Para realizar una
gestión eficiente en cualquier aspecto de la vida, tanto las persona físicas
como los colectivos, tienen que hacer una serie de reflexiones cómo: ¿Qué
labores tengo que realizar?, ¿De qué medios dispongo?, ¿Cuáles deben ser mis
prioridades?, ¿Cómo distinguir entre lo urgente
y lo inmediato?
Estoy, o al menos
quiero estarlo, convencido de que el Sr. Sánchez tenía trazado en su mente un
plan estratégico de actuación, y, para lograrlo, formó un gobierno, que,
teniendo en cuenta la matemática electoral que en parte le condicionaba, era tendente
a realizar los objetivos que se marcó para la legislatura.
Con sus objetivos
personales, los de sus socios de gobierno, y teniendo en cuenta que carecía de
fuerza parlamentaria suficiente, debió tener en cuenta que necesitaría apoyos
exteriores. Por tanto, a su proyecto inicial se debieron unir otra serie de
objetivos. Una vez completada la lista
se debe estructurar para intentar que no entraran en colisión al provenir de
diferentes sensibilidades políticas.
Supongamos, a pesar
de no ser cierto, que ya se hubieran consensuado las políticas y actuaciones a
seguir, a continuación viene la pregunta ¿Con qué medios se cuenta? Y aquí
empiezan los verdaderos problemas.
El primero es la
entrada imprevista y avasalladora de una pandemia, que hace bueno el titulo de
este escrito, debiendo dejar todos los problemas urgentes y sus actuaciones
para afrontar lo inmediato. Agravado por la actuación carroñera de algunos
partidos que, en vez de aportar su colaboración, intenta, olvidándose de las
necesidades de la sociedad, buscar un rédito electoral. El Gobierno se equivocó
en muchas de sus actuaciones. Tuvo que improvisar ¿Pero, qué precedente había?,
¿Cómo estaba la sanidad en muchas de las CC.AA. después de la política de
brutales recortes en los temas sociales?
Sin embargo, además
de la malhadada pandemia, se debe gobernar para el día a día, para solventar
los problemas de los ciudadanos en otros ámbitos, y volvemos a encontrarnos con
el dilema de optar por dar prioridad a unas actuaciones o a otras.
Creo que lo más
urgente es dar soluciones a los problemas. Sin embargo, aquí nos topamos con
la aplicación torticera de las leyes por parte del principal partido de la
oposición, que no ha entendido (o no quieren entender) el principio
fundamental de la democracia: La mayoría
debe gobernar, respetando a las minorías. Aquí cabe preguntarse ¿Cómo se
puede gobernar si no hay unos Presupuestos Generales formulados por el que debe
aplicarlos?, ¿Es legal que el PP bloqueé la aprobación de los presupuestos?
Indudablemente es legal ¿Se atiene este bloqueo a los principios de la
democracia? Aquí…
Esta misma
cuestión, a pesar de que se sale de los ámbitos de este escrito, nos la encontramos
con la cuestión de la elección de los Magistrados del Supremo, donde no sólo se
conculca el principio básico de la democracia, sí no la Constitución de la que
se declaran celosos guardianes.
Ahora, además de
los problemas sobrevenidos, falta que acierten en interpretar las necesidades
de la población, y sepan separar lo urgente de lo inmediato.