sábado, 30 de marzo de 2013

Eso que llaman Semana Santa




En estos días de orgías de penitencia pública, de masoquismo: en forma de cilicios, auto flagelaciones y de un exhibicionismo de  religiosidad de jaleados por unos fieles que se olvidan de sus creencias el resto del año.

El fanatismo más trasnochado, invade nuestras vidas, calles cortadas, remedos de Ku Kus Klan  invadiendo los espacios públicos, en lugar de manifestarse en sus lugares de culto, la televisión nos muestra en sangrientos “Reality Show” con un surtido de empalados, picados  e incluso crucificados en una competición siniestra de realismo gore.

Pues bien, coincidiendo con estos días, surge  la voz del párroco de Ca’n Picafort:   Pere Fiol con su obscena defensa del pederasta antecesor en su cargo justificando su delito en que la niña abusada ha tenido diversos compañeros. ¿Puede una persona honesta acusar a una niña de 12 o trece años por haber sido la victima? ¿A qué mente depravada se le puede ocurrir semejante dislate? ¿A que espera el Obispado a tomar medidas contra este otro violador y pederasta en potencia? Por una vez que la jerarquía Católica ha actuado casi correctamente, tarde pero correctamente, ¿Va ahora a volver a su ancestral política de esconder la cabeza en tanto amainan las críticas?

En otro orden de situaciones, pero también por verter opiniones  menos entusiastas, hay condenados por Exaltación de Terrorismo.

Por último para sobrevivir con una cierta salud mental a estos días, siempre releo a Bertrand Russell y su: “Por qué no soy cristiano obra de la que me permito dejar alguna de sus frases: “Creo que todas las grandes religiones del mundo el budismo, el hinduismo, el cristianismo, el islam y el comunismo son a la vez mentirosas y dañinas”, “un nuevo argumento moral de la existencia de Dios, el cual en diversas formas fue extremadamente popular durante el siglo xix. Tiene toda clase de formas. Una de ellas es decir que no habría bien ni mal si Dios no existiera. Por el momento no me importa el que haya o no una diferencia entre el bien o el mal: esa es otra cuestión. Lo que me importa es que, si se está plenamente convencido de que hay una diferencia entre el bien y el mal entonces uno se encuentra en esta situación: ¿esa diferencia se debe o no al mandato de Dios? Si se debe al mandato de Dios, entonces para Dios no hay diferencia entre el bien y el mal, y ya no tiene significado la afirmación de que Dios es bueno”
Creo que muchos han leído el mencionado libro, pero es posible que hayan olvidado alguno de sus capítulos, por ello, me permito recomendarlo  como terapia para estos días

Publicado en El Periscopi el 23 03 2013

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