No, no me he confundido, ya que no voy a
hablar ni de cine, ni de Alejandro Amenabar, como podría parecer por el título
de este escrito. Hablaré de las culpas y cómo se perciben.
Aunque faltan unos pocos días para que se
confirme que se celebrarán nuevas elecciones en este país, nadie asume la
responsabilidad de que los ciudadanos tengamos que desembolsar una enorme
cantidad de euros para la celebración de unos nuevos comicios, euros que serían
necesarios para otros menesteres y, especialmente, para fines sociales, en vez
de ir en una mayoría a las arcas de los partidos, y esperemos que esta vez
menos que en ocasiones anteriores a bolsillos particulares de corruptos y
corruptores.
Pasemos entonces sin más dilación a ver,
según los diferentes partidos, quiénes son los culpables de estas nuevas y
previsibles elecciones.
Para el PP, el culpable es el PSOE por no
aceptar formar parte de una gran coalición, liderada, como es obvio, por ellos,
con la cual podrían arrasar en el Parlamento y aprobar sin oposición en la
práctica, todos sus dictados. También, y en menor medida, culpan a
C’s, dada la afinidad, por no decir
identidad, en sus planteamientos y programa político, por lo que no pueden
asimilar que se hayan decantado por sus grandes rivales. Claro que el PP no ve,
o no quiere ver, que cualquier partido que se aliara con ellos se haría
cómplice de su peculiar forma de luchar contra la corrupción y la falsedad,
como se evidencia, entre otros casos, con el blindaje judicial a la Sra. Rita
Barberá, y a las ovaciones y aclamaciones al Sr. Soria tras sus mentiras
flagrantes.
Para el PSOE, el culpable es claramente
Podemos, personalizándolo en el Sr.
Iglesias, por no aceptar su pacto con C’s. Sin tener en cuenta, que su, un
tanto irregular, forma de entender el ritmo de las negociaciones, podría
llevarle a la situación en que se encontró. Para muchos, yo incluido, es un
tanto anómalo que, en medio de las negociaciones con los grupos de la izquierda
del arco parlamentario, anuncie que ha formalizado un acuerdo con un partido de
derechas y que las bases de este pacto son inamovibles. Tanto más extraño
resulta la pretensión del pacto final cuando tanto C’s y Podemos se
consideraban incompatibles entre si.
La posición de C’s resulta la más cómoda
y beneficiosa. Por una parte, su alianza con el PSOE les otorga una pátina de
progresía de la que, por sus programas y actuaciones anteriores, carecían; por
otra, les situaba en una posición de unión entre sus socios por alianza y sus
posibles socios por ideología, en una
buscada gran coalición, que nunca han negado y de la que ellos serían los
muñidores.
¿Y Podemos? Pues se ha quedado esperando
al píe del altar, después de proponer ante el Rey como candidato de facto al Sr. Sánchez, al brindarle su apoyo para
obtener la investidura, el PSOE pacta
con su irreductible rival, con lo cual se acabaron sus esperanza de formar un
gobierno con una base de izquierdas. Cierto es que algunas, muchas, de las
actitudes de sus líderes no propiciaban un acuerdo, cierto es que las formas
dejaron en muchos momentos que desear, pero la tesitura en que les puso el PSOE
les impedía firmar un acuerdo sin perder la dignidad y la credibilidad
democrática.
A todo esto, y si tenemos en cuenta las
encuestas, que, como de costumbre, fallarán, las nuevas elecciones, en teoría,
deberán servir de muy poco, ya que la correlación de fuerzas no sufrirá
variaciones.
Publicado en El Periscopi el 29 04 2016
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