Sé que es muy obvio
lo que explico a continuación, pero en vista de las expectativas de voto que se
están generando por los diferentes medios a raíz de los resultados de las
encuestas celebradas, creo que no está de más el recordar algunos conceptos
básicos y poniendo algunos ejemplos que quizás pueden resultar simplistas pero
que son muy gráficos.
a)
La
estadística es un instrumento matemático muy útil si se emplea correctamente y
se saben interpretar sus resultados, pero jamás es ni puede ser un método
adivinatorio. Si se usa de otra manera hace bueno el dicho de: “mentiras,
grandes mentiras y estadísticas”.
b)
Un
resultado fiable depende en gran medida de que el número de encuestados sea lo
bastante grande para que pueda resultar significativa1s. El ejemplo clásico es:
Si hacemos la consulta a dos personas una que se ha comido un pollo y otra que
no ha comido nada, resultaría en la encuesta que cada uno ha comido medio
pollo.
c)
Diversificar
el ámbito y el lugar en la que se celebra la encuesta. Si realizamos la
pregunta ¿Lee Vd. libros habitualmente? Dentro de una biblioteca, el resultado sería muy
distinto que si hacemos la misma pregunta a la salida de un club de los
llamados “after"
d)
Una
estadística es el retrato de un momento y no necesariamente tiene que tener una
proyección lineal en el tiempo, ya que si preguntamos: ¿tiene Vd. hambre
ahora? a la entrada de un restaurante, la respuesta será muy distinta a
si la hacemos a la salida del citado establecimiento, siendo las dos respuestas
reales.
Por tanto, los resultados reflejarían, si se habían
cumplido las buenas prácticas que se pueden deducir de los apartados citados anteriormente en la intención de voto
en el momento que se realizó la consulta. Pero entre esta y el momento del voto,
transcurre un tiempo en el que pueden haber sucesos que alteren los resultados.
Como se vio tras los atentado islamistas del 11 de marzo del 2.004.
Sin embargo, no basta en el caso de las próximas elecciones,
el tener en cuenta estas cuatro premisas. Existe otro factor a tener en
consideración y que resulta de una capital importancia: el elevadísimo
porcentaje de los que se declaran indecisos. Estos sumados a los de “no saben no contestan”
pueden echar por tierra cualquier vaticinio que se base en el resultado de una
encuesta de intención de voto.
Y en este punto, es cuando entra en juego lo que
se llama: “cocinar una encuesta”.
Proceso en el cual y digan lo que digan
los especialistas, no dejan de ser especulaciones o artes adivinatorios que
están más o menos basados en experiencias, deseos o simple “aquí aplico el
concepto que quiere oír mi jefe y a ver
si acierto”
Como todos cocinan usando sus propios métodos.. Voy a hacer unas consideraciones
basadas en mi experiencia, que puede ser tan errónea como cualquier otra. Así
que no cuantificaré posibles resultados numéricos, solo indicaré tendencias:
1)
Los “no
saben no contestan” votan en una mayoría de los casos a un partido de la
derecha y en una minoría al partido que está en el poder.
2)
La
mayoría de los indecisos votan a los partidos tradicionales y de lo que
consideran la derecha moderada o la izquierda moderada. Aunque esta vez, la
cosa no está tan clara ya que la diestra está dividida. Por otra parte, no se
puede olvidar que en Andalucía, un gran número del voto oculto fue a parar a
Vox.
3)
La
euforia un tanto desbordada por las encuestas, pueden hacer que votantes
potenciales del PSOE consideren que su voto no es necesario ya que la victoria
está asegurada, más si después de tantos días con climatología adversa, se presenta un día que invite a ir a
la playa o al campo..
4)
Por
último, el voto útil va a polarizar las opciones favoreciendo al PP y al PSOE.
Creo que no es
necesario decir que estas consideraciones mías a la hora de los resultados
pueden ser tan reales como si se hacen tras consultar una bola de cristal o los
posos de una taza de café