querer ser un “juez estrella”.
Con esto no pretendo equiparlos, ni en métodos ni en personalidad, solo que
ambos cuando se enfrentaron con el poder se encontraron con una campaña de
desprestigio, jaleada por personajes, de esos que dicen: “Respeto las decisiones
judiciales” para a continuación poner a bajar de un burro al que ha osado
cuestionar sus intereses o los de sus amos.
Cuando
alguien tiene que defender por encima de todo lo que cree que es justo, no
tiene en principio muchos problemas. Estos comienzan cuando en la defensa de su
obligación choca de frente con el poder establecido, y no me refiero
exclusivamente a los del Poder Ejecutivo, sino más bien a los Poderes Facticos.
Nadie ha
cuestionado al Juez Castro cuando ha intervenido contra Matas, Undargarin o
Torres, que al fin y al cabo son unos advenedizos que intentaban infiltrarse
entre esos poderes.
Pero el
Juez Castro, ha llamado a declarar como imputada a la “hijísima” y ¡Hasta ahí
podíamos llegar! Las críticas se imponen, con argumentos tan jurídicos como: que
si tiene afán de protagonismo, que tiene
abandonados otros caso, que si no imputo a la Sra. Estaràs y mil comentarios más. Tendrá suerte si no le
acusan de prevaricación.
Creo que el
citado juez, ni era un héroe cuando buscaba la imputación de Matas, Undargarin
y compañía, ni es un villano cuando imputa a la Infanta Cristina. Opino de él
que es una persona que intenta cumplir con su deber y busca hacer su trabajo de
una forma comedida y ganándose el sueldo que le pagamos entre todos.
Publicado en El Periscopi el 19 03 2013
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