Uno de los mejores discursos funerarios que
se conocen es el pronunciado por Marco Antonio a la muerte de Julio César.
Transcrito en el drama homónimo escrito por William Shakespeare, y que, como
todos recordarán, comienza así: “Amigos, romanos, compatriotas, ¡Prestadme
atención! ¡Vengo a inhumar a César, no a ensalzarle! ¡El mal que hacen los
hombres les sobrevive! ¡El bien queda frecuentemente sepultado con sus huesos!
Sin embargo, y pese al enorme respeto y
admiración que siento por la obra del genial bardo, me siento en la obligación
de disentir, ya que, si alguno de los “grandes amigos” que tenía la Sra. Rita Barberá en el PP,
hubiese tenido un mínimo de creatividad literaria, hubieran escrito, e incluso
leído, algo semejante a esto: “Amigos, valencianos, ¡prestadme atención! ¡Vengo
a inhumar a Sta. Rita del Caloret, y a ensalzarla! ¡El bien que hacen los
humanos, les sobrevive! ¡El mal queda sepultado con sus huesos!
Por una vez, me voy a expresar con un tono un
tanto duro, pero esa caterva de carroñeros, hipócritas y desvergonzados
adalides de la mentira y deshonra de la clase política que abundan, por no
decir copan, la cúpula del PP, hacen que cualquier persona con un poco de dignidad
se sienta avergonzada de que gente con semejante nivel de indignidad personal
puedan, con la complicidad de sus votantes, dirigir a este país.
Los mismos que la apartaron del partido ahora
se proclaman sus grandes amigos.
Algunos de los que, como colmo de
deshonestidad, compararon su gestión con las presuntas irregularidades de los
Eres de Andalucía, hoy la presentan como ejemplo de honestidad.
Algunos de los que fueron a su funeral como
“amigos”, ya que la familia no quería representantes de la clase política,
fueron los que negaron conocerla cuando fue investigada (imputada).
Los que hoy amenazan con posibles
repercusiones por las descalificaciones a la fallecida, no dudaron en apartarla
del partido
Algunos de los que culpan de su muerte a los
medios y al “linchamiento mediático”, fueron los primeros en aplaudir las
medidas tomadas por su partido cuando fue apartada, al tiempo que dudaban de su
honestidad al retener el acta de Senadora.
Algunos de los que critican la “falta de
respeto” de los Diputados de Podemos por
no sumarse al minuto de silencio en el Congreso, son los mismos que se negaron
a que se guardara en el mismo lugar un minuto de silencio por los que habían
fallecido anteriormente a ella siendo o habiendo sido miembros de una Cámara,
con la particularidad de que no tenían ninguna sombra de sospecha de
actuaciones penales, y mucho menos haber sido investigados (imputados).
Causa verdadero asco esa clase de “amigos”, y
vergüenza ajena tener esos desaprensivos como dirigentes de este país, esos que
son capaces de intentar sacar provecho de una muerte, esos que, si fuera cierto
que se murió de pena, la habrían
causado, esas plañideras interesadas que actúan de una forma tan despreciable.
Con este escrito, no pretendo defender a la
fallecida. Sus hechos, que no sus
responsabilidades penales, perdurarán tras su muerte. Su prepotencia, sus
modales, el haberse rodeado de presuntos delincuentes, y con indicios
razonables, de ahí su investigación (imputación), de haber cometido también ella
actos delictivos.
¿Respeto por haber muerto? El mismo que
cuando estaba viva. El respeto no se adquiere por el hecho natural de la
muerte. Se obtiene o se pierde por las actuaciones realizadas durante tu trayectoria
vital, por el respeto que se tiene con lo que te rodea ¿Tuvo ella respeto con
la lengua de la ciudad de la que fue alcaldesa durante 24 años? ¿Tuvo ella respeto
con sus rivales políticos? ¿Tuvo ella respeto a sus conciudadanos?
En fin, hemos podido asistir en directo a la
construcción de un faraónico monumento a la hipocresía y a la mezquindad ética.
Publicado en El Periscopi el 01 12 2016