Una de
las grandes ventajas de escribir una columna en El Periscopi es poder expresar libremente
las opiniones propias, por muy absurdas y disparatadas que puedan parecer a los
lectores. Indiscutiblemente, el lector no tiene ninguna obligación de
compartirlas, pero si puede censurarlas y/o criticarlas. Este
preámbulo viene a cuenta por el paralelismo que encuentro entre dos
personalidades tan alejadas en sus pensamientos, concepción de la política, e,
incluso, trayectorias vitales como son los señores Manuel Fraga y Pablo
Iglesias.
Ambos
son personajes con una gran personalidad, imbuidos de que sus posiciones
políticas y personales eran las correctas, y las que necesitaba la situación en
que se desarrolla su actuación.
Ambos
tienen seguidores inquebrantables, que creen que ellos tienen la fórmula para
que su proyecto se lleve a cabo.
Ambos
creen tener la concepción general de la política y las soluciones necesarias en
cada momento.
Estas coincidencias,
naturalmente, no son ideológicas. Los modelos que defienden ambos son
antagónicos, e, incluso, irreconciliables. Pero ambos mantienen una gran
discrepancia con las personas que son contrarias a sus modelos y concepciones
de lo que creen la verdad, y que, en realidad, es su verdad.
Pero
aún hay más coincidencia: ambos suscitan un gran rechazo entre muchísimas
personas afines a sus ideas, personas que rechazan, no sus posiciones
políticas, sino que los rechazan a ellos como individuos, personas que votarían
su programa si fuese defendido por otra persona.
¿Razones?
Dentro de la irracionalidad, que a menudo muestra el ser humano, esto tiene una
lógica: se rechaza no el fondo, si no la forma; se rechaza la manera de
transmitirlo, y no el mensaje; se rechaza el mensaje no verbal, no el verbo. En
conclusión, el rechazo es a la persona, y no a la idea.
En el
caso del Sr. Fraga, esta situación creo que tuvo una demostración empírica
concluyente: durante los años en que él fue la cabeza de la oposición, su
partido no ganó nunca unas elecciones generales. Es cierto que sus partidarios
le aclamaban, le votaban, y sentían fervor hacia él. Pero, no deja de ser
cierto, también, que mucha gente afín a sus posiciones decía que no le votarían,
aunque fuera el único candidato en presentarse a las elecciones. Cuando dió el
paso atrás definitivo (o se lo hicieron dar), tras el fallido experimento con
el Sr. Hernández Mancha, su partido, AP, que fue reconvertido a PP, quizás para
olvidar a sus fundadores, ex Ministros del Dictador, sufrió un fuerte impulso
que les llevo a gobernar el país, primero con mayoría simple, y después,
absoluta, manteniéndose siempre con un gran resultado en votos.
La incógnita
es si a Podemos le pasa lo mismo con el Sr. Iglesias, que, al tiempo que tiene
un gran predicamento entre una gran parte de los seguidores de Podemos, suscita
un rechazo visceral entre votantes potenciales de dicho partido, que no le aceptan
en forma alguna sus actitudes personales, y su aparente prepotencia. Volviendo
a los paralelismos, al igual que pasaba con el citado Sr. Fraga, no aceptan la
personalidad del Sr. Iglesias.
Publicado en El Periscopi el 17 02 2017