Este
fin de semana se decidirá quién, y cómo acabará de destrozar ese proyecto
político que ilusionó a muchos desilusionados, y también a muchos ilusos. El lugar
elegido para escenificarlo tiene una tradición de espectáculos sangrientos y violentos:
toros, boxeo, lucha libre. Pero, en todos ellos había unas reglas, bárbaras en
muchos casos, pero reglas que no se podían incumplir, bajo sanción de ser
excluido del espectáculo. Sin embargo, en el caso de esa confrontación
¿política? mo hay reglas. Todo tipo de juego sucio vale, con tal de derrotar al
rival, pero, eso sí, todo en nombre de la amistad y la unidad.
Podemos
fue, y hablo en pasado, un intento de renovación de la política tradicional que
Ilusionó a muchos desilusionados, porque, entre su núcleo fundador había
personas que habían estado en Izquierda Unida, y habían visto desde dentro a
donde llevan los personalismos, y se pensó que habrían aprendido algo del fin
de las banderías y rivalidades personales, y con la exclusión de los grupos que no comulgaban con su
ortodoxia.
Ilusos
por que creyeron que una nueva forma de entender la Izquierda era posible en
este país, porque pensaron que la
incorporación de un núcleo dirigente con una gran preparación intelectual y
política no permitiría caer en pasados
errores, y que la incorporación de gente nueva y no viciada por prácticas poco
transparentes haría de Podemos un referente de Izquierdas.
Pero
no, los que venían de otros partidos han venido con su bagaje de personalismos,
de “quítate tú para ponerme yo”, de intrigas, y de miserias. Aunque hablen todos
ellos de modelos de partido, de concepción de la sociedad, lo que trasciende es
deseos de mandar, de dirigir el partido a su imagen y semejanza, y de confundir
el liderazgo con el ordeno y mando.
En
cuanto a esos jóvenes que venían a cambiar el modo de hacer política, a barrer
“la caspa”, a demostrar que había otros caminos, nos están mostrando los mismos
errores, la misma incultura política de los viejos partidos de la izquierda
clásica en España. Carecen de dialéctica, carecen de argumentos políticos, sus
recursos son el insulto, y la descalificación. Las bases aprovechan las redes
sociales para insultar y descalificar lo que ellos no entienden ni aceptan. Su
posición es llamar, cuanto menos, traidores a los que no están en su cuerda
política.
Pero no
sólo son las bases. Los dirigentes de primer y segundo nivel no dudan en
descalificar a sus oponentes, eso sí, apelando a la unidad, y jurándose amistad
eterna. Aquí hay que citar algunas, pocas excepciones, como la Sra. Bescansa,
que ha sabido apartarse de la lucha de machos alfa para no alimentar más
egolatrías (tengo que reconocer que aquí quiero pensar bien, y que no es un
repliegue táctico para aliarse posteriormente con el vencedor).
En esta
guerra por el poder, creo que se han ocasionado demasiados desgarros como para
poder recomponerlos y que muchos de los votantes de izquierda vuelvan a ver a
Podemos como aquella izquierda virgen e ilusionante que emergió durante la
campaña para las elecciones europeas. Como el eufemismo acuñado para las víctimas
de los conflictos, creo que se han dejado demasiados “daños colaterales”.
Viendo
lo que estamos viendo, si que se puede. Si podéis arruinar un proyecto político.
Publicado en El Periscopi el 10 02 2017
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