Desde
que tengo uso de razón, si es que alguna vez lo he tenido, me he declarado
internacionalista. He pensado, y pienso, que el haber nacido en un lugar u otro
no te hace ni mejor ni peor que a otra persona que haya nacido en lugar
distinto, que el lugar de nacimiento no debería condicionar el acceso a la
igualdad de oportunidades para poder desarrollarte como persona. En una palabra:
nunca me he considerado nacionalista, ni periférico ni centralista. Y ya, en
plan utópico, me gusta sentirme europeo como un paso hacia la ciudadanía
universal.
En
cuanto al tema catalán, soy un defensor de que se celebre el referéndum, pero,
hasta ahora, con más o menos convicción, he defendido que no ganara el
“catexit” (¿Se había usado esta expresión o puedo patentarla?), por simple auto
coherencia con mi pensamiento internacionalista.
Sin
embargo, ya se me colmó el vaso de la aceptación de la vergüenza. Lo que me
queda de dignidad como ciudadano se rebela ante tanta exhibición pornográfica
de desconsideración, de “chuloputismo”, de impunidad consentida y avalada por
los votos, de que los dirigentes fiscales sean elegidos por su afinidad al
poder, para alegría de los futuros investigados (imputados), de que los citados
dirigentes fiscales pongan trabas a los fiscales que quieren investigar
presuntos delitos, de que las más altas instancias policiales se reúnan con los
presuntos delincuentes antes de ser citados por la justicia, de que…
En
conclusión, estoy harto y siento vergüenza de ser ciudadano de un país con esa ética
política, con esos políticos, y, sobre todo, de un pueblo que perpetúa en las
urnas con sus votos esas actuaciones.
Solo
espero y deseo que se celebre el referéndum, o que sea a las bravas y sin
referéndum y Catalunya se independice de una vez para que, como esposo de una
catalana, o como padre de dos hijas catalanas, o como nacido en una comunidad
limítrofe y que comparte lengua, o como residente en otra comunidad que también
es limítrofe y que también comparte idioma, pueda optar a obtener el pasaporte
catalán.
Ahora
se puede me puede alegar, y con razón, que en Catalunya ha habido casos
flagrantes de corrupción, que también, presuntamente, se ha financiado el
partido del Govern con comisiones ilícitas. Pero, al menos, ni han alardeado de
ello, ni ninguna de las principales
figuras representativas del catalanismo ha llamado “compiyogui” a un
condenado, ni tampoco el jefe del
ejecutivo catalán ha enviado mensajes de apoyo a ningún acusado de hacer mal
uso del dinero público, ni está investigado el partido que da el soporte al
Govern por tener cajas B, o por destrozar discos duros supuestamente
comprometedores, ni …
Por
todo eso, y por unas cuantas cosas más que me callo, que aún está en vigor la
“Ley Mordaza”, voy a decir lo que jamás llegué a pensar que diría: Quiero una
República Catalana y ser ciudadano de esa Catalunya.
Publicado en El Periscopi el 28 04 2017
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