La
semana pasada mostraba mi extrañeza, y mi, llamémosla, indignación por la
desmovilización de la ciudanía, a pesar de todo lo que nos han quitado y
continúan quitándonos.
Sin
embargo, el 1º de mayo como día del trabajador tiene, o debería tener, un
elemento aglutinador que dinamice a estos. El elemento no es otro que la fuerza
sindical, por eso creo que muchos de nosotros nos preguntamos ¿Qué hacen los
sindicatos?
Los
sindicatos (y hablo de los sindicatos de clase, ya que los otros no son
sindicatos sino otra cosa a pesar del nombre) se dedican a existir, a intentar
hacer lo máximo que pueden y a esperar que escampe.
Es
verdad que, a pesar de la importancia teórica que da la Constitución a los
sindicatos, ya que los cita en el Título preliminar, artículo 7, su creación
viene viciada por unas normas dictadas por el miedo a la fuerza que pudiese
alcanzar con su desarrollo. Para evitar una
posible gran influencia, se toman medidas, algunas con mucho calado, que merman su implantación: Por una parte, se fomentan
las agrupaciones gremiales con el nombre de sindicatos, como el de conductores
de tren o de controladores aéreos, los de empresa; se establece una ley con efectos perversos de las elecciones
sindicales, que se deja fuera a las
empresas de menos de 5 trabajadores; además
de la continua campaña de desprestigio a los que son sometido por las grandes
patronales y a los medios afines (casi la totalidad) a ellos.
Con
todo lo adverso que supone para los trabajadores
y por ende a sus representantes naturales lo anteriormente citado, aún resulta
peor que cualquier logro obtenido por
los sindicatos, bien sea por presiones, conversaciones, o convenios, tiene que
revertir en todos los trabajadores, estén o no afiliados al sindicato que
gestionó la medida. En estas condiciones ¿Quién se afilia a un sindicato?,
¿Quién paga una cuota?, ¿Quién secunda una huelga?, ¿Quién se arriesga a ser
mal visto por sus jefes?
Ante
esta situación ¿Qué fuerza puede tener un sindicato si carece de afiliados?, ¿A
quién representan?, ¿Qué cartas pueden exponer a la patronal para exigir
mejoras laborales?
Hasta
aquí, los sindicatos parecen ser los héroes de la situación, y los grandes
sacrificados por el estado, la patronal y los obreros ¿Pero acaso esta
institución está libre de toda crítica, y lo han hecho todo bien?
Ni
mucho menos. Han sido, son, y me temo que serán acomodaticios. Han demostrado
tener una nula visión de futuro. Y muestran su absoluta incapacidad para
amoldarse a la realidad vigente.
Han
sido acomodaticios al no luchar para ligar sus logros a los afiliados, buscando
de ese modo una financiación en función de la afiliación; al conformarse con las subvenciones en
función del número de delegados obtenidos en las elecciones sindicales, lo que les llevaba a competir con sus aliados naturales, en vez de dedicar sus esfuerzos en obtener beneficios laborales
para los trabajadores; y teniendo, además, que convertirse en sindicatos de
servicios para poder afrontar sus gastos generales de funcionamiento.
No han
tenido visión de futuro para adecuar sus objetivos a afrontar de la manera menos lesiva para los
trabajadores la situación de crisis que nos asola.
No han
sido capaces de dotarse de una organización y estructura ágil y eficiente ante
la situación de precariedad laboral, tanto en cuanto al tiempo de contrato
como al tipo de trabajo, ya que,
pongamos como ejemplo, si un joven empieza a trabajar durante quince días
repartiendo pizzas, una semana de ayudante de electricista, un mes de peón de
albañil, con la estructura sindical actual por federaciones ¿En cuál se afilia?
Como, a
pesar de todo, tengo algunos instantes (pocos) optimistas, esperemos que la romería laica del próximo 1º de mayo me de de para otros pensamientos más gratos que los del año
actual.
Publicado en El Periscopi el 12 06 2017