sábado, 2 de noviembre de 2013

El huevo de la serpiente

 


Reiteradamente, se nos ha vendido la idea que en este país, no había extrema derecha fuera de unos pequeños grupúsculos perfectamente definidos y localizados. Como es obvio, es una de las muchas mentiras interesadas que han transcendido desde la Santa Transición.

La extrema derecha, siempre ha estado aquí, Franco se pudo mantener en el poder por el terror que sembró, pero no puede negarse que hubo una serie de gentes y poderes que le ayudaron a mantenerse.

 Pero así como la Izquierda está fragmentada y actualmente sin ninguna deriva clara, la Derecha supo aglutinarse en torno a un partido, en todas sus sensibilidades.

La Derecha, que consigue siempre, desde la unidad, excelentes réditos electorales con la inestimable ayuda de la Ley D’Hont, El  peligro de una escisión viene dado por la parte más cerril de su electorado: la extrema derecha, por esta razón, sus dirigentes no han dudado  en halagar, mimar e incluso darles un mayor protagonismos a  esta parte de sus componentes. ¿Cómo se podría entender sino que el partido sea tan reticente a condenar los crímenes del franquismo?

Pero el problema para ellos, es que han jugado a aprendices de brujos y la situación se les ha ido de las manos. Jugaron la baza política de capitalizar a un sector de las víctimas de ETA, se les dijo halagando los más bajos instintos de venganza que siempre estarían con ellos. No dudaron en conculcar la Constitución, esa que tanto aman y citan cuando les ha interesado, usando la retroactividad en los casos que les interesó. Ahora, se encuentran con un colectivo que siempre les ha apoyado, en su contra: las inefables Ángeles Pedraza, y Mari Mar Blanco que se autoerigen en representantes del único dolor legítimo de las víctimas de ETA.  No satisfechas ellas y el colectivo que representan con haber marcado la trayectoria política en materia terrorista del PP, exigen más. Pretenden que se salga de la legalidad jurídica en virtud de sus intereses y odios.

Con ser grave, aunque lógica por lo anteriormente expuesto, la posición de PP con respecto a la sentencia. La que verdaderamente resulta vergonzante por contradecir los intereses que siempre han presumido de defender, es la postura del otro gran partido nacional (al menos en teoría): el  PSOE, por  su pusilánime posición pública y su indefinición ante la citada sentencia, seguramente temerosos de perder unos votos, que nunca serán suyos. Han  evitado manifestar públicamente su opinión y se han callando ante el ataque de la peor extrema derecha del país a una sentencia que nos saca los colores como país. Tampoco es tan extraño, pues deben sentirse culpables por ser cómplices de su aplicación durante su mandato al no haberse atrevido a dejar que se aplicara en los casos de flagrante contradicción con la Constitución vigente.
Publicado en El Periscopi el 01 11 2013

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