viernes, 28 de mayo de 2021

Patria

 


Quizás la palabra que más me solivianta es la que da nombre a este escrito: Patria, así, escrita con mayúscula.

En realidad, no es por la palabra en sí, ni por su significado en ninguna de las dos acepciones recogidas en el Diccionario de la R.A.E.

El motivo de la malquerencia es el uso bastardo del vocablo que todos los desalmados hacen de él.

Con la excusa de salvarla (¿Salvarla de quién?), los dictadores más sanguinarios no dudan en levantarse en armas para masacrar el orden constitucional, y a los ciudadanos que defienden la legalidad.

Pretextando peligros inexistentes, gobiernos que defienden intereses oscuros e inconfesables no dudan en llevar a esa Patria, y, por ende, a sus ciudadanos, a guerras que sólo traen miseria, dolor, y muerte a personas inocentes de los países que son arrastrados a esa sinrazón. En tanto que, los que se lucran de la situación se encuentran a salvo en lugares seguros, amasando los beneficios que les reporta el conflicto.

Mientras que a delincuentes sociales se les llena la boca de Patria y patriotismo, esquilman las arcas del Estado, robando, malversando, y llevando a paraísos fiscales su patrimonio, no contribuyendo con sus aportaciones fiscales a mejorar esa Patria que tanto dicen amar.

Alegando invasiones imaginarias, los miserables fomentan el odio y la xenofobia en un pueblo ignorante que ha olvidado con increíble velocidad y facilidad que hace muy pocos años éramos nosotros mismos los que “invadíamos” otros países huyendo del hambre y la miseria.

En nombre de una supuesta seguridad ciudadana, se criminaliza a niños, cuyo único delito es haber nacido en el lado equivocado de la raya (frontera), y haber creído en la publicidad consumista que presenta a los países occidentales como un paraíso donde todos los bienes están al alcance de la mano. Desconocen, porque nadie se lo ha dicho, que, si proceden del llamado tercer mundo, en su mayoría acabarán en un cuarto mundo, más cruel, si cabe, que el tercero, donde, además de pobreza y desolación, será más patente la desigualdad social.

Aquí quiero hacer un paréntesis aclaratorio: no por su condición de emigrantes, o por ser menores no acompañados, son todos santos, pero tampoco son todos delincuentes, e, incluso, alguno de los que no lo eran al llegar, pueden convertirse en uno de ellos por falta de oportunidades. La pregunta es ¿En qué colectivo no los hay?, ¿Es qué entre los “hijos de la Patria”, además de personas honradas, no hay delincuentes de todo tipo, incluidos los de cuello blanco?

Por último, no hay que descartar un posible “efecto llamada” motivado por el ejemplo de un dirigente de la extrema derecha, que gozar de una vida de lujo sin haber trabajado ni un solo día en toda su vida, y que, dado su constante exhibicionismo, haga creer a los emigrantes que es un caso habitual y no un ejemplo de parasitismo social.

 


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