Ligeramente,
o no tanto, desfasado, pero no quisiera dejar pasar la ocasión para decir la
mía sobre el tema.
Para
unos, la Constitución española es sacrosanta e inviolable, y sólo se puede
modificar al dictado de las decisiones de Europa, ya que, para uso interno, es
la Verdad revelada.
Para
otros, es la causa de todos los males que han aquejado, aquejan, y aquejarán a
los ciudadanos del Estado Español.
¿Cuál
es la postura acertada ante esas dos interpretaciones? Creo que, como en muchas
otras dualidades, las dos opciones son correctas, pero también ambas son
erróneas.
La
Constitución es fruto de un tiempo y de una situación determinados, donde la
alternativa a ella era la continuación del franquismo, hasta que la situación
estallase hacia una dirección desconocida. Entonces, ¿Fue oportuna su redacción
y aprobación? Si, si se quería acabar con las leyes de la dictadura. No, si se
querían dinamitar todas las secuelas del franquismo sociológico.
Recordemos
que, a la muerte del dictador, todos los poderes, o para ser más claros, el
Poder estaba en manos, más o menos como ahora, de una oligarquía que hacía lo
que estaba de acuerdo con sus intereses, también más o menos como ahora, pero
no hay que olvidar que al frente del Ejercito estaban generales que habían
luchado en la guerra incivil del lado de los rebeldes y traidores a la República,
y contra el pueblo que se dio esa forma
de gobierno, que estaba legal y democráticamente constituido, y tampoco hay que
olvidar que en ese momento en las comisarías de policía estaban aún Conesa,
Billy el Niño, y una horda de imitadores, quizás con más saña aún, pero con
menos fama (mala fama).
Se
quiso evitar la confrontación, que hubiese podido, incluso, llegar a ser
armada. Se quisieron desmontar, al menos formalmente, las estructuras
franquistas. Se quiso acelerar el proceso. Y se busco una solución de consenso,
que, a pesar de no contentar en su totalidad a nadie, no fuese inasumible por
grupo alguno.
A pesar
de toda la teórica buena voluntad y el deseo mayor de equidad, como en todas
las partidas, el que tiene los ases gana. Así, nos colaron en un “trágala” una
serie de medidas, que, a pesar de que en su momento se tuvieron que aceptar,
hoy en día resultan difícilmente aceptables, como pueden ser una monarquía sin
un respaldo histórico, o la obligada amnistía para todos los crímenes de la
dictadura.
Por
otra parte, se devaluaron reivindicaciones históricas, y se introdujeron
dislates como el tema de las lenguas co oficiales, que se tenía derecho a
hablar, pero no se tenía la obligación de entender. Por no hablar de la chapuza
de las llamadas autonomías.
Para
llegar a una conclusión ¿Fue beneficiosa la transición y por ende la
Constitución? En mi opinión: si.
Se debe
mantener en su estado actual, o con un mínimo de cambios cosméticos. En mi
opinión: no.
Como he
dicho antes, la Constitución se redactó y promulgo en una situación y en un
momento de la historia que no coinciden con el actual. Por ello, se debería
revisar a fondo, eliminando todas sus contradicciones y componendas
coyunturales, de forma que resultara útil a los ciudadanos y quedara redactada
para que sirviera para muchos años en el marco de una sociedad democrática.
¿Es
pedir demasiado? Por desgracia, y dada la tiranía económica a que estamos sujetos
y que, previsiblemente, con el nuevo Emperador aún se acrecentará más, lo máximo
que podemos esperar que cambie de la Constitución español es el tipo de letra con el que está editada.
Publicado en El Periscopi el 16 12 2016
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