Como resultado de unas obras en la
calzada, han desviado el recorrido del autobús con el que habitualmente me
desplazo. Provisionalmente, también han cambiado la ubicación de la parada. A
estas alturas del párrafo, seguro que algunos se preguntan ¿Bueno, y…? La
explicación es que la citada parada está justo delante de un colegio público, y
la hora en que espero la llegada del autobús coincide con la entrada de los/as
niños/as al colegio. Hasta aquí todo sería normal, pero se da una pequeña
circunstancia: La práctica totalidad de los/as escolares tienen como progenitores
a emigrantes. Resulta casi imposible ver a alguien, incluidos acompañantes de
menores, con rasgos europeos.
Esto, en principio, es positivo y
conveniente ya que, desde la infancia, estos/as niños/as aprenden a convivir
con otras culturas en perfecta armonía. Hablan con sus mayores en su propio
idioma, pero interactúan entre ellos en castellano, dándonos un ejemplo de
convivencia a nosotros.
¿Entonces cuál es el problema? El
problema viene dado por la torre de Babel en que se han convertido los colegios
públicos debido a las actuaciones de las autoridades. Los recortes en la
enseñanza pública han motivado la supresión del profesorado de apoyo, la subida
de la ratio de alumnos/as por aula, y la carencia escandalosa de medios
materiales para poder desarrollar una enseñanza con todas las garantías de
calidad. Así, lo que, en principio, es positivo por la interacción cultural, se
trastoca en problemas para los docentes, ya que el nivel de los conocimientos
idiomáticos del alumnado es diferente, y su bagaje cultural también, creandose
dificultades añadidas a la enseñanza en sí. Los profesores, no pueden abandonar
a los alumnos con dificultades de comprensión y, en vez de recibir estas ayudas
para su completa integración, el ritmo de enseñanza tiene que decrecer, al
carecerse de un equipo cuya misión fuese ayudar a avanzar a los rezagados.
¿Qué ocurre con los colegios concertados?
Pues que la relación entre hijos/as de españoles e inmigrantes es justamente al
contrario que en la escuela pública. Se crean así unas fuertes desigualdades
entre ambas enseñanzas al no existir las dificultades de encaje por las
diversas procedencias
La enseñanza concertada, casi en
exclusiva en manos de instituciones religiosas católicas, de alguna manera rechaza
la inscripción de alumnos foráneos sin que las autoridades, hasta ahora, hayan tomado
una postura enérgica y decidida para remediar la situación.
Hasta el momento, sólo una Comunidad
Autónoma ha decidido dar un paso adelante para contrarrestar la situación. La
Generalitat Valenciana ha decidido de una forma resuelta revertir la situación,
dotando de más medios materiales y humanos a la escuela pública en detrimento
de la concertada, dándole un vuelco de 180º a lo que hasta entonces se había
hecho.
Claro que esta medida está siendo
contestada y ahí se ha montado el Cristo (nunca mejor dicho): manifestaciones
con curas y monjas en plan “pancartero”, y el inefable Sr. González Pons
marcándose una bella coreografía con una serie de señoras emulando a “go gos”
de discoteca.
Por cierto, el citado Sr. González Pons
es de los únicos dirigentes históricos del PP valenciano que no está imputado
(investigado), a pesar de las protestas de su ex compañero de partido, el Sr. Matas. No quiero hacerme eco de lo que aseguran las
“malas lenguas” sobre su elección para Diputado Europeo.
Publicado en El Periscopi el 27 05 2016