sábado, 1 de noviembre de 2014

Y ahora, un cuento




Erase una vez un país imaginario, que aunque por naturaleza era bello, luminoso cálido y alegre, que se convirtió  por causa de una epidemia en  uno desagradable, frio, gris y triste.

El señor de dicho país, supo  que la epidemia que lo aquejaba, era un virus muy maligno cuyo nombre era Corrupcionus  máximal  y anunció  a sus vasallos, que no ciudadanos: Hay que  luchar contra la epidemia con la vacuna conocida como Transparenciabus  totalis. Anunciando que haciendo un esfuerzo entre todos, se erradicaría. La propuesta era atractiva y  hubo asentimientos, pero al intentar aplicar la citada vacuna, no resultó eficaz, ya que era tan grande la extensión de la plaga, que  habían usado una falsa vacuna, y  la transparencia se convirtió en opacidad. Sobre todo al observar que la hermana y el cuñado del Señor,  mostraban los síntomas,  ya que eran de los más afectados por el contagio. Bueno, se dijo, denle un tratamiento y aíslen a mi hermana. No dio resultado, ya que algunos de los que debían aplicar el tratamiento no obraban con la diligencia debida. Además,  la curación resultaba imposible, pues no solo estaba enferma la hermana. El padre, anterior Señor del país, también estaba infectado  y a él no se le podía dar ningún tratamiento de choque, pues la infección, estaba en el origen del Señorío y por tanto también afectaba a todos los miembros de la familia, llevaban el virus en sus genes

El pueblo exigía soluciones que no llegaban. Ante la extensión de la infección ¿Qué hacían los grupos organizados o pandillas?

La Pandilla Peligrosa, no podía ni quería actuar, ya que el grueso de los infectados estaba en su seno y el Jefe, en su indolencia esperaba que pasara pronto por sí sola, o al menos que no transcendiese el número de afectados en sus filas. Aparte si algo hacía y que precisamente no beneficiaba al pueblo, era obedecer a la Emperatriz Teutónica

La Pandilla Solo Observamos y Esperamos, como era norma en ellos desde hacía algunos años, tampoco hacía nada, pero algunos de sus miembros empezaron también a contagiarse y entre ellos y la Pandilla Peligrosa, la única comunicación en vez de buscar remedio, era: vosotros tenéis más infectado o: este mal no es de ahora, viene de atrás.

En un rinconcito del país, actuaba otra pandilla nos Comprimimos casi Unimos  que tenía una gran influencia, y  para que no se les notara el índice de contagio que había en sus filas, se alió con la pandilla de Estamos Relativamente Cansados para meterse en jardines que difícilmente tenían salida. En vez de aplicarse la vacuna, curarse y una vez sanos empezar a arreglar su parcela de tierra.

Había también otras pandillas, pero por su escaso número, los efectos de la pandemia no afectaban a muchos de ellos, pero sí que tuvieron a algunos enfermos, como por ejemplo entre los adalides de la salud, los  Ilusos Universales

La epidemia, crecía y crecía y así surgieron hechiceros y magos que formaron una pandilla un tanto sui géneris que proclamaba que  Podían  dar con la clave para la curación, con sus pócimas y tratamientos, que al analizarlos,  resultaban inviables.  Consiguieron muchos  seguidores y a fecha de hoy, parece que su crecimiento se mantiene, ya que muchos de sus remedios, resultan muy atractivos.

En esas estamos  y creo que estaremos mucho tiempo.

Así, los pobladores de ese país,  ni fueron felices ni comieron perdices Y colorín colorado, este cuento no se ha acabado
Publicado en  El Periscopi el 31 10 2014 


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