martes, 6 de agosto de 2013





¿En manos de quién estamos?
 


Leyendo la prensa, oyendo la radio o viendo la televisión, uno no puede menos que preguntarse ¿A quién hemos votado? ¿En manos de quién pusimos la confianza para gobernar?

Y aquí, no se libra nadie, desde el Jefe del Estado, que de confesar que no tenía recursos económicos  ha pasado a poderse permitir que le inviten a cacerías de elefantes.

Si continuamos con la última instancia legislativa, el Tribunal Constitucional, nos encontramos con que su Presidente es, o era ya que se dio de baja para que no se le viese demasiado el plumero, militante de un Partido Político, con una ideología y una disciplina de voto. Esta persona, no ha infringido ninguna ley, pero sólo el hecho de haber ocultado su afiliación, demuestra su índole ética. No pretendo que los jueces sean espíritus puros sin ideología, pero al menos no deberían mantener una disciplina de partido.

Vayamos ahora con el Presidente del Ejecutivo. Un ser que tiene la desfachatez de personarse ante los representes del pueblo, a contar su verdad y no la verdad, que ante las graves acusaciones de alguien muy cercano a él, mantuvo  la técnica del avestruz, esperando que al eludir nombrar a su acusador y no hablar del asunto todo se olvidaría. Que solo accede a comparecer  cuando la prensa mundial, alguna tan poco sospechosa de izquierdismo como The Economist, manifiesta que es imprescindible que vaya al Parlamento y se explique. Cuando al fin aparece, no reconoce culpa alguna, se limita a una excusa del tipo “borbónico”. Un demócrata, cuando comete un error de ese tipo, suponiendo que sea un error, por dignidad personal presenta su dimisión irrevocable. Claro, que para eso se debe tener dignidad

Y en cuanto a sus ministros, hay para hablar y no parar ¿Empezamos por Ana Mato? Alguien que quiere sacar de la lista de mujeres maltratadas a aquellas cuyas heridas no requieran hospitalización superior a un día. Alega la dificultad para su contabilización; causa muy significativa para alguien como ella, que no sabía contar los coches que tenía en su garaje.

¿Seguimos con el Sr. Gallardón? Un Ministro de justicia que alega en contra de la situación de la legislación del aborto los problemas morales dimanantes de sus convicciones religiosas ¿Y qué decir del inefable Sr. Wert? Empecinado en que la religión (católica por supuesto) tenga peso curricular en los estudios. Ambos mantienen esa posición integrista, mientras el Papa, habla de la necesidad del laicismo de Estado.

Por no citar a la Ministra de fomento. Esta ministra, que ya debería haber dicho algo verdadero sobre las causas del accidente de tren de Santiago, y no responsabilizar exclusivamente al maquinista. Si como se pretende demostrar, todo depende de la atención del factor humano, ¿Puede suceder otra tragedia de este calado si el conductor sufre un desvanecimiento? Esto preocupa, tanto más,  cuando se ha sabido que para que Rajoy pudiese hacerse “la foto” tras los escándalos haciendo algo, no dudó en autorizar la puesta en marcha del AVE a Alicante sin estar operativos los medios de seguridad.

Ante este cúmulo de disparates, repito ¿En manos de quién estamos?
Publicado en El Periscopi el 05 07 2013 

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