Hay algunas
cuestiones que, a pesar de la experiencia, más o menos aprovechada, que tengo
en temas políticos, aún me sorprenden.
Quizás, la que me
causa mayor confusión, y, por qué no decirlo, indignación, es la concepción tan
sui generis que tienen muchos de los que conforman la clase política del tema
de la ética, y su forma de entenderla. Aunque, para ser sincero, a veces me
pregunto: ¿No tendré yo un sentido trasnochado de ella?
Se critica al
gobierno del Sr. Sánchez porque, por ahora, han dimitido dos ministros en sus
cien primeros días. Entonces, si les han atrapado en actuaciones irregulares, ¿Qué
tenía que haber hecho el Presidente?
Al Presidente se le
puede criticar por su falta de inquirir más en la vida, y, por actuaciones
anteriores a su nombramiento, de confiado, o, incluso, de inocente, ya puestos.
Pero el hacerles dimitir es la única actuación correcta posible, y, añadiría,
que imprescindible, que se puede y se debe exigir a cualquier dirigente en
cualquier ámbito si su personal de confianza resulta que no es digna de ella, y,
que conste que no hablo de responsabilidades legales y o penales. Tampoco hablo de que se podría pedir la dimisión de
quien nombró a esas personas. No olvidemos la composición del gabinete de Aznar,
al que algunos consideran un héroe, y el mayor activo personal del partido.
Y, ya puestos
hablar de ética, ¿En qué lugar dejamos a los que fueron propuestos, y aceptaron
ser ministros sabiendo “los muertos que guardaban en sus armarios”? La
ingeniería fiscal puede, en algunos casos, no ser delito. Pero ¿Es la persona que
la ha hecho la más conveniente para defender los intereses de los ciudadanos? O,
en el tema de los currículos hinchados ¿Es peor si lo hace el del partido
contrario?
Ahora se pide la
cabeza, quizás con toda la razón, de la Ministra de Justicia por haberse
reunido con el ex comisario Villarejo. Entonces mi pregunta es ¿Habrá
suficientes cestas en este país para contener las cabezas de todos los que se
han reunido con el citado ex comisario?, ¿No fue el anterior ministro de
Interior el que, supuestamente, le encargó la formación de una “Policía
Patriótica” para espiar a los políticos nacionalistas catalanes, y a los rojos
pro venezolanos de Podemos? Todo ello, por supuesto, al margen de cualquier
supervisión judicial, y, por lo tanto, de forma completamente ilegal.
¿Y no se ha
revelado que, al menos, una vez el actual líder del PP, el Sr. Casado, se
entrevistó con el citado excomisario? Pero dejemos, de momento a, si les
parece bien, el comentario sobre la forma de ver la ética el Sr. Casado para
otra semana.
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