Ya sucedió,
y, de momento, el mundo ni se ha parado, ni se ha desplomado. El nuevo
Emperador del mundo occidental, y de buena parte del mundo oriental, es el Sr.
Donald Trump.
A
partir de este hecho, podemos llegar a distintas conclusiones, unas obvias y
otras no tanto.
Entre
las primeras está que el Sr. Trump, a pesar de la innegable influencia que su mandato como Presidente de los EE.UU.
ejercerá en toda la política internacional, ha sido elegido sólo por ciudadanos
estadounidenses y para gobernar en su país. Por tanto, hay que aceptar que los parámetros políticos de aquel país son muy
diferentes de los comúnmente aceptados por los europeos. La motivación para
elegir a su máximo mandatario no tiene porque coincidir con las motivaciones de
los ciudadanos europeos, (a pesar de que en el caso de España hay una gran
similitud ya que en ambos proceso electorales resultó vencedor el candidato que
más promesas electorales irrealizables formuló). La constatación de esta afirmación en el
plano europeo podría ser que no se concibe que un ciudadano europeo careciese
de seguridad social y cobertura asistencial sanitaria, cuando esta situación allí
es muy contestada, e, incluso, una de las promesas de campaña del ganador fue suprimir
la tímida asistencia sanitaria instituida durante el mandato del Presidente
saliente, el Sr. Obama.
Entre
las menos obvias, al menos aparentemente, figuran la capacidad de hacer
promesas que se saben irrealizables, tanto por el que las emite, como por parte
de a quién van dirigidas. El que las
dice lo hace porque sabe que es lo que se espera que diga, y sabe que gustan
esas promesas. El que las recibe necesita creerlas, no analiza el mensaje; lo
acepta y lo cree porque necesita creerlo, porque, aunque sea imposible de
realizar, si se cumpliese vería colmadas sus expectativas de vida. El votante
arquetipo del sr. Trump ha sido un hombre, blanco, mayor de 45 años, con poca
educación reglada, y escasa especialización laboral. Pues bien, ese arquetipo
está muy identificado en el siguiente artículo del New
York Times, ya
que, si bien el carácter y la personalidad del Presidente da una impronta al
mandato, no se puede olvidar la importancia que tiene la influencia de los
lobbys en la política americana (y mundial), que, en la inmensa mayoría de los
casos, se corresponde con la dirección de las transnacionales. Con esas
premisas ¿Puede creer alguien con un sentido crítico medio que estas empresas
van a dejar de fabricar en el tercer mundo, con sus precarias medidas laborales
y escasas remuneraciones, para volver a producir en los EE.UU, con sus elevados
salarios?
Otra de
las falsas promesas que se ha desinflado antes de iniciar de manera efectiva su mandato ha sido
la de expulsar a todos los inmigrantes que careciesen de documentación en regla,
y que se cifraban en unos once millones de personas. Una gran parte de ellos
están ocupados en la agricultura, con precarias condiciones y sueldos bajos ¿Puede
pensar alguien que los poseedores de las tierras cultivadas van a pagar un
salario que resulte atractivo a los ciudadanos americanos, pudiendo pagar
sueldo de miseria a los “sin papeles”? Pero no sólo es pasa allí ¿Quiénes recogen aquí la aceituna?
¿Quiénes cultivan las tierras del Maresme?
Para no
entrar en más detalles, ya habrá tiempo, otra cuestión que cae por su peso es
el pretendido proteccionismo, gravando con fuertes aranceles a las
importaciones. EE.UU. es un país exportador, y, por mucha influencia y poder
que tenga, que lo tiene, si tomara esas medidas tendría que esperar un
tratamiento recíproco con sus exportaciones, lo que repercutiría negativamente
en su balanza comercial, con la consecuente actuación de los lobbys,
mencionados anteriormente.
Creo
que el sr. Trump va a ser un mal Presidente para la humanidad en general. Su
posición con respecto al cambio climático creo que avala esta afirmación. Pero
no creo que pueda ser peor que los últimos presidentes americanos, desde Truman
hasta aquí.
Por
último, quisiera hacer un ruego muy encarecido a los medios de comunicación, a
los tertulianos, a los politólogos, a empresas o instituciones dedicadas a
realizar encuestas, y a todos los que crean o puedan crear opinión política:
que vaticinen en las próximas elecciones francesas una victoria abrumadora a la
Sra. Marine Le Pen, ya que, visto lo visto….
Publicado en El Periscopi el 18 11 2016
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