lunes, 5 de diciembre de 2016

Salario mínimo.

El día en que sale publicado mi escrito semanal, pero debido a las fiestas y puentes de esta semana, El Periscopi ha reunido todas sus publicaciones semanales en una única


Tengo que reconocer que, en algunos casos, soy muy clásico y conservador, así que no puedo concebir un país democrático en el que, en una negociación sobre remuneraciones a los trabajadores, no sean los sindicatos uno de los interlocutores  principales. Para ser ecuánime, tampoco es muy normal que no esté presente la patronal, al menos para “hacer bonito” ya que de facto, sus intereses, s que están bien representados.

Con respecto a los sindicatos, debo reconocer que la derecha sociológica española, con la inestimable cooperación del P(SO)E, han hecho una esplendida labor, pues han conseguido que una mayoría de la clase obrera los considere innecesarios.

Cargar contra los sindicatos de clase fue un objetivo desde que se autorizaron tras las muerte del dictador. Por medio de diferentes medidas, las más importantes para su logro fueron:

a)      El fomento de sindicatos gremiales para evitar el crecimiento y la concentración de afiliación. con la consiguiente fuerza de los mismos en virtud de su alta afiliación.

b)      La vinculación de todos los trabajadores a las ventajas sociales, económicas, o de cualquier otro tipo logradas por la acción sindical, con independencia de su afiliación o no a las citadas organizaciones.

La primera medida resultó contraproducente para los intereses de los que la propugnaron y del país en general, ya que pequeños colectivos en defensa de reivindicaciones muy minoritarios tenían la capacidad de paralizar el país. Baste acordarse de las huelgas de los conductores de ferrocarriles o de los controladores aéreos.

La segunda medida sí que resultó muy efectiva para sus intereses, pues si los beneficios obtenidos por acciones de presión o de cualquier acuerdo, recaían sobre el conjunto, hubiesen secundado o no las actuaciones reivindicativas ¿Qué necesidad había de pagar una cuota sindical?, ¿Qué necesidad había de afiliarse con el riesgo de ser mal mirado por el empleador?, ¿Qué necesidad había de secundar una huelga y de que te descontaran el salario de las jornadas no trabajadas?

La fuerza de un sindicato está en sus afiliados, y su independencia en la posibilidad de generar recursos económicos propios, y eso lo dan las cotizaciones y no las subvenciones que pueden coartarla. Si a la debilidad estructural debida a la escasa afiliación, se le une una campaña institucional de desprestigio y algunos errores propios, es absurdo tratar de negar estos, ¿Puede extrañarle a alguien la atonía de sus constantes vitales?

Creo que deberíamos preguntarnos todos los críticos de café ¿Hacemos algo positivo para que los sindicatos vuelvan a tomar las riendas de la lucha obrera?, ¿Les damos soporte para que se enfrenten de manera eficaz a la reforma laboral que nos ha llevado a la situación de que encontrar trabajo no signifique alejarse de la pobreza? ¿Pueden oponerse eficazmente a la precariedad laboral?

Sí, se ha aprobado un nuevo salario mínimo interprofesional. Pero los sindicatos, para vergüenza de los ciudadanos, no han tenido ningún protagonismo, por tanto ¿Nos puede extrañar que dicho salario mínimo sea tan mínimo que no alcance a la compensación por comida fuera del domicilio de un diputado?

Publicado en El Periuscopi el 05 12 2016

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