lunes, 17 de agosto de 2015

Conciertos


A pesar de mi vena melómana, no voy a referirme a los conciertos en su vertiente musical. Quiero referirme a los conciertos educativos pendientes de concretarse, y, más específicamente, a los de los Colegios Aixa y Llaut y que tantos comentarios están generando en los medios de comunicación.

Vaya por delante mi opinión negativa sobre la concertación con la escuela privada. Creo que la educación debería ser un derecho universal e igualitario para los ciudadanos, pero es indiscutible que la escuela concertada existe y continuara  existiendo mientras siga siendo un negocio. Además, como cuestión añadida, existe el problema circular de: No tenemos suficientes escuelas para mantener la universalidad de la escuela obligatoria y gratuita, por eso debemos concertar escuelas, pero no podemos construir las escuelas públicas porqué estamos gastando el presupuesto en pagar los conciertos.

Como he dicho antes, mientras la educación sea un negocio, o al menos se tome así, no se resolverá, por falta de voluntad política, el tema de los conciertos. Pero en este caso, introduzcamos un poco de sentido común y de criterios asumibles por la sociedad y, sobre todo, por la mayoría de la comunidad educativa.

¿Podríamos asumir pagar  un concierto a un grupo empresarial-religioso que defendiese en su programa educativo que el mundo fue creado en seis días naturales?, ¿Se podría llegar a un acuerdo de subvención económica a quienes en su programa de Ciencias sociales defendiesen la supremacía cultural de la raza blanca? Muchos pueden creer que me excedo al comparar la misoginia con el racismo, pero según muchos/as eminentes investigadores/as han llegado a la conclusión que las raíces psicológicas de ambos posicionamientos son idénticas.

 Indiscutiblemente, mientras que los postulados que preconizasen los proyectos educativos no fuesen contrarios a la ley, y en virtud a libertad, no se podrían prohibir. Otra cosa sería que con esos fundamentos se pudiese aprobar algún tipo de examen oficial y por supuesto, el que pudiesen acceder a financiación pública. Podríamos resumirlo en: “Si quieren los padres que sus hijos no se formen de forma debidamente reglada, que lo paguen y no hagan cómplice al Estado, ni mucho menos que lo financien los ciudadanos.”

Pues bien, cuando al fin la sociedad se ha percatado que está formada por mujeres y hombres, que todos somos iguales en nuestra diversidad, que la capacidad de aprendizaje no depende del género, una secta de “poseedores de la verdad” que está auspiciada por lo más integrista y radical de una de las religiones monoteístas, preconiza la bondad de la segregación por géneros en la educación y pretende que se les continúen subvencionando sus peregrinas ideas con dinero público, dinero que se ha recortado a la educación pública, a la sanidad, a los dependientes y a todo tipo de servicios sociales.

Esta secta, que desde su creación ha estado amparada por los poderes más reaccionarios, así como por regímenes dictatoriales, pretende con la colaboración de algunos de sus miembros que ocupan cargos en los poderes públicos, mantener sus postulados de una misoginia rampante para continuar con  sus anacronismos.

 En contra del interés común, y pretendiendo que sus hijos gocen en el futuro de privilegios elitistas, aunque vayan en contraposición de su formación como ciudadanos/ciudadanas completos.

Si es legal, cosa que dudo leyendo la Constitución, que lo hagan. Pero con mi dinero: NO

 
Publicado en El Periscopi el 17 08 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario