viernes, 17 de febrero de 2017

Techos




Una de las grandes ventajas de escribir una columna en El Periscopi es poder expresar libremente las opiniones propias, por muy absurdas y disparatadas que puedan parecer a los lectores. Indiscutiblemente, el lector no tiene ninguna obligación de compartirlas, pero si  puede censurarlas y/o criticarlas. Este preámbulo viene a cuenta por el paralelismo que encuentro entre dos personalidades tan alejadas en sus pensamientos, concepción de la política, e, incluso, trayectorias vitales como son los señores Manuel Fraga y Pablo Iglesias.

Ambos son personajes con una gran personalidad, imbuidos de que sus posiciones políticas y personales eran las correctas, y las que necesitaba la situación en que se desarrolla su actuación.

Ambos tienen seguidores inquebrantables, que creen que ellos tienen la fórmula para que su proyecto se lleve a cabo.

Ambos creen tener la concepción general de la política y las soluciones necesarias en cada momento.

Estas coincidencias, naturalmente, no son ideológicas. Los modelos que defienden ambos son antagónicos, e, incluso, irreconciliables. Pero ambos mantienen una gran discrepancia con las personas que son contrarias a sus modelos y concepciones de lo que creen la verdad, y que, en realidad, es su verdad.

Pero aún hay más coincidencia: ambos suscitan un gran rechazo entre muchísimas personas afines a sus ideas, personas que rechazan, no sus posiciones políticas, sino que los rechazan a ellos como individuos, personas que votarían su programa si fuese defendido por otra persona.

¿Razones? Dentro de la irracionalidad, que a menudo muestra el ser humano, esto tiene una lógica: se rechaza no el fondo, si no la forma; se rechaza la manera de transmitirlo, y no el mensaje; se rechaza el mensaje no verbal, no el verbo. En conclusión, el rechazo es a la persona, y no a la idea.

En el caso del Sr. Fraga, esta situación creo que tuvo una demostración empírica concluyente: durante los años en que él fue la cabeza de la oposición, su partido no ganó nunca unas elecciones generales. Es cierto que sus partidarios le aclamaban, le votaban, y sentían fervor hacia él. Pero, no deja de ser cierto, también, que mucha gente afín a sus posiciones decía que no le votarían, aunque fuera el único candidato en presentarse a las elecciones. Cuando dió el paso atrás definitivo (o se lo hicieron dar), tras el fallido experimento con el Sr. Hernández Mancha, su partido, AP, que fue reconvertido a PP, quizás para olvidar a sus fundadores, ex Ministros del Dictador, sufrió un fuerte impulso que les llevo a gobernar el país, primero con mayoría simple, y después, absoluta, manteniéndose siempre con un gran resultado en votos.

La incógnita es si a Podemos le pasa lo mismo con el Sr. Iglesias, que, al tiempo que tiene un gran predicamento entre una gran parte de los seguidores de Podemos, suscita un rechazo visceral entre votantes potenciales de dicho partido, que no le aceptan en forma alguna sus actitudes personales, y su aparente prepotencia. Volviendo a los paralelismos, al igual que pasaba con el citado Sr. Fraga, no aceptan la personalidad del Sr. Iglesias.

El PP tenía un techo que desapareció con el Sr. Fraga ¿Lo tiene Podemos con el Sr. Iglesias?
Publicado en El Periscopi el 17 02 2017

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