Creo recordar que existe un refrán castellano que
dice: “Los lobos de la misma manada no se muerden”, pero, si es fruto de mi
mala menoría, debería de haberlo.
Para no llamar a engaño desde el primer momento, no
me voy a referir a esa caterva de bípedos que se hacen llamar la manada, ni a todas las despreciables criaturas que
los justifican, e, incluso, los jalean. Creo que se les está dedicando más
atención de la que merecen, así como también creo que su lugar debería ser otro
distinto que la libertad, aunque sea provisional.
Esta vez quiero utilizar la expresión en un sentido
figurado para hacer referencia a ideologías políticas iguales, pero que se
hacen llamar con nombres diferentes, e, incluso, amagan alguna dentellada, pero
que jamás llegan a pasar a mayores. No es su intención hacer sangre en el
rival. No aspiran a cambiar la estructura general del grupo, su entorno, o sus
fines. Buscan solo ser los líderes que marcará su situación dentro del grupo
para estar mejor situados a la hora de repartirse el botín, o los despojos.
En esta ocasión, me voy a referir a C’s para hablar
de un caso de actualidad, pero sería intercambiable el protagonista principal
en casos similares.
El caso de RTVE es sangrante. Su degradación
informativa ha llegado a límites extremos: se han vetado informaciones; las
tertulias son monocolores; la pluralidad brilla por su ausencia; y han
conseguido que varios presentadores y presentadoras secunden la iniciativa de
los “viernes negros” Todo ello arrasando, en base a la mayoría absoluta, el
estatuto de la televisión pública vigente en la época de Rodríguez Zapatero,
que, junto con el último periodo de Suárez, han sido los oasis de pluralidad l en el ente
público.
C’s, que clama por la regeneración total en todos
los ámbitos de la vida pública, ha dejado pasar una oportunidad de oro para
sumarse a ella, apuntalando la simonía del PP. Ha preferido elegir la unidad de
clase a cualquier atisbo de regeneración de la información. Es cierto que su
formación no hubiese sido la que hubiese logrado imponer a su presunto
candidato, sin que hubiese sido imprescindible para aceptar e investir a un
nuevo presidente. Así, ha quedado alineada con la postura tendenciosa y falaz
que ha mantenido, y mantiene, el PP en temas de (des)información.
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