sábado, 19 de noviembre de 2016

El imperio y su mandatario



Ya sucedió, y, de momento, el mundo ni se ha parado, ni se ha desplomado. El nuevo Emperador del mundo occidental, y de buena parte del mundo oriental, es el Sr. Donald Trump.

A partir de este hecho, podemos llegar a distintas conclusiones, unas obvias y otras no tanto.

Entre las primeras está que el Sr. Trump, a pesar de la innegable  influencia que su  mandato como Presidente de los EE.UU. ejercerá en toda la política internacional, ha sido elegido sólo por ciudadanos estadounidenses y para gobernar en su país. Por tanto, hay que aceptar que  los parámetros políticos de aquel país son muy diferentes de los comúnmente aceptados por los europeos. La motivación para elegir a su máximo mandatario no tiene porque coincidir con las motivaciones de los ciudadanos europeos, (a pesar de que en el caso de España hay una gran similitud ya que en ambos proceso electorales resultó vencedor el candidato que más promesas electorales irrealizables formuló).  La constatación de esta afirmación en el plano europeo podría ser que no se concibe que un ciudadano europeo careciese de seguridad social y cobertura asistencial sanitaria, cuando esta situación allí es muy contestada, e, incluso, una de las promesas de campaña del ganador fue suprimir la tímida asistencia sanitaria instituida durante el mandato del Presidente saliente, el Sr. Obama.

Entre las menos obvias, al menos aparentemente, figuran la capacidad de hacer promesas que se saben irrealizables, tanto por el que las emite, como por parte de a quién van dirigidas.  El que las dice lo hace porque sabe que es lo que se espera que diga, y sabe que gustan esas promesas. El que las recibe necesita creerlas, no analiza el mensaje; lo acepta y lo cree porque necesita creerlo, porque, aunque sea imposible de realizar, si se cumpliese vería colmadas sus expectativas de vida. El votante arquetipo del sr. Trump ha sido   un hombre, blanco, mayor de 45 años, con poca educación reglada, y escasa especialización laboral. Pues bien, ese arquetipo está muy identificado en el siguiente artículo del New York Times, ya que, si bien el carácter y la personalidad del Presidente da una impronta al mandato, no se puede olvidar la importancia que tiene la influencia de los lobbys en la política americana (y mundial), que, en la inmensa mayoría de los casos, se corresponde con la dirección de las transnacionales. Con esas premisas ¿Puede creer alguien con un sentido crítico medio que estas empresas van a dejar de fabricar en el tercer mundo, con sus precarias medidas laborales y escasas remuneraciones, para volver a producir en los EE.UU, con sus elevados salarios?

Otra de las falsas promesas que se ha desinflado antes de  iniciar de manera efectiva su mandato ha sido la de expulsar a todos los inmigrantes que careciesen de documentación en regla, y que se cifraban en unos once millones de personas. Una gran parte de ellos están ocupados en la agricultura, con precarias condiciones y sueldos bajos ¿Puede pensar alguien que los poseedores de las tierras cultivadas van a pagar un salario que resulte atractivo a los ciudadanos americanos, pudiendo pagar sueldo de miseria a los “sin papeles”? Pero no sólo es pasa  allí ¿Quiénes recogen aquí la aceituna? ¿Quiénes cultivan las tierras del Maresme?

Para no entrar en más detalles, ya habrá tiempo, otra cuestión que cae por su peso es el pretendido proteccionismo, gravando con fuertes aranceles a las importaciones. EE.UU. es un país exportador, y, por mucha influencia y poder que tenga, que lo tiene, si tomara esas medidas tendría que esperar un tratamiento recíproco con sus exportaciones, lo que repercutiría negativamente en su balanza comercial, con la consecuente actuación de los lobbys, mencionados anteriormente.

Creo que el sr. Trump va a ser un mal Presidente para la humanidad en general. Su posición con respecto al cambio climático creo que avala esta afirmación. Pero no creo que pueda ser peor que los últimos presidentes americanos, desde Truman hasta aquí.

Por último, quisiera hacer un ruego muy encarecido a los medios de comunicación, a los tertulianos, a los politólogos, a empresas o instituciones dedicadas a realizar encuestas, y a todos los que crean o puedan crear opinión política: que vaticinen en las próximas elecciones francesas una victoria abrumadora a la Sra. Marine Le Pen, ya que, visto lo visto….
Publicado en El Periscopi el 18 11 2016
 

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