viernes, 4 de septiembre de 2020

De vuelta al tajo


 Satisfecho por haber casi cumplido mi promesa de no molestar a mis lectores en lo más ardiente de la canícula, vuelvo a mis costumbres, y una de ellas es escribir, metiéndome, o, más bien, denunciando a algún un colectivo.

Como espero que aún recuerden, el blanco habitual de mis críticas son los partidos políticos, y, de estos, no voy a negarlo, ya que sería absurdo, especialmente a los partidos de derecha y al el PSOE (recuérdenme por favor que debo uno a Podemos y su financiación, es que se me han acumulado los temas).

Esta vez quiero dedicar este escrito a los imbéciles, los necios, los descerebrados, y demás especímenes que sólo usan la cabeza para evitar que se les escape el vacío que su oquedad encierra, y también como coraza para evitar que les pueda invadir algún razonamiento lógico.

No voy a hablar de los “terraplanistas”, ni de los generacionistas, ni tampoco de los que, siendo usuarios de la sanidad o las pensiones públicas, apoyan a formaciones, podríamos, con un esfuerzo de buena voluntad, denominarlas políticas. Claro que una mayoría son “polinecios”, y aceptan diferentes imbecilidades al mismo tiempo, e, incluso, lo son de la categoría de la que voy a tratar a continuación.

Me quiero referir esta semana a los “negacionistas” de la COVID 19 en diferentes aspectos.

Los más “iluminados” niegan la mayor: El virus no existe. Para basar esta afirmación exponen las más peregrinas consignas, muchas de ellas contradictorias, aunque les da lo mismo, ya que carecen capacidad de análisis.

A) Son las transnacionales, para apoderarse de los mercados o vendernos medicinas, las que nos hacen enfermar.

B) Son los gobiernos. que quieren suprimir un segmento de la sociedad y tener dominados a los ciudadanos.

C) Son los chinos. que quieren dominar el mundo y nos envenenan utilizando las radiaciones de la tecnología 5G.

En muchos casos. al no aceptar la existencia del virus. no aceptan las medidas profilácticas, únicas armas eficaces existentes actualmente contra la pandemia y para evitar nuevas infecciones.

No son sólo ellos. Hay un colectivo bastante numeroso que alega que su libertad personal se ve conculcada al tener que aceptar medidas restrictivas, no importándoles que ese supuesto derecho individual atenta contra el derecho a no contagiarse que tiene la colectividad.  En este apartado podemos hacer dos subgrupos: uno de ellos adopta esta postura porque a corto plazo afecta a sus intereses económicos personales, sin importarles nada que no sean sus ingresos a corto plazo. El otro subgrupo son imbéciles que se limitan a repetir lo que oyen de tipos tan doctos y versados en virología como puede ser el eminente científico Miguel Bosé, entre otros.

Y con estas perspectivas, ¡Vuelvo al tajo!

1 comentario:

  1. Con todo el dolor de mi corazón me despedí de un amigo de más de 30 años por publicar en Facebook contra la existencia o letalidad del virus. No hay medias tintas con esto.

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