Tengo que reconocer
que nuestro bien amado e insuficientemente ponderado Presidente, me
desconcierta. Nunca sé a ciencia cierta,
si es un cínico, tiene mala suerte en elegir a los amigos, se ríe de todos, es
un completo inepto, o como calificarlo,
eso sí, para mí, es el paradigma del gallego tópico, ese del que dicen que si
lo encuentras en una escalera nunca sabes si sube o baja.
¿Cómo se puede
clasificar a alguien que en la presentación de un proyecto para combatir la
corrupción fomentar la transparencia y regenerar la vida política defiende y mantiene en la
ejecutiva del Partido a la Sra. Mato, de la que un juez acababa de decir, en
traducción a Román Paladino, que supuestamente era: una sinvergüenza sin
escrúpulos y capaz de mirar para otro lado sin preocuparse de donde venían los
ingresos, con tal de beneficiarse.
¿Qué catadura moral tiene un individuo que se jacta
de la recuperación económica del país mientras que tres millones de niños pasan
hambre en ese mismo país que preside?
¿Se puede confiar en alguien para dirigir a una
nación que elige a amigos a los que dice admirar, de la
catadura de Matas, Bárcenas o Fabra?
¿Qué credibilidad en su capacidad de discernimiento
que ante la catástrofe del Prestige, manifiesta que: “salían como hilillos de
plastilina?
¿No resulta inquietante su criterio a la hora de
elegir colaboradores que confían en la Virgen del Roció para crear empleo y en
la del Pilar para asuntos varios?
Alguien que dice que no habrá rescate económico, al
mismo tiempo que firma el rescate, de Bancos y Cajas que han sido expoliados
por sus directivos, en buena parte propuestos por su partido y sobre los que no
se ha llevado control eficaz alguno. ¿quién paga ese rescate? ¿con que dinero?
¿no es acaso esto una intervención o rescate, aunque se le llame de otra forma?
¿se está riendo de la ciudadanía, cuando tras la firma de ese rescate se va a
ver a un partido de futbol en vez de dar explicaciones a los ciudadanos?
¿Es fuerza de carácter o desidia el permitir que los
problemas se pudran sin decidirse a tomar decisiones) ¿es defender la unidad de
España como preconiza o someterse a las fuerzas más reaccionarias para no
afrontar el problema que creo al enviar al Tribunal Constitucional el Estatut
de Autonomía Catalá? ¿es cobardía política el judicializar un tema político
como es el clamor por el derecho a decidir en Catalunya o pánico ante la parte
más inmovilista de su electorado?
Eso si, lo que no se le puede negar, es su
obstinación para continuar al frente del Gobierno, a pesas de los escándalos,
de la corrupción, de sus flagrantes mentiras, del incumplimiento de su programa electoral, de la incompetencia
de sus ministros y seguramente de él mismo, a más de todas las circunstancias
que hubiesen motivado que cualquier dirigente en un país democrático le hubiese
presentado una moción de confianza que, por supuesto hubiese perdido, o que
cualquiera, con un mínimo de dignidad hubiese presentado la dimisión
irrevocable antes de que le echaran, Pero no, él sigue ahí, a pie firme con
dos….
Publicado en El Periscopi el 12 12 2014
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