viernes, 4 de junio de 2021

Libertarios de salón


 

Las apariencias pueden hacer ver que, una vez pasadas las elecciones autonómicas de Madrid, las aguas vayan volviendo a su cauce, y que el avejentado lema de “¡Prohibido prohibir!”, que se formuló y tuvo su auge entre los revolucionarios del “mayo del 68 francés”, está volviendo a los baúles de los recuerdos, mientras los libertarios de salón se retiran a sus salones de la sierra, y los desinformados que les acompañaron pasan por las multitudinarias colas de la Sanidad Pública infra presupuestadas económicamente por infinidad de años. Eso sí, se pueden hacer más llevaderas las colas, tanto las sanitarias, las de educación para conseguir un colegio público digno, o cualquier subvención tomando una cerveza bien fresquita.

¡Qué equivocados están esos maldicientes! La libertad que ha traído la Sra. Ayuso ha venido para quedarse ¡Abajo los hospitales que nos encadenan con sus quirófanos! ¡Abajo esos que prefieren comer, aunque sea en una “cola del hambre”, en vez de tomar una cerveza, o una “relaxing cup of café con leche” ya que no hay imposiciones! ¡Abajo los que demandan colegios y hospitales públicos, con la cantidad de clínicas de lujo y escuelas exclusivas que hay en Madrid!

Puede resultar paradójico para los rojos impenitentes que estos anti sistema del Barrio de Salamanca sean descendientes directos, por sangre o por creencia, y, en todo caso, por intereses económicos particulares, de los represores de los tímidos atisbos de peticiones de algún tipo de libertad siguiendo de forma muy velada el ejemplo de nuestros vecinos del norte. Aunque hay que tener en cuenta un matiz: Si la libertad era para fomentar la impunidad de las clases dirigentes, sí que se podía ejercer libremente.

No quiero ni pensar que, cómo dicen las malas lenguas, el aparente cambio en su percepción de la forma de enfocar la situación de la pandemia de la gloriosa y triunfante adalid de la defensa de las libertades (y de la cerveza) Dña. Isabel Díaz Ayuso sea debida a que ahora, como gestora, y no en su papel de candidata, crea necesario recortar libertades para evitar contagios. No deja de ser sorprendente su giro cuando pide prudencia para suprimir el uso de mascarillas en la calle. Claro que debe haber una explicación que avale su situación. Quizás es que tenga información debidamente contrastada de que el COVID 19 se desactiva en presencia de la cerveza, mientras que se potencia al aire libre o al no consumir. Cualquier cosa que aún no ha sido revelada es posible, antes de que Dña. Isabel, con su brillante pasado político, y su extraordinario proyecto de gobierno, haya abandonado los valores que ya empezó a mostrar desde su portavocía de Pecas.

Por otra parte, no puedo menos que congratularme por la valiente defensa de las libertades durante los momentos más duros de la pandemia, cuando reivindicaban las libertades de tomar una cerveza, y hasta un bocadillo de calamares en un bar, aún en contra de las autoridades sanitarias internacionales. Con esos gestos es como verdaderamente se manifiesta el amor a nuestras libertades, y el verdadero patriotismo ¿Quiénes son los científicos, sobre todos los extranjeros, para decirnos lo que debemos y no debemos hacer?

¿No resulta glorioso tener una derecha tan amante de las libertades?

¿No resulta reconfortante que, incluso esa derecha que algunos clasifican de extrema, defiendan con entusiasmo la libertada de expresión, especialmente si se dedica a glosar la vida, pompa, y obras de fallecido sangriento dictador, tan poco defensor de cualquier tipo de libertad?

Hay que recordar que hace muy poco tiempo, incluso ahora mismo y en nombre de la libertad, abogan por la libertad de expulsar de España, aunque tengan nacionalidad española, a musulmanes (moros) de diferente pigmentación (negros).

Y pensar que en España había partidos que se oponían al divorcio, a la libertad de identidad de sexo, a las leyes contra la violencia de género, al matrimonio entre personas del mismo género, y a tantas leyes a las que votaron en contra, e, incluso, recurrieron ante el Tribunal Constitucional.

Yo hasta estoy convencido que eran infiltrados “social-comunistas-etarras-chavistas-perrosflautaydemásgentedemalvivir” para que pareciera que los libertarios de salón simularan ser unos represores.

Creo que resulta obvio, pero, por si acaso no ha quedado claro, y para disipar cualquier duda, he pretendido, y no sé sí lo he logrado, que este escrito rebose sarcasmo por todos lados.

 


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