viernes, 10 de diciembre de 2021

¿Qué menos?


Hace ya bastante tiempo comenté que una de las ventajas de no tener ningún tipo de ligaduras era la libertad  al elegir el tema, y darle el tratamiento que, según mi parecer, era el más adecuado para el ese tema.

Hoy es una de las veces que voy a usar de esa libertad, y a algunos de los lectores puede parecerles que me salto el guion, que, en contra de la línea argumental que he ido siguiendo, esta semana no hablo de política.

Por una parte, tienen  razón pues no hablaré de los temas políticos que son habituales en mis escritos. Pero también se equivocan: si consideramos la política en su el más amplio sentido de la palabra, la Cultura es una parte de la política, ya que es una parte de la relación de los seres humanos, o, al menos, yo lo considero así.

En otros lugares del planeta no se menosprecia a los artistas que se expresan con vehículos menos convencionales. En nuestro país, no tiene el mismo reconocimiento oficial un cineasta, que un dramaturgo o un fotógrafo, o que un pintor, y podría citar infinidad de ejemplos más.

Me he referido a otros lugares ya que Bob Dylan recibió de forma muy merecida el reconocimiento de la Academia sueca, que le concedió el Premio Nobel de Literatura por su poesía, poesía que mostró en canciones en vez de en las formas tradicionales.

En estos días Joan Manel Serrat ha anunciado su despedida musical, y sólo ha encontrado eco en sus seguidores. La Cultura oficial y los intelectuales orgánicos no han hecho ningún movimiento ni declaración.

Muchos, especialmente si desconocen el panorama cultural español, pueden pensar: “Todos los días se retira o retiran un cantante y no pasa nada”.

Joan Manel Serrat no solo es un cantante: Es un poeta y amante de la poesía. Fue la voz que hizo escuchar en el plúmbeo yermo del tardo franquismo a poetas perseguidos, forzados a marchar al destierro, e, incluso, asesinados por la tiránica dictadura que esclavizó a la ciudadanía ¿Quién, aun sin saber quién era el autor de la letra, no ha tarareado “Caminante no hay camino…” o “Para la Libertad traigo…”?

Siendo importante esta faceta divulgadora de esa riqueza literaria que nos tenían secuestrada, no podemos obviar  que Serrat era (y es) un extraordinario poeta que ha elegido la música como vía para acercar la poesía al gran público.

Aprovecha, además, su bilingüismo para escribir en sus dos leguas, en ambas con igual fluidez y sentimiento.

“Cançó de bressol” es una bella canción de cuna que sigue la tradición de aunar un texto inquietante y trágico propio de las nanas tradicionales.

Su poesía abarca multitud de géneros, desde costumbristas, como “Fiesta” o “La tieta”, o el bello poema de amor y melancolía “Paraules d’amor”, o la pujanza y fuerza de “Ara que tinc vint anys”. Pero, quizás, donde más se puede ver la calidad de su poesía es en sus cantos a las cosas pequeñas, y aparentemente inanes como “Cada loco con su tema”, o “No hago otra cosa que pensar en ti”.

Por su puesto, no se puede olvidar “Mediterráneo”, compendio de la idiosincrasia de los pueblos ribereños de este mar.

Sin embargo, no se le ha reconocido de forma oficial. Todo lo contrario.

Los nacionalistas catalanes no le han perdonado que escriba en castellano. Los nacionalistas centralistas que empezara cantando y escribiendo en catalán. La derecha sus críticas al franquismo, y las izquierdas su apoyo crítico al socialismo catalán.

¿A qué se espera para reconocer oficialmente su extraordinaria obra? ¿A que se muera?

Como dije en mis escritos de las últimas semanas, estoy cansado. Por ese motivo me tomo unas vacaciones hasta pasadas las fiestas. 

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