No es
que niegue que exista. No es que niegue que tenga más fuerza legal que la
sacrosanta Constitución. No es que afirme que se lo hayan inventado. Es solo
por curiosidad. Es solo para que no se me quede cara de asombro cuando lo oigo
comentar como si fuera un mantra. Es que quiero asegurarme de que toda la
argumentación tiene una lógica legal y legítima. Porque tengo que reconocer que
yo he conseguido encontrarlo.
Por si
alguien a estas alturas aún no sabe a que me estoy refiriendo, debo aclarar que
me estoy refiriendo a las pensiones, y a su, llamémosle, hipotética
revaloración sostenible en función de las aportaciones a la Seguridad Social.
Si bien
es cierto que en los llamados Pactos de Toledo, firmados el día 6 de abril de
1995, estando formado el Gobierno por el PSOE (no conviene olvidar este dato),
se da un paso importante para unir las cantidades recaudadas por el concepto de
Seguridad Social a las prestaciones que generan, en mi opinión, este paso se da más en un
sentido contable, aclarando y separando conceptos que se unían de forma un
tanto dispar, como podían ser: “Separación de las diferentes fuentes de
financiación de las prestaciones, dejando las llamadas prestaciones no
contributivas y las universales a cargo de la imposición general, y las
pensiones contributivas a cargo de las imposiciones sociales”. Y ahí,
precisamente ahí, está la trampa.
Sin
embargo, la interpretación que hace el Gobierno es una visión sesgada y torticera
de la recomendación del Banco Mundial, ya que este aboga por un sistema mixto,
según se recoge en el “Libro Blanco de Delors”, publicado en 1993.
Por
otra parte, incluso admitiendo, que es mucho admitir, la interpretación hecha
por el PP, y, no nos olvidemos, sus
acólitos de C’s, se está cayendo en una grave contradicción legal, pues cualquier
ley, o cualquier pacto legal, tiene menor rango que la Constitución, y no creo
necesario reiterarme, copiando literalmente el artículo 50 de dicha
Constitución que contradice los criterios adoptados para el incremento de las
pensiones.
Ante
esta anómala situación legal, llama clamorosamente la atención que ninguno de
los estamentos que se dedican habitualmente a presentar recursos de
inconstitucionalidad no se haya aún decidido a presentar uno por este tema,
aunque quizás piensen que con la celeridad con la que se emiten los dictámenes
de ese Tribunal, cuando se pronuncie todos los jubilados estaremos muertos.
Mientras
redacto este escrito, he leído que el Defensor del Pueblo se ha debido de
enterar de la situación, y ha advertido que la “subida” de las pensiones puede
ser inconstitucional. Se conoce que no debe leer los periódicos ni el BOE, y,
hasta el clamor de los jubilados en la calle, no se había enterado del
aumento en años anteriores.
Por una
vez, no voy a cargar contra el PP por los rescates, por los fraudes, por los
robos, por las comisiones, por todo el dinero que derrocha en todas las ayudas
en deterioro de los servicios sociales. Tampoco por su mentira o ignorancia al
negar que la gran mayoría de los países
de nuestro entorno unen IPC y revalorización de pensiones. Ni tan siquiera por la falta de empatía, por ser suave y no
llamarle “chulería”, de sus portavoces. Estoy demasiado contento con la
reacción de dignidad que, por fin, hemos tenido los jubilados como para
dedicarle comentarios a los que durante estos años nos han humillado con sus
limosnas. Mi deseo ahora es que no nos equivoquemos y pasemos nuestros votos a
C’s, que son tan culpables como el propio PP por mantenerlos, y por compartir
el mismo criterio en las cuestiones sociales.
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