A pesar de lo que pueda parecer leyendo mis
escritos, prefiero resaltar cuestiones positivas que criticar lo que está, o al
menos así me lo parece, mal. Esta preferencia mía se ve muy obstaculizada por el PP, ya que me lo pone difícil para encontrar
algo positivo en la actualidad.
Pero en estos días que he estado fuera de servicio,
he tenido una relación obligada con un colectivo, del que generalmente todo el
mundo habla bien, pero pocas veces con conocimiento directo. Me estoy
refiriendo al colectivo sanitario público.
Como en todo colectivo humano, resulta complejo y
heterogéneo, con diferentes personalidades individuales, jerarquizado y en
apariencia muy estanco en sus compartimentos. Sorprendentemente, para un
profano como yo , esa jerarquización, funcionas sin fricciones y esa
estanqueidad se transforma en cooperación para solventar los problemas de salud
que suceden, pasando el paciente de un estadio a otro sin notar la transición
entre los diferentes departamentos
En mi opinión, esto que en otros contextos no
funciona, aquí si lo hace, y se consigue gracias a:
A) La
preparación y alta capacitación profesional.
B) El
alto sentido de la profesionalidad.
C) La
determinación en solucionar los problemas de los pacientes
D) La
capacidad de sobreponer su sentido de la responsabilidad a los problemas internos
causados por unos políticos necios e incompetentes.
E) ¿Y
qué duda cabe? A su calidad humana.
Pues bien,
a este colectivo, se le han recortado sus sueldos, les han aumentado las cargas
de trabajo, penden de los caprichos económicos de una clase política, capaz de
quebrar el buen funcionamiento actual privatizando servicios para favorecer a
especuladores de su cuerda.
A modo de
epílogo. Pero no cabe solo felicitar por su buen hacer al colectivo sanitario.
El colectivo de los docentes, también ha dado una lección de profesionalidad,
dignidad y sentido de la responsabilidad, tanto para comenzar la huelga como
para terminarla.
Colectivos
responsables como estos, son los enemigos de la clase política que nos tiene
secuestrada la democracia, pues demuestran que en modo alguno, el sector
privado es superior al público, abriendo los ojos a la ciudadanía evitando así,
privatizaciones, que solo favorecen a los especuladores, y que al fallar
estrepitosamente se tiene que rescatar con caudales públicos. Hay varios
ejemplos de hospitales.
Publicado en El Periscopi el 11 10 2013