Posiblemente,
a este escrito le hubiese venido mejor el título de “La paja en el ojo ajeno y
la viga en el propio”, pero lo usé recientemente, y no es cosa de repetirse, al
menos en los títulos. Así que decidí nombrarlo como encabezo el escrito, ya que
de eso trata.
Tanto
en España como en Europa se critica, y creo que con razón, al Sr. Trump por sus
opiniones y, lo que es peor, por sus primeras decisiones en el escaso tiempo
que lleva ejerciendo de Presidente Imperial. Veamos algunas.
Quiere
levantar un inmenso muro para que los habitantes más pobres del sur del Rio
Grande no puedan llegar a la Tierra de Provisión que son los EE.UU. Pero eso,
que está tan mal, y que tanto criticamos, es lo que han hecho los gobiernos
españoles en Ceuta y Melilla, precisamente para que los más pobres del Magreb y
subsaharianos no puedan llegar a su particular tierra de la leche y la miel: Europa.
Bueno, hay una diferencia: allí se hará muy alta y aquí se les ponen concertinas.
Otra
crítica que incluso ha provocado reacciones tibias, muy tibias, de nuestro
Gobierno ha sido la supresión de las páginas gubernamentales de los EE.UU. de la
versión en castellano, teniendo en cuenta que aquel a un país donde no hay
idioma oficial, al menos no citado como tal en su Constitución o en sus
renombradas enmiendas. Curiosamente, en un país, el nuestro, donde, según la Constitución,
existen diferentes idiomas cooficiales, nadie ha levantado la voz porque las
páginas Web del Gobierno de España estén exclusivamente en castellano.
El Sr.
Trump no cree en el cambio climático, debe ser por ciencia infusa. Pero nuestro
ínclito Presidente, para enterarse sobre el tema, no dudó en consultar con un
primo suyo que es catedrático en la Universidad de Sevilla, y de la consulta
salió muy ufano negando la evidencia. Solo siete años después tuvo que aceptar
que éste es un problema de ámbito mundial. Esperemos que el Presidente de los
EE.UU. rectifique, a pesar de que, en principio, las medidas ya aprobadas van a
ser muy dañinas para el planeta Tierra.
Es
cierto que algunas de las actitudes y comentarios del Sr. Trump, y de los altos
cargos nombrados por él, tienen un tufo fascista que apesta. Pero, de momento,
ninguno ha hecho alabanzas públicas a ningún dictador fascista. En cambio, en
nuestro democrático estado, a petición de los ediles del PP, partido que, no
olvidemos, nos gobierna, y con la anuencia de los de, partido que nos iba a traerá
la regeneración democrática, el de C’s, han dedicado una plaza al propietario
del Bar Casa Pepe, que es un santuario del “Glorioso Caudillo”, y que no dudó
en afirmar en una entrevista: “Lo que necesitamos es a un nuevo Franco o a un
Hitler”.
Una de
las primeras medidas adoptadas por la Administración Trump ha sido, como
anunció en campaña, empezar a desmantelar el llamado Obamacare, que podríamos
definir como una hermana pequeña de lo que entendemos en Europa como Sistema
Sanitario Público. Es cierto que tenía muchas carencias, ya se encargaron de
eso los Republicanos, pero era un inicio que, dotado de más contenido y
financiación, hubiese podido desarrollarse en una Sisterma sanitario digna de
tal nombre. La Administración Rajoy no suprimió la Sanidad pública en España. Se
limito a recortar sus presupuestos hasta límites extremos, ampliándose así las
listas de espera para ser operado, o para pruebas y visitas de especialistas, a
no dotar de personal sanitario suficiente los centros de salud, a privatizar
todo lo que pudo, y los ciudadanos no supieron defender.
Hablemos
ahora de las relaciones del Sr. Trump con la prensa y los periodistas.
Generalmente desconfía de los medios y no se priva de descalificar a los que le
muestran alguna hostilidad, o no se pliegan a sus decisiones. Para poder transmitir
sus mensajes sin intervención de los medios, suele utilizar las nuevas
tecnologías, primordialmente el Twitter. Mientras tanto, nuestro Presidente y
sus más allegados se limitan a dar conferencias de prensa sin posibilidad de
preguntar, o, para evitarse molestias, las celebran mediante un televisor de
plasma. Y no es muy amigo de las nuevas tecnologías, si acaso usa los SMS para
dar ánimos.
No
entrare en el racismo, la xenofobia y el machismo, para no alargar en demasía
el escrito. En estos casos sus actuaciones son paralelas, más estridentes y
ruidosas aquellas, pero igual, en el fondo, las de aquí. Ahora bien, a pesar de
que nos cueste reconocerlo, estos aspectos son fiel reflejo de una buena parte
de la sociedad civil.
Las
comparaciones son odiosas, o al menos eso dicen, pero creo que no nos podamos
sentir muy diferentes en cuanto a nuestros gobernantes.
Publicado en El Periscopi el 03022017