viernes, 28 de abril de 2017

Catexit


Desde que tengo uso de razón, si es que alguna vez lo he tenido, me he declarado internacionalista. He pensado, y pienso, que el haber nacido en un lugar u otro no te hace ni mejor ni peor que a otra persona que haya nacido en lugar distinto, que el lugar de nacimiento no debería condicionar el acceso a la igualdad de oportunidades para poder desarrollarte como persona. En una palabra: nunca me he considerado nacionalista, ni periférico ni centralista. Y ya, en plan utópico, me gusta sentirme europeo como un paso hacia la ciudadanía universal.

En cuanto al tema catalán, soy un defensor de que se celebre el referéndum, pero, hasta ahora, con más o menos convicción, he defendido que no ganara el “catexit” (¿Se había usado esta expresión o puedo patentarla?), por simple auto coherencia con mi pensamiento internacionalista.

Sin embargo, ya se me colmó el vaso de la aceptación de la vergüenza. Lo que me queda de dignidad como ciudadano se rebela ante tanta exhibición pornográfica de desconsideración, de “chuloputismo”, de impunidad consentida y avalada por los votos, de que los dirigentes fiscales sean elegidos por su afinidad al poder, para alegría de los futuros investigados (imputados), de que los citados dirigentes fiscales pongan trabas a los fiscales que quieren investigar presuntos delitos, de que las más altas instancias policiales se reúnan con los presuntos delincuentes antes de ser citados por la justicia, de que…

En conclusión, estoy harto y siento vergüenza de ser ciudadano de un país con esa ética política, con esos políticos, y, sobre todo, de un pueblo que perpetúa en las urnas con sus votos esas actuaciones.

Solo espero y deseo que se celebre el referéndum, o que sea a las bravas y sin referéndum y Catalunya se independice de una vez para que, como esposo de una catalana, o como padre de dos hijas catalanas, o como nacido en una comunidad limítrofe y que comparte lengua, o como residente en otra comunidad que también es limítrofe y que también comparte idioma, pueda optar a obtener el pasaporte catalán.

Ahora se puede me puede alegar, y con razón, que en Catalunya ha habido casos flagrantes de corrupción, que también, presuntamente, se ha financiado el partido del Govern con comisiones ilícitas. Pero, al menos, ni han alardeado de ello, ni  ninguna de las principales figuras representativas del catalanismo ha llamado “compiyogui” a un condenado,  ni tampoco el jefe del ejecutivo catalán ha enviado mensajes de apoyo a ningún acusado de hacer mal uso del dinero público, ni está investigado el partido que da el soporte al Govern  por tener cajas B,  o por destrozar discos duros supuestamente comprometedores, ni …

Por todo eso, y por unas cuantas cosas más que me callo, que aún está en vigor la “Ley Mordaza”, voy a decir lo que jamás llegué a pensar que diría: Quiero una República Catalana y ser ciudadano de esa Catalunya.
Publicado en El Periscopi el 28 04 2017

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