sábado, 22 de noviembre de 2014

La frase


Tengo la impresión que  muchos religiosos no han comprendido las palabras del instigador de las doctrinas cristianas, y muy en especial, muchos oficiantes de la religión católica.

Unos la han interpretado de forma literal y otros, aunque no la han practicado en la misma manera, comprenden demasiado bien a los otros y no han tomado medidas efectivas para que la aplicasen en la forma en que supongo fue dicha.

La frase en cuestión es: “Dejad que los niños se acerquen a mí”, de su interpretación errónea, han surgido innumerables casos de pederastia, unas de forma activa y otras de forma pasiva, estos ayudando a minimizar los casos o simplemente negándolos. A los errados, en el mejor de los casos se les ha reconvenido de forma privada o incluso se les ha cambiado de destino para que se buscasen nuevos niños y niñas para que se les acercasen. Eso sí, después de una confesión  que a efectos religiosos les exime de toda culpa. Esto ha sido así hasta fechas muy recientes, en la actualidad, parece que una parte de la jerarquía eclesiástica, ha empezado a darse cuenta, al menos en este tema,  que una cosa son los pecados y otros los delitos. Si es pecado una acción  cometida por alguien sujeto a su disciplina, les corresponde actuar a ellos. Pero los delitos tipificados en el Código Penal deben ser juzgados por los tribunales ordinarios, sin ningún tipo de trabas u ocultaciones, a no ser que quieran ser también juzgados por encubridores o por obstrucción a la justicia.

¿Cuántos casos de pederastia habrán quedado ocultos y sin punición  en España, amparados en la total impunidad que brindaba a la Iglesia el Nacional Catolicismo? ¿Puede creer alguien que mientras en la católica Irlanda sucedieron infinidad de casos que estuvieron escondidos por las más altas autoridades religiosas del país y que al final aparecieron con gran escándalo. O que en los Estados Unidos, donde la Iglesia Católica no es mayoría, haya diócesis que se hayan arruinado pagando indemnizaciones a los afectados para no llegar a juicio y hacer mayor el escándalo, según su hipócrita teoría? Mientras que en este país, con una iglesia con poder casi  absoluto en una gran parte de colegios, reformatorios, hospicios y toda serie de instituciones destinados a la infancia y la juventud no haya habido muchos más casos de los que han aparecido en los medios.

Un ex sacerdote mallorquín cuya trayectoria como dinamizador social y su dedicación a los marginados, le hacen merecedor de crédito, manifestó que durante su etapa en el seminario fue violado reiteradamente por uno de sus profesores, sacerdote por supuesto, y que tenía constancia que no fue el único seminarista que sufrió dicho trato. ¿Qué consecuencias tuvo? Ninguna, ya que cuando asumió que no era culpa suya, no denunció ya que al estar muerto el abusador, no se le podía demandar responsabilidades penales.

Y más recientemente. Concretamente en estos días pasados  ¿Acaso es imprescindible una llamada de la Jefatura superior para actuar en casos de pederastia? ¿Cómo es que no se había tomado una decisión hasta la llamada del Papa Francisco? ¿A que esperaba el mandamás de Granada y la policía para actuar?

Quiero dejar claro que no acuso a los componentes de la iglesia de practicar la pederastia, pero creo firmemente que sin su postura corporativista, no se hubiese llegado a los extremos de Irlanda, Estados Unidos y supuestamente España, por tanto pienso que por acción u omisión sí que hay una culpa colectiva en la institución. Caso contrario, ¿Cómo se entiende el fulgurante ascenso de Marcial Meciel?
Publicado en El Periscopi el 21 11 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario