Definitivamente,
vamos retrocediendo en el tiempo. Volvemos a los tiempos más rancios del
Nacional Catolicismo, con una clase dirigente heredera de sus valores (no en
balde son sus descendientes biológicos y, por supuesto, ideológicos), que no
olvidemos que con su intransigencia fueron los iniciadores y vencedores de la
guerra incivil que padecimos. Por su parte, la Iglesia Católica, quiere
mantener sus privilegios y la preponderancia que históricamente siempre ha
mantenido, aún a costa de pisotear lo que nos queda de dignidad.
El
cinismo y la desvergüenza del partido que nos gobierna es tal que, cuando ha
dejado sin contenidos y sin dotación económica la Ley de Dependencia, obligará
a las más desfavorecidas a tener que concebir a fetos inviables o con tan
graves disfunciones que arruinarán física y psíquicamente a sus madres. Hablo
de las más desfavorecidas económicamente, ya que, las que tengan poder
adquisitivo, volverán a abortar en países extranjeros como ya hicieron sus
mayores.
En el
PP son completamente incapaces de entender la diferencia entre derecho y
obligación. La ley actual no obligaba a ninguna mujer a abortar, fuese cual
fuese su circunstancia, y daba el derecho a la mujer a decidir sobre su
maternidad. La extrema derecha impone, siguiendo sus pautas de actuación, su
pseudo moral trasnochada y represora.
La
Iglesia no puede aceptar un estado aconfesional y presiona, amparándose en la
superstición e ignorancia de unos, y en el apoyo interesado de otros, logrando
inmiscuirse en los asuntos civiles, e ignorando a aquello atribuido a su
inspirador: “Darle al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.
Rouco y su camarilla con su actuación de “curas trabucaires” no dejan de apoyar
una posición que favoreció la aparición de “Madres María” y la impunidad de
degenerados que amparándose en sus faldones satisficieron sus conductas
pederastas.
Publicado en El Periscopi el 27 12 2013