En general, y perdón por la generalización, las
ciudades de la ribera del Mediterráneo reúnen dos condiciones: son bellas, y, a
la vez, sucias. Si se quiere dulcificar este último concepto, se podría decir
que sus calles muestran rasgos de una activa vida. Pero hay ciudades a las que
no se le pueden aplicar paliativos, y, si quisiéramos buscarle una metáfora, tan
sólo podríamos buscarla en el socorrido
“palo de gallinero”.
Una de estas ciudades cuyas características hemos
mencionado es Palma. Es una ciudad preciosa, de un tamaño apropiado, ni demasiado
pequeña ni demasiado grande, con una muy agradable climatología, En oposición a
estas virtudes, está sucia, pero no por algún papel en el suelo, o por alguna
pintada furtiva en las paredes. No, no es eso, está sucia, muy sucia. Se puede
encontrar cualquier tipo de inmundicia cuando se transita por sus calles,
plazas, o jardines.
Existe la tendencia entre los ciudadanos a hacer recaer la culpa del estado de los
espacios públicos en las empresas encargadas de la limpieza municipal, y, por
ende, en la Corporación municipal como
subsidiaria. No voy a defender, o hacer de paladín de la empresa de limpieza. En
el caso de Palma es una empresa municipal, que creo que podría esmerarse más.
Sin embargo, la gran responsabilidad del estado deplorable de la ciudad es de
los ciudadanos, y del Ayuntamiento. De los ciudadanos por no cuidar su ciudad,
que, no olvidemos, es suya, y también es
de todos. También es responsable el Ayuntamiento por renunciar, de hecho, a
hacer cumplir las ordenanzas municipales en lo referente a limpieza.
A pesar de poder comentar infinidad de ejemplos, voy
a centrarme en dos casos concretos y significativos:
a)
Calle Capità Vila.- En Palma hay un
sistema establecido para la recogida de trastos y objetos voluminosos. A
grandes rasgos, consiste en dividir la ciudad en zonas, y a cada una de ellas
se le ha asignado un día determinado de la semana para que los vecinos que
tengan que deshacerse de objetos de esas características lo hagan en ese día, y,
en torno a las 22 h., los depositen en la vía pública junto a sus portales, de
donde serán retirados de forma gratuita por la empresa de limpieza. El sistema
es mejorable, como todo, pero tendría que funcionar razonablemente bien con ciudadanos conscientes,
y con un mínimo de civismo. Sin embargo, hay, cito un caso concreto, “ciudadanos”
cómo dos “señoras” vecinas en el numero
2 de la calle mencionada al principio del párrafo que el domingo día 6 de junio
de 2021,(día que corresponde a la zona) que bajaron a las 10 (de la mañana) una
cantidad enorme de enseres, entre ellos 3 colchones, desechables que
depositaron en la acera dificultando el trafico, especialmente de peatones, y
bloqueando los contenedores de basura existentes, impidiendo que se pudiera
hacer uso de ellos. Esto es un ejemplo de incivismo, pero no es único, basta
darse una vuelta por Palma para ver a todas horas, y en todos los barrios,
casos similares a este. De la gente que deposita las bolsas de basura fuera de
los contenedores podemos hablar en otra ocasión.
b)
Parque de la guardia Civil.- Es
conocido como Parque Wi-Fi ya que fue uno de los primeros lugares en que el
Ayuntamiento desplegó un servicio Wi-Fi a disposición de los ciudadanos
usuarios del parque. No lo traigo a esta página en función de esa
característica, sino porque, desde hace
ya bastantes años, en él se celebra un
“botellón” nocturno diario, los siete días de la semana, los 12 meses (de enero
a enero), y en las cuatro estaciones del año. Tanto es así que sobrevivió con
plena vigencia al confinamiento y al toque de queda motivados por la pandemia.
Cierto es que se muestra más concurrido los fines de semana, y los meses en que
temperatura es más benigna, pero, con mayor o menor afluencia de animados
bebedores, su quehacer es diario ¿Qué tiene que ver con el tema de la limpieza?
Ante cualquier duda, no tienen más que acercarse, está bastante céntrico, y
podrán ver toda clase de envases de bebidas, desde latas a garrafas de plástico
de cinco litros, y toda clase de botellas, vacías y desperdigadas por todas
partes. Podrán ver también restos de todo tipo de la llamada cocida rápida, así
como sus envases. De residuos orgánicos
humanos mejor no hablemos. No se pone coto a tales desmanes, pero, al
menos, el Ayuntamiento tiene contratada a una empresa cuyos trabajadores sufren
disfunciones mentales, y que, tras un gran trabajo, logran dejarlo limpio,
hasta la tarde que vuelve a empezar el juego. Pero, si no les gusta madrugar, y quieren ver
en todo su esplendor el estado en que queda, pueden visitarlo el domingo que no
se limpia por descanso del personal de limpieza. Como dato anecdótico, el
nombre de la plaza se debe a que en ella se encuentra la Comandancia de la
Guardia Civil, así como bloques de
viviendas para componentes de ese cuerpo. Por otra parte, a pesar del nombre
popular, los únicos dispositivos electrónicos son los que llevan algunos, y que
son de dudosa procedencia, para trocarlos por “maría” a los camellos que
abundan por la zona
¿Tiene solución el tema de la limpieza? Cuando alguien lo plantea, siempre me viene a
la memoria Estambul, que, de ser una ciudad sucia, en mi último (por ahora)
viaje allí me llamó la atención encontrarla limpia y cuidada.
¿No será que hace falta voluntad política para
lograrlo? o ¿Acaso
se aboga por la libertad de ensuciar?
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