Como no
solo de monumentos faraónicos vive el ser humano, aproveché el viaje a Egipto
para tratar de conocer de primera mano cómo es el día a día de los egipcios,
qué se percibe desde una visita turística, además de intentando profundizar con
algunas conversaciones un tanto más a fondo.
Como
primera providencia, hay dos frases que se repiten como un mantra:
a) “Egipto
es un lugar seguro”, cosa cierta, hasta el punto de que se puede considerar
seguro cualquier lugar en el mundo, y también que esa seguridad se percibe, más
bien se sufre, por los controles y registros que se suceden en cualquier lugar
con afluencia de turistas.
b) “La
situación económica está mejorando y el turismo se recupera”, cosas ambas que
son ciertas, pero el ritmo de recuperación, al menos de momento, es bajo. Hay
turistas visitando los monumentos y los barcos circulan por el Nilo. Pero,
donde antes había miles de turistas, ahora hay cientos. Para pasar la esclusa
era normal que delante hubiese hasta diez barcos también esperando para cruzarla,
y ahora hay solo dos o tres. Cierto es que hay una recuperación: un guía me
contó que estuvo más de veintisiete meses sin hacer un solo viaje de crucero, y
ahora viene haciendo uno al mes. Otro de ellos me dijo que habían subsistido
gracias a las ayudas de los padres. Y, por último, otros dos me comentaron que sus
esposas, que habían dejado el trabajo cuando fueron madres, habían vuelto a
trabajar dando clases de inglés.
Sin
embargo, como he dicho anteriormente, no han sido solo impresiones mías o
retazos de conversaciones. Tuve ocasión de compartir una velada con uno de los
activistas que propiciaron y participaron en la revuelta. Fue del grupo de los
perdedores, de los que pedían más libertad, más democracia, y menos
intervencionismo militar, al tiempo que clamaba en el desierto, advirtiendo del
peligro que representaban los Hermanos Musulmanes. Al final, resultó perseguido
por ambos lados: por los militares, y por los integristas islámicos. De su
conversación pude extraer varias conclusiones:
Mubarak,
como cabeza visible del régimen egipcio, procuró en todo momento, que el pueblo
no se hiciese tan rico como para poder tener otras aspiraciones que el comer y
tener un lugar para vivir, pero que tampoco fuera tan pobre como para que
llegara a rebelarse ante el acoso del hambre. Así estuvo treinta años en el
Poder, enriqueciéndose él, y la casta militar. No construyó equipamientos sociales
y permitió, y ahí estuvo su gran error, que los antes citados Hermanos
Musulmanes, aún estando oficialmente prohibidos como estructura, se encargasen
de las ayudas sociales, creando una red clientelar, y disponiendo de una
estructura organizada desde la que secuestraron a la naciente y frustrada
revolución.
A todo
esto ¿Qué o quiénes son los Hermanos Musulmanes? Son un grupo de clérigos,
formados alrededor de la Mezquita-Universidad de El Cairo de Al Azhar, con una
interpretación de El Corán muy fundamentalista, y que son, al tiempo, los
padres intelectuales de Al Qaeda y de Estado Islámico.
¿Cómo
se desarrolló la llamada Revolución de la Plaza Tahir? Es harto sabido que se
destituyó a Mubarak, que los militares se erigieron en garantes del país, que
permitieron una elecciones más o menos libres, en las que, como era lógico,
ganaron los únicos organizados, es decir, los ya reiteradamente nombrados
Hermanos Musulmanes, mostrando una cara amable y poco radical hasta tomar el
Poder. En ese momento, y cada vez de manera más evidente, empezaron a mostrar
su verdadero fanatismo religioso.
Tras la
regresión del turismo debida a la revuelta, las medidas de gobierno adoptadas,
y las actuaciones contra los no radicales hicieron que, prácticamente,
desapareciera la afluencia de visitantes, y, con ellos, la aportación económica
consiguiente. Ante esta situación, que tocaba directamente los bolsillos de la
cúpula militar, el gobierno electo fue disuelto, los principales dirigentes
encarcelados, y se volvió a la misma situación que mantuvo el anterior
Presidente, pero, eso sí, habiendo aprendido la lección, y empezando a crear
una incipiente red de colegios, hospitales, y ayudas sociales, alejada de cualquier
intento de aproximación de los clérigos radicales.
Conclusión: tras muertes, represiones, y pobreza para el
pueblo se ha vuelto al mismo punto de partida, coronando un círculo de 360
grados.
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