No puedo menos que
mostrar sorpresa, al tiempo que indignación, ante esos patriotas de slogans,
bandera, y pulseritas que se valen de la palabra patria para conseguir sus
fines.
No puedo menos que
mostrar indignación, al tiempo que repulsa, hacia aquellos que, al tiempo que
pregonan su defensa de “su patria”, no dudan en poner en la picota sus
instituciones y buen nombre cuando las circunstancias no resultan favorables a
sus intereses.
No puedo menos que
mostrar mi repulsa, y mi desprecio, hacia aquellos que, cuando la voz del
pueblo habla en su favor, manifiestan que la voz del pueblo es ley, en tanto que, cuando dicha voz no
corresponde a sus intereses, consideran que es debido a la manipulación y al
fraude.
No puedo menos que mostrar
mi desprecio, y mi asco, a los que, usurpando un poder que no les pertenece,
utilizan de forma ilegal los recursos derivados de ese poder para mantener
dicha usurpación.
No puedo menos que
mostrar mi asco y repugnancia hacia aquellos que quieren imponer unas leyes,
pero, si están en la oposición, consideran que esas mismas leyes son un
compendio de injusticia e iniquidad. El caso contrario forma parte de la misma
posición torticera.
No puedo menos que
mostrar mi repugnancia y animadversión
hacia aquellos que, con tal de que el Gobierno elegido democráticamente tenga
impedimentos para realizar sus programas, no tengan el más mínimo reparo en
votar en foros internacionales en contra de ese país que ellos llaman PATRIA
Y, por último, no puedo
menos que sentir todos los calificativos usados anteriormente ante el
representante de una institución no democrática, y que va en contra de los
principios de la igualdad que proclama nuestra Constitución, y a la que no
respeta, ya que no cumple con su misión pues no muestra la imparcialidad,
y formula opiniones políticas que en modo alguno le corresponden como figura
institucional.
No se le puede añadir más. Bueno, sí, mi firma junto a la tuya. Lo afirmo.
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