viernes, 13 de mayo de 2016

Y se hizo el pacto


Creo que todos, o al menos la inmensa mayoría, coincidimos en que una gran parte de los éxitos del PP se debe a que consiguió aglutinar a todo el espectro político de la derecha española, desde los nostálgicos del dictador, hasta los creyentes en esa falacia política del Centro. Claro está que con la inestimable colaboración de la Ley d’Hont.

No quiero entrar ahora en las causas y razones  por los que la Derecha siempre ha ido unida, al menos hasta las pasadas elecciones del mes de diciembre, y la Izquierda siempre fragmentada, a veces hasta límites incomprensibles. No quiero entrar en dichas razones, ya que de antemano, creo que no sería imparcial y, por tanto, justo en mis apreciaciones.

El discurso de la Izquierda, desde la social-democracia más light hasta la más radical, siempre ha sido en pro de la igualdad, pero la realidad, la dura realidad siempre acababa imponiéndose, con el resultado de todos conocido: cada uno por su lado , defendiendo su parcelita, y combatiendo al más próximo en ideología para tratar de arañar votos.

Dentro de ese espectro, nació Izquierda Unida, que resultó ser una formación cainita y de la que cada vez se disgregaban más militantes y simpatizantes, unos a otras formaciones y otros a sus casas en espera de tiempos mejores. No hay que dejar de reconocerle el mérito al Sr. Anguita que, con su “Teoría de las dos orillas”, dinamitó durante muchos años la posibilidad de cualquier entendimiento con otras fuerzas de izquierda.

Y en estas entra Podemos, formación de aluvión. Con elementos provenientes de IU, de teóricos de la política, de anti-sistemas, de anarcos, de expulsados del mercado de trabajo por la crisis, y por encima de todos en número, de los integrantes y participantes de las Asambleas que se aglutinaron el 15 M.

A pesar de las descalificaciones mutuas en periodos anteriores, estas dos formaciones han llegado a un acuerdo del cual, en principio, creo que deberíamos congratularnos, ya que dos formaciones aparcan sus diferencias para sumar fuerzas.

¿Podemos mostrarnos satisfechos del acuerdo? Si, pero con reparos, graves reparos. ¿Cuáles son estos?

En primer lugar, la Izquierda, siempre ha predicado que, por encima de cualquier consideración práctica, debía primar la ideología. Tengo serias dudas de que en este caso esta premisa se cumpla, pues mucho antes de conocerse los acuerdos programáticos, los partidarios de ambas formaciones han demostrado un entusiasmo carente de espíritu crítico, llegando a descalificar en algunos casos a los que han puesto en duda la bondad del pacto, y eso, repito, antes de conocerse las clausulas del acuerdo.

En segundo lugar, los desacuerdos han venido por las listas electorales, lo que da la impresión, visto desapasionadamente el asunto, que era más importantes quiénes ocupaban “el sillón”, que el motivo político por el cual querían ocuparlo. Tanto más cuando Podemos se definió como un partido transversal, ya que no era ni de izquierda ni de derecha, e IU, por su genealogía, siempre se ha definido, incluso en el nombre, como de izquierdas.

¿Qué resultados se obtendrán del pacto? Pues, por antecedentes de anteriores pactos, posiblemente mucho menores que las expectativas generadas. Aquí, como en bastantes  ocasiones en la que me he atrevido a vaticinar, espero equivocarme.
Publicado en El Periscopi el 13 05 2016

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