Creo que los gestos
son imprescindibles en todos los aspectos de la vida, incluidos, naturalmente,
los gestos en política. Sin embargo, estamos en un proceso mundial, al menos en
mi opinión, del gesto por el gesto, sin que vaya acompañado de ningún contenido,
es decir, un gesto puramente decorativo y estético, carente de cualquier
sentido práctico, y que podríamos definir con el horrible neologismo de:
“postureo”.
Si tienen alguna
duda sobre este aserto solo hace falta fijarse en estos pocos ejemplos que
expongo a continuación y que se refieren a España, aunque, sobre todo el
primero tienen una repercusión mundial:
1)
COP
25. Tras la renuncia del país que estaba designado para su celebración, y
también del elegido como alternativo, España se hace cargo de la organización
del citado evento. Hay que reconocer que, a pesar de problemas de tiempo desde
la asignación al inicio, organizativamente, y mirándolo desde un aspecto puramente
formal, el evento ha resultado un éxito. Sin embargo, ¿Qué contenido efectivo
tiene? Juzguen Vds. Mismos: Los cinco países que más contaminan, en total más
del 50%, no asisten, o envían representantes de bajo nivel, y, sobre todo, no
se comprometen a seguir las directrices que se fijen en esta conferencia. Por
otra parte, los acuerdos son de mínimos, y, sobre todo, no hay ningún organismo
mundial con autoridad suficiente para que los países, firmantes o no, tengan
que cumplir los acuerdos. Sinceramente, ¿Puede creer alguien que todo el
despliegue mediático, económico, y organizativo tiene alguna utilidad práctica?
Naturalmente, como era de prever, ha sido un fracaso. Pero queda bonito.
2)
El
Sr. Casado, líder del principal partido de la oposición, en una mezcla de
clamor y lamentación, repetía como un mantra: “Sánchez no se ha puesto en
contacto conmigo siendo como soy el líder de la oposición”. Cuando el Sr.
Sánchez ya ha sido propuesto formalmente como candidato a formar gobierno (y no
con anticipación, para evitar las críticas
que recibió por citar a los líderes políticos antes de ser
oficialmente propuesto), anuncia una
reunión con todos los representantes de las formaciones con presencia
parlamentaria, y dándoles prioridad en
función del número de escaños obtenidos. Desde el mismo momento de la
convocatoria de la reunión, el Sr. Casado anunció a bombo y platillo que no
esperara el candidato ninguna concesión por parte del PP. En la reunión y tras
de ella confirmó esa postura, y yo, inocente de mí, me pregunto ¿Donde están el
patriotismo, el sentido de responsabilidad, y la visión de Estado que exigía su
partido al PSOE para lograr la investidura del Sr. Rajoy?, ¿Se habrá enterado
que en una DEMOCRACIA debe de haber una alternancia de poder en función de los
apoyos recibidos?, ¿Qué eso de: “porque yo lo valgo” sirve solo para artículos
de cosmética y no para gobernar? Sus formas de obrar hablan de que no acaba de
comprender el funcionamiento de una democracia parlamentaria, pero disfraza su
talante totalitario con la defensa de una Constitución mutilada, e interpretada
de la forma que le resulta más conveniente. Pero queda bonito.
3)
El
caso de C’s es el típico ejemplo de cómo una obsesión personal puede llevar a
hacer fracasar un proyecto necesario, y que
podría haber satisfecho las aspiraciones políticas de una parte importante de
la sociedad, esa sociedad que se auto denomina y se siente
centrista (en mi opinión de una derecha muy moderada), y que hubiese servido
para despolarizar la vida política. Fracasó, como antes lo hiciesen UCD, CDS y
UPyD. Tras el fracaso electoral, el Sr. Rivera tuvo un gesto que le honra, y al
que no estamos acostumbrados: Dimitió al asumir como responsabilidad personal
el fracaso. Este fue debido al cariz que
dio a la campaña electoral, y a la deriva anterior del Partido. La cara visible
actual ha lanzado una propuesta a todas luces inadmisible para los dos partidos
preponderantes, en un vano intento de lograr un protagonismo mediático que no
fue capaz de lograr en las urnas. Su propuesta no tiene ninguna viabilidad.
Pero queda bonito.
Desgraciadamente se llega a una conclusión: No importa
la efectividad, lo importante es el: Pero queda bonito
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