sábado, 15 de febrero de 2014

No, pero...




No es un escrito políticamente correcto. Pero aguantamos tanto, nos callamos tanto, transigimos tanto por ser políticamente correctos que al final…

Ahora, y a raíz de la actuación de unos manifestantes, quiero ser muy incorrecto, a pesar de que mi comentario recibirá críticas de casi todos los lados (si es que llega a leerse). Pero uno tiene que ser consecuente con sus ideas y, aunque personalmente no sería capaz de realizar la acción, no puedo por menos que alegrarme de que se responda a las agresiones a los derechos que recibimos, y, más concretamente, a las que reciben las mujeres.

Me estoy refiriendo, en concreto, en la irrupción de unos manifestantes, a los que han tildado de proabortistas, en plena celebración de la misa de 12 en la Iglesia de San Miguel de Palma.

La primera reacción de casi todos ante este hecho es de censura por lo que podríamos calificar de falta de respeto ante las ideas, creencias y supersticiones de unas personas que se reúnen para hacer manifestación de ellas. Pero analizando desapasionadamente la situación ¿No es acaso una devolución a la falta de respeto de esas personas y de su jerarquía espiritual frente a la libertad de conciencia de los que no compartimos sus ideas? ¿No es acaso una falta de respeto que, en nombre de unas creencias, se irrumpa en centros en los que se realizan abortos para amenazar a las mujeres que, por alguna circunstancia, han decido interrumpir su embarazo?, ¿Qué respeto demuestran al amenazar a los profesionales que trabajan en esos establecimientos?, ¿Es respetuoso permitirse intentar subvertir la legislación vigente en materia de divorcios, matrimonios entre personas del mismo sexo o interrupción del embarazo?, ¿No es una manifestación de doble moral pedir respeto cuando se muestran como victimas si les responde siguiendo sus métodos?, ¿Qué derecho tiene nadie, por muy ministro que sea, a imponernos la moral dictada por su fe religiosa?

Que empiece la Iglesia por limpiar sus cloacas de pederastia, y después y solo después hable de moral. Que pida perdón por las tropelías que cometieron durante siglos, y más recientemente en la época franquista, y luego hablen de respeto

Respeto sí, pero el respeto se debe ganar y ser mutuo. Mientras tanto: que acepten las críticas y las contestaciones, sean del tipo que sean, igual que tenemos que aceptar las suyas. Pero que de ningún modo coaccionen a la sociedad civil. Sus normas, como las de cualquier sociedad, solo deben afectar a sus clientes, siempre y cuando no estén en contraposición con la legalidad.
Publicado en EL Periscopi el 14 02 2014 


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