El Gobierno cumple
con su compromiso de aprobar el proyecto de Ley sobre libertad sexual. No voy
ni quiero entrar en si ha sido por convencimiento propio de todas las partes, o
por presiones internas. No me interesa. Lo importante es que, como mandaba el
compromiso asumido, ha sido antes del 8 de marzo.
No conozco los
términos completos en los que está redactado el citado proyecto, pero creo que,
tras el paso parlamentario, saldrá perfeccionado, si procede. Sería una
condición indispensable que fuese asumido por todos los partidos que se auto-denominan
democráticos. Pero sobre todo, no conviene, bajo ningún concepto, vaciarlo de
contenido buscando una unanimidad para que los extremistas, que no aceptan la
igualdad, llegasen a aceptarlo. Si esa gente se queda fuera, recibirán los
aplausos de los partidarios del esclavismo adaptados a los tiempos actuales,
pero el rechazo de los demócratas.
A pesar de estar a
favor de lo que conozco y ha transcendido sobre el tema, encuentro unos cuantos
puntos que no tengo excesivamente claros, quizás por el conocimiento parcial, y
que es posible estén recogidos en el documento, pero no han trascendido.
1.- Uno de los
puntos en el cual se pone énfasis es en el endurecimiento de las penas. La
experiencia nos dice que el endurecimiento de la represión al delito no ha
disuadido jamás a los delincuentes. En los países en los que se abolió la pena
de muerte, no se disparó la cifra de asesinatos. Por el contrario, en los
países en los que se mantiene la pena capital, no se han reducido las muertes
violentas. Por eso, el énfasis debería ir en el sentido de la educación. Lo
cual no quiere decir que no haya que replantearse las penas actuales
2 Debería ser una
ley que deje muy poco margen al juez para que la interprete según su ideología
personal. No voy a entrar en sentencias antiguas, basta recordar la sentencia
en el caso de “La Manada”, y la disparidad de criterios entre los dos tribunales
que intervinieron.
3 ¿Cómo se aplicará
la figura conocida como “peso de la prueba”?
El proyecto propone que haya un consentimiento explicito de la mujer para que
se pueda realizar el acto sexual. En teoría, impecable, ¿Pero, y en la
práctica? La persona que acusa a otra de cualquier tipo de delito debe aportar
pruebas razonables para que haya una investigación. En tanto que el acusado no
está obligado a aportar ningún tipo de prueba en su favor, hasta que no está
imputado. Dado que, generalmente, el acto sexual se realiza en la intimidad, y
sin testigos, ante un caso de supuesta agresión sexual ¿A quién le corresponde
aportar las pruebas?, ¿Cómo se evitara la humillante situación de la mujer de
pasar por policías y peritos para que se crea que ha sido víctima de una
agresión? Por otra parte, ¿Cómo se puede garantizar que el presunto agresor no está
siendo víctima de una denuncia falsa?
No cabe ninguna
duda de que la ley es necesaria. Ninguna sociedad puede admitir un asesinato
por cuestiones de género con una periodicidad inferior a los siete días, como
está ocurriendo en el presente año.
No nos llamemos a
engaño, si verdaderamente se quiere una ley justa y aceptada por la inmensa
mayoría de la sociedad, deberá ser consensuada por todas las fuerzas
democráticas, pero no en una ley de mínimos, si no ampliada y perfeccionada con
el aporte de todos, y que se auto excluyan los indeseables.
Esta ley no podrá
amparar a las victimas de los siguientes casos ocurridos en pocos meses en Mallorca,
ya que se cometieron antes de la deseada promulgación de la ley que estoy
comentando, pero esperemos que eviten sucesos semejantes en un futuro próximo.
Verano 2019.
Detenido un empleado de 27 años por agredir sexualmente a una mujer de 90 años
en el establecimiento geriátrico donde ella estaba como interna y en el que el
agresor trabajaba.
Marzo 2020 Detenido
un joven por maltrato físico y psicológico a su pareja. Con amenazas de muerte
a ella y a su familia, además de los golpes, la insultaba en su lugar de
trabajo, e, incluso, la orinaba para humillarla.
Marzo 2020. En el
mismo geriátrico mencionado anteriormente, un interno agredió a una interna de
79 años que está discapacitada.