domingo, 20 de enero de 2013

¡Con lo fácil que era!


Afortunadamente, siempre hay genios que nos ayudan a ver lo evidente y que la mayoría de los mortales, no alcanzamos a descubrir, a pesar de estar ahí. No lo vemos pero está

Nuestro ministro el Sr Aria Cañete, el mismo que en una etapa anterior para evitar que la cabaña nacional de vacuno se hundiera, a causa de la crisis de las Vacas Locas se dedicó con gran sacrificio personal a fotografiarse comiendo en todos los eventos públicos y privados generosas raciones de ternera. El que negó que en Andalucía hubiese casos de animales enfermos y que los positivos en E.E.E. fueron debidos a contaminaciones cruzadas en los análisis.

No creo que deba seguir señalando, por no ser reiterativo, sus portentosas aportaciones al saber humano. Pues bien, esta mente privilegiada ¿quién sino? Ha descubierto el origen de la crisis y como nosotros los ciudadanos de a pie hemos contribuido a crearla y a agravarla con nuestro consumo irresponsable. La solución, pues, estaba al alcance de cualquiera, como dije al principio, pero gracias a él, hemos podido determinar la causa exacta y por tanto sabemos la solución. Tomemos el yogurt caducado y no desperdiciemos nada. ¿Qué importan las directrices sobre consumo con garantías de salubridad? Lo primero, es lo primero: Combatir esta malhadada crisis provocada por nuestro desmedido afán de consumo.

Las generaciones futuras, contemplarán admiradas las estatuas erigidas a este preclaro prócer que saco a nuestro país de la crisis con su brillante procedimiento.

¡Basta de tirar yogures caducados! ¡Consumámoslos sin mirar su fecha de caducidad! ¡Abajo el consumismo irresponsable!

La única duda que tengo, es: ¿Cómo sobrevivirán hasta el próximo final de la crisis las personas que viven actualmente de los productos caducados de las grandes superficies?

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