viernes, 15 de diciembre de 2017

Bueno, ¿Y ahora qué digo?



 

A estas alturas de la película, cuando sólo queda el último fin de semana de campaña electoral en Catalunya, aún no he dicho nada sobre  estas elecciones. Y aquí tengo que confesar una cosa, por mucho que esta confesión destroce mí ego: No sé qué decir.

¿Cómo se pueden considerar unas elecciones normales, con candidatos cabeceras de lista electorales en prisión o en el exilio?

Entre otras cosas, me deja perplejo la fecha elegida para celebrar las elecciones, pues, desde hace muchos años, se celebran en domingo para evitar que las empresas tengan que asumir los tiempos concedidos a los trabajadores para ir a votar. Estas son en jueves, y a dos pasos de la Navidad ¿En laborable para hacerlas más atractivas para los trabajadores, por la cuestión de las cuatro horas  libres para la votación, y que así acudan a las urnas de forma masiva? ¿En vísperas de las navidades para que no haya interés en las elecciones, y sean eclipsadas por los intereses propios de estas fiestas? Cuanto menos, contradictorio.

Pero hay cosas bastantes más contradictorias que esta. Veamos algunas de estas contradicciones:

a)      Hay partidos, o, al menos, dirigentes de partidos, que consideran al Sr. Puigdemont el legítimo Presidente de la República Catalana (empezando por el mismo). Y, sin embargo,se presentan a unas elecciones donde pueden ser elegidos para desempeñar un cargo supeditado a otro país, y, por tanto, de menor rango. El argumento esgrimido es: “como demócratas no dirán jamas no a una ocasión de votar”. Y yo me pregunto ¿Son ellos, como demócratas, los que votan en “Gran Hermano”, “La Isla de los Famosos”, y demás programas televisivos  en los que se solicita el voto popular?

b)      Aparentemente, el PP da por perdidas las elecciones. Caso contrario ,hubiese propuesto a algún candidato que buscara la reconciliación, y restañar heridas recientes. El Sr. García Albiol, diciendo que se “habían bajado los pantalones”, pudiéndose dar por aludidos más de dos millones de catalanes, da una sensación más de buscar la humillación que  la justicia, y esto, unido a su final de discurso en el primer acto de campaña con su: “A por ellos”, después de las críticas suscitadas en las despedidas a las fuerzas de seguridad, que fueron como fuerzas represoras, y cuyas actuaciones han sido tan cuestionadas, tampoco parece que sea la forma más adecuada de comenzar una campaña, pero…

c)       C’s es el partido que, al parecer, recoge los votos de una gran parte de los partidarios de las continuación de la unión, sobre todo  entre las personas de derechas y de “extremo centro”, por lo que parece una contradicción la elección como cabeza de lista de una persona con tan escaso bagaje político, y  con un nulo discurso, ya que se limita a repetir, sistemáticamente, las consignas previamente lanzadas por el Sr. Rivera.

d)      El PSC se encuentra en una situación difícil, ya que es en Catalunya el representante de uno de los partidos que votó la aplicación al 155, y, por otra parte, parece ser el candidato que prefiere D. Mariano Rajoy, temeroso de que C’s le reste, por efecto contagio, dado el posible auge de este partido de cara a unas elecciones generales.

El resto de formaciones, a excepción de la CUP, que ya es una contradicción en si, no presentan nada especialmente llamativo por contradictorio entre sus pretensiones y sus actuaciones. Dándose, eso sí, la paradoja, aunque quizás no exista tal paradoja, ya que es la actitud a la que  nos vamos acostumbrando, de que la única formación  que ha procurado introducir un punto de sensatez evitando entrar en reacciones viscerales, debido a esa actitud Catalunya en Comú, posiblemente obtenga unos magros resultados, que lleguen a dificultar que sus representantes sean suficientes para decantar el Govern de la Generalitat en un sentido a otro.

No puedo dejar de pensar que, a pesar de lo distintos que, en opinión de los independentistas, son el pueblo español y el catalán, ambos se dejan embaucar por sus dirigentes, y recaen en la trampa, a pesar de lo que puedan hacer y decir sus dirigentes. Del pueblo español, nada más hace falta ver la permanencia del PP en el Gobierno, y la intención de voto en unas futuras elecciones. Del pueblo catalán, sólo puedo decir que se mantiene casi el mismo número de independentistas que votarán la opción de los que les engañaron con la proclamación de la República de Catalunya por la vía del DUI, cuando ellos mismos después reconocen que dicha opción era inviable, como se demostró posteriormente; que han aceptado que no estaban preparados para empezar la andadura como país independiente; que dijeron que la permanencia en la UE después de la independencia sería una realidad incuestionable, cuando Francia, Italia, y, en menor medida, Alemania, que tienen tensiones nacionalistas internas, jamás darían su apoyo a una secesión que podría dar alas a sus zonas más conflictivas. No hablo de las declaraciones de algunos de los encarcelados para intentar librarse de la cárcel con más o menos éxito, ni de las contradicciones o de las vaguedades en las declaraciones de los que continúan en prisión, y de los que están en libertad, pero estas mismas contradictorias declaraciones deberían poner en guardia a los posibles votantes.

En conclusión, quizás los españoles y los catalanes no sean tan diferentes como algunos quieren hacernos creer.


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